Se cumplen 50 años del accidente de avión en Múnich que costó la vida a ocho jugadores del Manchester United y rompió aquel mítico equipo de los Busby Boys, los chicos de Matt Busby, el técnico que sobrevivió y construyó otro United que conquistó la Copa de Europa en 1968. El Manchester honra a sus héroes.
Fugaces como son los grandes equipos, aquél murió casi antes de haber nacido. En realidad, fue un sueño de Matt Busby y sus muchachos, The Busby Boys, que, sobre un campo bombardeado por los alemanes, conquistaron primero el fútbol inglés y después prometieron disputarle la supremacía europea al Real Madrid. Compartían espíritu, juventud y talento. Repartían cartas y risas en el avión que los traía de vuelta a casa tras eliminar al Estrella Roja, en Belgrado, clasificados para las semifinales de la Copa de Europa, cuando pararon a repostar en Múnich. Al tercer intento de despegue, aquel vuelo 609 de la British European Airways se estrelló contra una casa a las 15.04 del 6 de febrero de 1958.se cumplen 50 años.
El Manchester United rinde tributo esta semana a los 23 fallecidos, ocho de ellos futbolistas. Tommy Taylor, el delantero centro, de 26 años; Robert Byrne, lateral izquierdo y capitán, de 28; Geoff Bent, callado suplente, de 26; Mark Jones, mediocentro fumador de pipa, de 24; David Pegg, extremo, de 22, hijo de un minero de Yorkshire y que disfrutaba escuchando a Frank Sinatra junto a Liam Whelan, el interior de Dublín, de 22; Eddie Coleman, travieso interior derecho, de 21, y Duncan Edwards, el niño prodigio de 21, medio izquierdo, que murió desangrado 15 días después.
Les arrancaron el corazón a los Busby Boys, aunque los supervivientes mantuvieron viva la memoria hasta hoy. El más célebre, Bobby Charlton, que era apenas una promesa de 20 años, ha pasado estos días por los colegios de Manchester contando a los niños lo que significó aquella época. Los 50 fueron años de luz en Inglaterra en contraste con los oscuros 40 de la posguerra. La vida comenzaba a avanzar y a distanciarse de la cartilla de racionamiento y del mercado negro. Los más afortunados se compraban unas botas del extremo Stanley Matthews, la estrella del momento. Era el apogeo de James Dean en el cine y la música de Bill Haley con Rock around the clock. En Gran Bretaña triunfaban Tommy Steele y Frankie Lymon and The Teenagers. ¿El fútbol? Pesado y autocomplaciente, con los estadios llenos, si bien otra gran tragedia ya le había sacudido: el accidente aéreo de 1949 en el que murió todo el Torino. Ferenc Puskas dio una lección a los inventores del juego. Hasta entonces, un delantero centro era un tipo poderoso que trataba de arrasar a los defensas.
Los húngaros tuvieron una idea. Su 9, Nandor Hidegkuti, jugaba como un enlace con la media, abriendo espacios para sus compañeros de ataque, Puskas y Kocsis, e incorporándose por sorpresa al gol. Hungría ganó a Inglaterra por 3-6 en Wembley y después por 7-1 en Budapest, lo que obligó a replantearse las cosas en las islas. El Manchester United adoptó el estilo húngaro. Y el entrenador, Matt Busby (1904-1994), capitán de Escocia en su etapa de jugador, iba a impulsar lo mejor de la cantera nacional. Entre él y Stan Cullis, técnico del Wolverhampton, transformaron el fútbol inglés y lo acercaron al del resto de Europa. Su lema hizo fortuna: un jugador es lo bastante mayor siempre y cuando sea lo suficientemente bueno. En 1955-56, el Manchester ganó la Liga con un juego entusiasta, poderoso y alegre, reconocido rápidamente en todo el país. E inspiró dos apodos legendarios: The Busby Boys y The Red Devils. Cuando Busby llegó al cargo, en 1945, se encontró con excelentes futbolistas y un campo maltrecho por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Busby era un hombre obsesionado con la necesidad de construir. Un purista. Le gustaba que los futbolistas se expresaran en el terreno. Tenía una mirada amplia y abierta. Quería abrir el Manchester al mundo.
