jueves, 27 de agosto de 2009
MUNDIAL ITALIA 1990
Existe un amplio consenso en el mundo del fútbol acerca de que el peor Mundial disputado hasta la fecha fue el de Italia 90, al menos en lo que concierne a nivel futbolístico e interés para el espectador. Los principios resultadistas de Bilardo, triunfadores cuatro años antes, y la nueva Edad de Oro del catenaccio (sólo discutida por el brillante Milán de Sacchi) dieron lugar a juego defensivo, poco riesgo, mucha especulación y escasez de goles; el promedio de tantos marcó un mínimo histórico, y hasta Brasil, comandado por Lazaroni, renunció a los principios del jogo bonito. Y se fue a casa más pronto que tarde.
Para consuelo de los que aún creen en la justicia poética, sí se puede decir sin temor a equivocarse que este campeonato se lo llevó el mejor, la República Federal Alemana. Entrenada por Beckenbauer, la Mannschaft unió a sus habituales virtudes de trabajo a destajo, poderío físico y fe inquebrantable en la victoria, una fenomenal generación de futbolistas. Combinación explosiva que significó un título.
La columna vertebral de la selección teutona estaba constituida por el “trío del Inter”. En la parte de atrás, Andreas Brehme asumía la responsabilidad desde el lateral izquierdo en su segunda participación mundialista, y recogía brillantemente el relevo de Briegel. Arriba, Jürgen Klinsmann cimentaba su fama como irredento cazagoles, y en el centro de operaciones Lothar Matthäus ejercía de director de orquesta. En particular, el medio de Erlangen, en la cumbre de su carrera, fue seguramente el jugador más destacado del torneo, con una jerarquía tal que hasta el propio Maradona afirmó de él “Es el mejor futbolista al que me he enfrentado jamás”.
Aparte de la conexión italiana, explotó también el liviano Thomas Hässler, un estupendo mediapunta que representaba la invención en el equipo alemán. A estos brillantes futbolistas acompañaba una pléyade de eficaces jugadores de complemento, como el arquero Bodo Illgner, el libre del Bayern Klaus Augenthaler, el maravilloso central Jürgen Kohler o un declinante pero aún válido Littbarski.
logo italia.jpg Estimulados por el encomiable espíritu ofensivo que supo insuflarles el Kaiser (fue uno de los pocos equipos del torneo que buscaban el gol después de marcar), los alemanes fueron pasando rondas sin sufrir excesivos agobios. En primera ronda dieron buena cuenta de Yugoslavia, Emiratos Árabes y Colombia, anotando diez goles y concediendo un único empate ante los sudamericanos, el famoso gol de Rincón. En octavos se impusieron por 2-1 a la Holanda de Koeman, Rijkaard, Gullit y Van Basten, campeona de Europa, siendo claramente superiores y encajando el gol ya en el descuento. Su siguiente rival fue Checoslovaquia, a la que derrotaron en San Siro con un gol de penalty de Matthäus, y donde de nuevo el resultado estuvo por debajo del juego teutón.
El único oponente que fue capaz de plantar cara a la maquinaria centroeuropea fue, como tantas veces ha ocurrido, Inglaterra. Fue un partido jugado de poder a poder, con extremado sentido táctico y duelos inolvidables, como el de Klinsmann con Walker o el de Lineker con Kohler. El afortunado tanto de Brehme fue contestado por el ex-ariete del Barcelona a poco tiempo para el final, y los inevitables penaltis dieron una vez más el pase a Alemania, tras fallo final del gran Chris Waddle. Fue el mejor encuentro del mundial.
En la final del Olímpico de Roma se encontraban los alemanes con Argentina, que contra todo pronóstico optaba a revalidar su título. Con un equipo netamente inferior al de México, colgado de un Maradona que jugó cojo casi todo el campeonato, de la habilidad del parapenaltis Goycoechea, de los goles de Caniggia y de los chispazos de Burruchaga, el equipo de Bilardo fue pasando rondas en una clasificación que fue un via crucis, y donde amplias dosis de fortuna sonrieron a los albicelestes.
Argentina comenzó su andadura en el Mundial siendo derrotada en el partido inaugural por Camerún, en un encuentro que confirmó la emergencia del fútbol africano. Una victoria ante Rusia –donde Maradona volvió a sacar a pasear la mano de Dios- y un agónico empate con Rumania le dio el pase a la albiceleste como tercera de grupo. Esto les deparó un enfrentamiento en Octavos con Brasil, en un partido donde los cariocas chocaron con los postes y el mal fario, y que decidió un relámpago de genio de la conexión Diego-Claudio a pocos minutos para el final. Un resultado increíble para lo visto en Delle Alpi, pero lo incontrolable siempre podía ocurrir si andaba Maradona en el césped. También fue el partido donde parece ser que Bilardo intoxicó intencionadamente al brasileño Branco.
