lunes, 10 de agosto de 2009

GEORGE BEST , EL QUINTO BEATLE





Hablar de futbolistas que marcaron época es hablar de George Best. Como ya indicaba su propio apellido, el chico de Belfast había nacido para ser el mejor. Como los grandes genios, aquellas personas privilegiadas para considerarse únicos en alguna faceta de la vida, fue tan brillante en su carrera como oscuro en su vida personal. Dejó tantos detalles sobre el terreno de juego como fuera de él. Eléctrico, desequilibrante, polémico, vividor...así fue el gran George Best. El norirlandés podía acarrear un torrente de sensaciones, pero lo que es seguro es que su trayectoria no dejaba a nadie indiferente.

Por si le faltaba un toque de peculiaridad a su historia, Best pasó los primeros años de su infancia jugando al rugby. De no llegar su padre y mostrarle su disconformidad con que se dedicara al fútbol, puede que Best nunca hubiera elegido ese camino. La rapidez con la que llegó a la élite, al reconocimiento internacional y la admiración de los aficionados al fútbol puede que contribuyeran al desafortunado rumbo que tomó su vida lejos de los terrenos de juego. Como cualquier deportista, Best dio sus primeras patadas en un equipo de la ciudad, en Cregagh. Se dice que cuando el niño 'prodigio' tenía quince años, el por entonces entrenador del United, Matt Busby, recibió una llamada de uno de sus ojeadores: "Acabo de encontrarte un talento".

Con 17 años, Best ya había debutado con el Manchester United y con la selección de Irlanda del Norte. Su rapidez en la conducción, habilidad en el desborde y eléctricos cambios de dirección a una velocidad vertiginosa levantaban semana tras semana a los aficionados ingleses de sus butacas en Old Trafford. Best recuperaba la sonrisa de los ciudadanos de Manchester y restauraba la pasión por un deporte sacudido por la tragedia de Múnich en 1958, donde ocho de los 15 integrantes de la plantilla de Matt Busby habían perdido la vida en un accidente aéreo. Con Best, Bobby Charlton o Denis Law volvió la alegría.

Cayeron dos ligas, en el 65 y el 67, y la ansiada Copa de Europa, en 1968. Era la primera vez que un equipo inglés se proclamaba rey del viejo continente, y la enésima que Best demostraba su camino hacia mito del fútbol. El escenario era Londres y el rival, el todopoderoso Benfica de Eusebio. Con el partido empatado a uno y en pleno inicio de la prórroga, Best estuvo vivo para recoger un balón en zona de nadie, anticiparse a su marca y regatear con tranquilidad al portero. El partido acabaría 4-1 pero Best había decidido una vez más con su velocidad y sangre fría en el área. El rápido extremo de Belfast había rendido su particular homenaje a las víctimas de Múnich justo diez años después de la tragedia. Su actuación, por cierto, le dio el Balón de Oro.

Fue el clímax de su carrera futbolística. Sus excesos con el alcohol, constantes deslices con las mujeres o las fiestas hasta altas horas de la madrugada mermaron su estado físico y le encaminaron hacia una etapa de su trayectoria en la que deambuló por numerosos equipos pero, eso sí, dejando momentos y goles para el recuerdo.

Probó en Estados Unidos y tuvo un pequeño resurgir con el Fulham, pero sus últimas 'delicias' deportivas las reservó para su selección, donde tuvo que resignarse a lograr metas individuales ante la falta de competitividad y calidad de sus compañeros. Dejó, con la elástica verde, grandes momentos como aquel 15 de mayo de 1971 en el que hizo sonrojar a toda una institución como Gordon Banks en un Inglaterra-Irlanda.


Por desgracia, su vida fuera de los campos dio tanto que hablar como dentro de ellos. El norirlandés tuvo graves problemas con el alcohol, numerosas aventuras con el sexo opuesto y una actitud un tanto arrogante de cara al público. Best era un polvorín con un micrófono delante y pura dinamita en los bares de las Islas. En 1984 fue condenado a tres meses de prisión por conducir ebrio y 20 años después repitió la escena, lo que le dejó 20 meses sin carnet de conducir.

Ya en el 2001 tuvieron que realizarle un trasplante de hígado y una hemorragia interna acabó con su vida en el 2005. Días antes, tumbado sobre su cama del hospital, Best pidió al "News of the World" que publicara una foto mostrando su delicado estado y enunciando una frase de enorme impacto social: "No muera como yo". A la frase, seguramente, se le debería añadir: "pero no olviden lo que hice sobre el terreno de juego". Nosotros, desde luego, no lo olvidamos.

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