De las cenizas de Múnich, Busby levantó el United a partir de tres supervivientes: Bobby Charlton, Harry Gregg y Bill Foulkes. Fichó, entre otros, a David Herd, Albert Quixhall y Dennis Law antes de descubrir, en 1964, al mayor artista norirlandés: George Best. Con ellos conquistó la Copa de Europa de 1968 al Benfica, en Wembley, el primer club inglés en lograrlo. Claro que no todo el mérito fue de Busby. Su fiel asistente, James Murphy (1910-1989), asumió los mandos mientras el primer entrenador se recuperaba de graves heridas en las piernas en un hospital de Múnich. "Estaba completamente solo y tuve que rehacer un equipo", recordó Murphy; "fue importante coger futbolistas de fuera de Old Trafford, fuera del ambiente de muerte de Manchester y de toda la emoción". Trece días después de la tragedia, el Manchester disputó la Copa inglesa contra el Sheffield en su mítico estadio. Sesenta mil espectadores crearon un ambiente electrizante. Las alineaciones contenían once espacios en blanco en vez de los nombres de los jugadores. Los hinchas corearon los de los fallecidos. El United venció por 3-0. "Me dieron pena los chicos del Sheffield", dijo Charlton; "para los aficionados sólo había un equipo, el nuestro".
Tres meses después, Busby presenció con muletas la final de la Copa perdida ante el Bolton (2-0). Todos cantaron ese día en Wembley Abide with me (Resiste junto a mí) cuando los jugadores salían del vestuario. Los chicos del United lucían un blasón en el pecho de sus camisetas, el emblema del ave Fénix renaciendo de sus cenizas. "Tras perder ante el Bolton, fue peor que nunca", evocó el defensa Foulkes; "al volver a Manchester, nos esperaban millones de personas". De los tres equipos que levantó en 25 años en el United, Busby le explicó al periodista John Roberts, autor del libro The team that wouldn't die, cuál fue su preferido: "A los más viejos les puede gustar mi primer equipo, el que ganó la Copa de 1948. Otros prefieren el que precedió a la tragedia, los Babes. Y otros, por la magia de Charlton, Best y Law, dirán que el que conquistó la Copa de Europa de 1968, aun sin el lesionado Law. El de antes de Múnich fue potencialmente el mejor que he visto. Estaba a punto de arrebatarle la corona al Madrid".
"¿Eres tú, Jimmy? ¿El partido ante los Wolves es a las tres?", susurró Duncan Edwards, echado en la cama del hospital de Múnich, al recibir la visita de James Murphy. A pesar de las heridas mortales, Edwards pensaba en jugar ante el Wolverhampton. El volante izquierdo sólo jugó en Primera cuatro años, nueve meses y seis días, convirtiéndose en el James Dean del fútbol inglés. "Era tan bueno con la derecha como con la izquierda", lo describió Bobby Charlton; "podía meter un balón a 30 metros y era sólido en la defensa y bueno en el juego aéreo. Recuerdo una anécdota: en una semifinal ante el Chelsea, Murphy nos dijo que evitáramos la dependencia de Duncan. Que éramos un equipo sobrado de talento. Al llegar 0-0 al descanso, nos gritó: 'Pasadle a Duncan'. Ganamos el partido". Edwards fue también la debilidad de Busby, que lo comparaba con Best por la tranquilidad con que se tomaban los partidos. "Nada podía pararlo ni ponerle nervioso. Y tenía una frase talismán: 'Eh, chicos, no hemos venido aquí para nada".
A los 11 años, Duncan ya jugaba con chicos de 15 en el Dudley, el conjunto de su ciudad. A esa edad se lo llevó el Manchester United y lo hizo debutar en Primera a los 16 años y 184 días frente al Cardiff City. Ganó dos Ligas consecutivas y en 1957 llegó a las semifinales de la Copa de Europa, en las que cayó ante el Madrid de Di Stéfano. Por el camino logró resultados espectaculares: un 12-0 al Anderlecht o un 5-6 en el cómputo global ante el Athletic. Se estrenó con la selección a los 18 años y 183 días, registro sólo superado por Michael Owen en el Mundial de Francia 98. Debutó en la aplastante victoria ante Escocia (7-2) y causó sensación ante la Alemania que venía de proclamarse campeona del mundo en Suiza 54. Marcó cinco goles en 18 partidos internacionales. El espíritu de Busby ha perdurado a lo largo del tiempo.