En cuartos los sudamericanos se enfrentaron a Yugoslavia, que venía de eliminar a España y donde Stojkovic oficiaba de estrella. Los balcánicos fueron muy superiores en el primer tiempo, y no le perdieron la cara al partido en el segundo, a pesar de que a la media hora de juego Maradona ya había provocado la expulsión de Sabanadzovic. Fueron necesarios los penaltis, donde a pesar del fallo del Pelusa, el acierto de Goycoechea llevó a su equipo a la siguiente ronda. Yen las semifinales, en las peores condiciones posibles, contra el anfitrión imbatido, en un enloquecido San Paolo y recibiendo un gol de inicio, Argentina jugó su mejor partido y consiguó forzar la prórroga y la lotería del punto fatídico, donde Goyco volvió a ser caballo ganador. El bilardismo estaba de nuevo a las puertas de la gloria.
La final que se disputó en Roma fue sin duda la más desagradable disputada hasta ese momento en toda la historia de los Mundiales, y batió varios records negativos: se registró la primera expulsión en una final, por ejemplo, y fue la primera ocasión en que uno de los dos rivales se quedaba sin marcar. Argentina llegó disminuida por las sanciones, y no pudieron jugar ni Giusti, ni Batista, ni el lateral Olarticoechea, ni el punta Caniggia, clave en la semifinal.
Así, pues, el Narigón dispuso una estrategia incluso más defensiva que de ordinario, y dejó todo el peso del partido en las manos de Alemania. El bombeo de balones no se mostró efectivo durante el primer tiempo, en el cual Serrizuela y Ruggeri sujetaron perfectamente a los puntas europeos, y sólo las penetraciones de Brehme (que jugó más de centrocampista que de lateral) crearon un cierto peligro. Puede anotarse como la única ocasión clara de gol en el primer tiempo para cualquiera de los dos equipos un disparo del propio Brehme que atrapó Goycoechea sin grandes problemas.
El segundo tiempo comenzó de igual modo, con un ambiente netamente favorable a los germanos, pero con el centro del campo blanco cortocircuitado por el 3-3-3-1 de Bilardo y el trabajo incansable de Troglio y Sensini. Sin embargo, una jugada absurda cambió el signo del partido: una patada incalificable de Monzón a Klinsmann, que acarreó la inmediata y justa expulsión del argentino. A partir de ese momento, el conjunto sudamericano se encerró en su área y puso toda su fe en los penaltis y en Goycoechea. Y cómo no, la decisión del campeonato fue desde el punto fatídico, aunque no como esperaban los argentinos. Un supuesto agarrón, probablemente inexistente, de Sensini a Völler, llevó a Brehme a los once metros, y el rubio lateral, frente a frente con Goyco, ajustó su disparo raso al poste, imposible para el portero. El gol que a la postre sería definitivo.
Y sí, el penalty seguramente no fue, pero es casi imposible ganar si tu mejor jugador ni aparece en todo el partido (triste despedida de Maradona de la selección, entre lágrimas), si te ganas dos expulsiones, y sobre todo, si tú tiras una vez a puerta y tu rival lo hace dieciséis veces. Este fue Alemania, justo campeón.
ALINEACIONES. RFA: Illgner, Augenthaler, Berthold (Reuter m. 75), Kohler, Buchwald, Brehme, Hässler, Matthäus, Littbarski, Klinsmann y Völler. Argentina: Goycoechea, Simón, Serrizuela, Ruggeri (Monzón m. 46), Troglio, Sensini, Burruchaga (Calderón m. 54), Basualdo, Lorenzo, Dezotti y Maradona.
CURIOSIDADES DEL MUNDIAL
- Este fue el mundial con menor promedio de goles: 2,21 por partido. El promedio más alto fue el de Suiza 1954: 5,38 goles por partido.
- El camerunés Roger Milla, de 38 años, se convierte en el goleador más viejo de una Copa del Mundo. Repetiría esta hazaña nuevamente en USA 1994, a los 42 años.
- En el partido Argentina-Italia, el árbitro Michel Vautrot hizo jugar 8 minutos de más en el primer tiempo suplementario de ese partido. Más tarde, cuando le preguntaron, el francés respondió: “Bueno, me olvidé de mirar el reloj!”
- El arquero Walter Zenga de la selección de Italia mantuvo su arco invicto por 517 minutos durante el mundial (un récord inigualado hasta hoy). Todo iba bien hasta que el delantero Claudio Caniggia de cabeza convirtió el empate para Argentina en uno de los partidos de las semifinales. Con el 1 a 1 fueron a penales y allí los argentinos festejaron la victoria y el pasaje a la gran final.
- La selección de Alemania es la única que ha conseguido llegar a tres finales del mundo consecutivas. En España 82 perdió frente a Italia y en México 86 fue derrotada por Argentina. Recién en Italia 90 pudo festejar su tercera copa del mundo cuando se tomó la revancha y le ganó a Argentina por 1 a 0.
- Mario Zagallo y Franz Beckenbauer son las únicas dos personas en ganar una copa del mundo como jugador y otra como técnico. Zagallo integró la selección campeona de Brasil en 1958 y fue técnico en el carnaval brasileño de México 70’. Franz lo consiguió para la selección de Alemania en el mundial 74 (como jugador) y en Italia 90 como DT del mismo equipo.
- El modelo del balón es totalmente sintético. Su nombre es Etrusco.
- El fútbol africano, representado por Camerún, sorprende al mundo entero ofreciendo espectáculo en un campeonato en el que el fútbol brillante estuvo ausente.
- También fue la primera final del mundo donde uno de los dos equipos no convirtió ningún gol.
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