Sudamérica pedía a gritos la organización de un nuevo mundial pues los últimos se habían celebrado en Europa: Suiza 54 y Suecia 58. y de nuevo Argentina, siempre enfrentada a la Fifa volvió a solicitarlo. Sin embargo, quedó claro que aquellas pequeñas rencillas que venían de años antes seguían aún patentes. Finalmente, la organización del siguiente mundial se le encargó a Chile.
Desde el primer momento surgieron las dudas, sobre todo, en los países europeos quienes pensaban que Chile no tenía ni los medios económicos ni los deportivos suficientes para afrontar ese evento. Efectivamente, Chile tuvo que invertir una gran cantidad de dinero en modernizar las líneas de comunicación y transportes, además de hacer y remodelar nuevos estadios. Además, Chile sufrió un gravísimo terremoto en mayo de 1960 que dejó un cómputo de más de 5.000 muertos y que devastó una buena parte del país. Ciudades que habían sido anunciadas como subsedes tuvieron que renunciar a organizar sus encuentros y muchos edificios y estadios quedaron literalmente arrasados.
“Porque nada tenemos, todo lo haremos“, fueron las palabras de Carlos Dittborn uno de los máximos mandatarios chilenos encargados de la organización, además de ser quien más defendió el proyecto. Poco sabían los europeos de la fuerza y el coraje del país andino. Y todos a una hicieron de Chile 62 SU Mundial. Desgraciadamente, Carlos Dittborn, quien tanto luchó por su Mundial, murió un mes antes de la inauguración con tan sólo 38 años víctima de un infarto.
Los problemas llegaron incluso hasta la mesa de traducciones, pues sólo se contrataron traductores de inglés, francés y alemán, olvidando otros idiomas menores. Como curiosidad, hubo un pequeño chaval llamado Segundo Sánchez, evidentemente pobre por sus ropas, que se presentó pidiendo trabajo. Cuando le preguntaron qué sabía hacer, dijo que sabía 18 idiomas. Sorprendidos, y con la urgente necesidad que tenían de traductores, lo examinaron. Aquel jovencito demostró que no sabía 18 idiomas, sino 25, pero su modestia le hizo decir menos. Según contó, los había aprendido sólo a base de leer revistas y libros de otros países. Tras acabar el Mundial, Segundo Sánchez pasó a trabajar para el Ministerio de Exteriores de Chile.
A pesar de las dudas y problemas, aquello no fue óbice para que cada vez se apuntaran más países. En esta ocasión fueron 57, la más alta participación hasta la fecha. En la fase final, 11 países europeos y 5 americanos serían los participantes. Pero tal fue el interés que despertó por todo el mundo, que hasta las elecciones generales que se iban a celebrar en Alemania y que coincidían con la celebración del Mundial de Chile de 1962 hubieron de suspenderse y aplazarlas.
En el aspecto deportivo, nuevamente Brasil sonaba como la gran favorita, con Garrincha, Vavá y Pelé. Sin embargo, en un segundo plano, empezaron a sonar nombres como los de España, con di Stéfano y Puskas, nacionalizados, en sus filas, o el de Inglaterra con Bobby Charlton.
Desgraciadamente, aquel Mundial se caracterizó por las bajas importantes y por la extrema dureza del juego. Di Stéfano se lesionó antes del Mundial, los ingleses venían con las bajas de los jugadores del Manchester accidentados, y Pelé se lesionó en el primer partido del Mundial contra México.
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