El Manchester ganaría dos Ligas, 1965 y 1967, antes de iniciar un declive que acabó con el descenso en 1974. Resurgió ya con Alex Ferguson, otro escocés, en el banquillo desde 1986. Él también apostó por la juventud y consiguió casi un milagro: dar prioridad al fútbol en un club convertido en un negocio multimillonario. Sus diablos rojos se vestirán el domingo como hace 50 años. Los números del 1 al 11, la camisa clásica roja, los pantalones blancos y las medias negras, con el cuello en forma de v en vez de la camiseta abotonada de la primera mitad de aquella década. Les espera el Manchester City en Old Trafford. Ese equipaje, que no será comercializado, es el que llevaban en Belgrado un día antes de la tragedia.
El mejor recuerdo para los inmortales Busby Boys.
viernes, 31 de octubre de 2008
BOBBY CHARLTON , EL GRAN CABALLERO DEL IMPERIO BRITANICO
Sir Robert Charlton, como se le conoce de forma oficial, es uno de los tres componentes de la selección inglesa que ha logrado superar la barrera de los cien partidos internacionales, además de ganarse un gran prestigio por su corrección. Billy Wright, que llevó el brazalete de capitán en 90 ocasiones, fue el primero en ingresar en el club de los cien en la década de 1950, y Charlton y Bobby Moore, que alzaron la copa Jules Rimet en su propio país en 1966, fueron los siguientes. Mientras Wright y Moore ocuparon posiciones similares en la retaguardia inglesa, Charlton fue un jugador más ofensivo, que brilló primero por la banda y terminó de media punta por el centro. Sin embargo, los tres lograron ganarse el respeto de todo el mundo por su determinación y contundencia, pero sin juego duro.
Las principales virtudes del joven Charlton eran su velocidad y sus fintas. Conforme creció como futbolista, su posición se fue desplazando hacia el interior del campo y se convirtió en el pivote ofensivo de su equipo. Su depurada técnica en la organización del juego y la facilidad pasmosa con que adivinaba la posición de cada uno de sus compañeros le permitían repartir pases milimétricos por todo el terreno de juego. Además, tenía una potencia de disparo poco habitual para su baja estatura (1,73 m), gracias a la cual llegó a marcar prácticamente un gol por cada dos partidos con la camiseta de Inglaterra, una gesta nada despreciable en el curso de 105 encuentros con el combinado nacional. Sus 49 dianas, una más que los que anotó Gary Lineker, un delantero puro, lo convierten en el máximo goleador de la selección inglesa, y sólo el guardameta Peter Shilton lo supera en cantidad de convocatorias.
Triunfo y tragedia
Cuando Charlton jugaba en el equipo de su colegio, en Northumberland, su asombroso talento atrajo la atención del jefe de ojeadores del Manchester United, Joe Armstrong. Muchos se disputaron al joven prodigio, pero al final fue Matt Busby, el entrenador de este club, quien se hizo con la codiciada firma. En julio de 1953, Charlton abandonó Northumberland y se mudó a la ciudad de Manchester. Tras pasar un tiempo trabajando como aprendiz de ingeniero, por cierto muy cerca de Old Trafford, firmó su primer contrato profesional a los 17 años de edad. En octubre de 1956, el mes en que cumplió 19 años, debutó en el primer equipo del Manchester United en un partido contra el Charlton Athletic y celebró la ocasión marcando dos goles.
El Manchester United logró el título de liga esa temporada, al que Charlton contribuyó como extremo zurdo con diez goles en 14 partidos. Una final de la Copa de Inglaterra y una semifinal de Copa de Europa parecían ser el preludio de logros más importantes, pero la fatalidad se cebó en el equipo. El equipo de Busby sufrió un accidente aéreo en Múnich, el 6 de febrero de 1958, en el que perdieron la vida ocho jugadores. Charlton, a la sazón con 20 años de edad, salió disparado del avión todavía sujeto a su asiento. Aunque resultó ileso, las secuelas mentales que le quedaron por la pérdida de tantos compañeros en circunstancias tan dramáticas muy pronto se hicieron patentes.
Busby reconstruyó el grupo lo mejor que pudo, e hizo de Charlton la piedra angular de su nuevo equipo. El éxito retornó a Old Trafford en 1963 con una victoria en la Copa de Inglaterra, seguida por títulos de liga en 1965 y 1967. La gloria llegó para Charlton en su país la temporada siguiente cuando, diez años después del desastre aéreo de Múnich, el Manchester United derrotó al Benfica por 4-1 en Wembley en la final de la Copa de Europa y se convirtió en el primer equipo inglés que alzaba el codiciado trofeo. Para Charlton (autor del primer y el cuarto de los goles de su equipo), Busby y el guardameta Billy Foulkes, el otro jugador superviviente del accidente que seguía en el equipo, fue un momento especialmente emotivo.
Primeros pasos en la selección
El debut internacional de Charlton se produjo el 19 de abril de 1958. A pesar de que habitualmente ocupaba la banda izquierda, aquel día ocupó el flanco derecho como mediocampista defensivo pero, como ya ocurriera en su primer partido con el Manchester United, anotó un gol en la aplastante victoria por 4-0 sobre Escocia, en Hampden Park. "Todavía puedo oír el sonido del balón al introducirse en la red", rememora Charlton. "Después, sólo quedó el silencio".
Su rendimiento le permitió ser convocado para Suecia 1958, pero el combinado fue eliminado a las primeras de cambio por la URSS. Charlton no logró saltar al terreno de juego, y el entrenador Walter Winterbottom se arrepintió de haberlo convocado, ya que creía que el jugador todavía sufría las secuelas del accidente aéreo de Múnich.
Cuando se celebró la siguiente Copa Mundial de la FIFA, Chile 1962, Charlton ya se había afianzado en el equipo. Su primer gol en una Copa Mundial, contra Argentina, contribuyó a poner a Inglaterra en cuartos de final, antes de que la eliminara Brasil, a la postre campeona de aquella edición.
El brillo máximo de Inglaterra
El año 1966 quedó marcado en la memoria de los ingleses y fue uno de los mejores de Charlton, que contaba por aquel entonces 28 años de edad. Junto a su hermano Jackie, que se había convertido en un bastión de la defensa inglesa, Bobby fue el motor del equipo que triunfó en su propio país y recibió la copa Jules Rimet de manos de Su Majestad la Reina Isabel II el 30 de julio de 1966.
El torneo no comenzó nada bien, con un poco brillante empate a 0-0 frente a Uruguay. El combinado inglés necesitaba un revulsivo, y Charlton era el hombre. En el minuto 37 del partido contra México, el siguiente del grupo, Bobby recogió un balón suelto en la línea de medio campo. "Me interné y no tenía intención de disparar a puerta", comentó posteriormente en una entrevista. "No pensé que me dejarían seguir avanzando... y disparé". El balón se coló por la escuadra y, de este modo, Inglaterra encauzaba su camino hacia la final de Wembley.
Fue en la semifinal contra Portugal cuando se vio al mejor Charlton, que posteriormente sería elegido Jugador Europeo de aquel año. Su velocidad mantuvo en jaque a la zaga portuguesa, sus pases abrían espacios que sus compañeros no desaprovechaban y cuando se encontró ante la portería, explotó. Dos goles de Charlton, uno en cada mitad, fueron suficientes para que Inglaterra derrotara por la mínima (2-1) a Portugal. Especialmente el segundo llevaba su sello característico: un cañonazo al primer toque que se coló por la escuadra. Incluso uno de los jugadores portugueses lo felicitó con un apretón de manos.
En la final, el entrenador de Alemania Occidental, Helmut Schön, que sabía exactamente de dónde llegaba el peligro de la selección inglesa, puso a un joven pero brillante Franz Beckenbauer como su marcador. Cuando Bobby se incorporaba al ataque, Franz defendía, y cuando Franz atacaba, se encontraba a Bobby frente a él. Fue una batalla épica entre dos jugadores míticos. El definitivo 4-2 que lucía en el marcador al final de la prórroga indicaba claramente que Charlton había ganado el combate. El propio Beckenbauer ha admitido posteriormente: "Inglaterra nos derrotó en 1966 porque Bobby Charlton fue un poco mejor que yo".
Un final espectacular
Cuando Inglaterra viajó a México cuatro años más tarde para defender su título, Charlton, con 32 años de edad, seguía en plena forma. Como interior derecho en un equipo que había evolucionado de un 2-3-5 a un 4-2-4 y, posteriormente, a un 4-3-3, sus funciones eran más defensivas, pero no menos importantes. Tras superar la fase de grupos, Inglaterra se enfrentó a Alemania Occidental en cuartos de final, en una épica repetición de la final de 1966. Con su equipo venciendo por 2-1 y con 20 minutos por delante, el seleccionador inglés, Alf (posteriormente Sir Alf) Ramsey, retiró del terreno de juego a Charlton para preservarlo para la semifinal. Un gol de Uwe Seeler llevó el partido a la prórroga, durante la cual, Gerd Müller marcó el gol que dio la victoria a los alemanes y que consumó su venganza.
Éste fue el canto del cisne de Charlton con los colores de Inglaterra. Anunció su retirada tras el pitido final del choque disputado en León, su partido número 105 con la selección, con el que logró batir el récord de apariciones con la camiseta de Inglaterra que ostentaba Billy Wright.
Jugó otras dos temporadas con el Manchester United y participó por última vez con el equipo en abril de 1973. Su breve estancia como jugador-entrenador de otro equipo del noroeste, el Preston North End, le demostró que el mundo de los banquillos no era para él. Posteriormente, Charlton se dedicó a los negocios con notable éxito y fundó diferentes escuelas para jóvenes futbolistas.
En 1984, accedió a la Junta Directiva del Manchester United y fue invitado a formar parte de la Comisión del Fútbol de la FIFA. Desde entonces, ha trabajado para el Manchester y para Inglaterra, y ha sido reconocido como un brillante embajador del fútbol por su integridad como persona. Como dijo de él quien fuera su amigo y entrenador, Matt Busby: "Nunca ha existido un futbolista tan popular. Nadie se ha acercado tanto a la perfección como persona y como jugador".
Acerca de ... Bobby Charlton
"Cuando pienso en los grandes deportistas que han mantenido un proceder correcto a lo largo de toda su carrera, el primer y mejor ejemplo que me viene a la cabeza es Bobby Charlton".
"Bobby Charlton encarna, a mi entender, lo que significa ser grande: la humildad, tener los pies en el suelo y seguir siempre así, sin cambiar nunca. Es sorprendente que se pueda recorrer toda una carrera y mantener imperturbables esas cualidades".
Alex Ferguson, entrenador del Manchester United
"Bobby Charlton posee virtudes envidiables. Sobre todo, es un hombre callado que habla a través de la magia de sus botas. Allá donde íbamos, los aficionados al fútbol extranjeros, de todo el mundo sin excepción, sabían todo lo que hay que saber sobre Bobby Charlton. Era nuestro Pelé particular".
Alan Ball, compañero de equipo en la selección inglesa
"Lo que Bobby sabía hacer mejor que nadie era marcar goles. Puede que otros anotaran más, pero pocos marcaron goles tan espectaculares como los suyos. Sin embargo, Bob era mucho más que un goleador: se encontraba cómodo como extremo, en la delantera y en el medio campo".
Geoff Hurst, compañero de equipo en la selección inglesa
MUNDIAL INGLATERRA 1966
Al fin Inglaterra consiguió su Mundial. Los considerados “padres del fútbol” estaban dispuestos a ganarlo… fuera como fuera. y así fue desde el primer minuto de aquel Mundial. El gran rival, Brasil, fue el gran perjudicado pues se vio perseguida no sólo por los arbitrajes, sino también por la gran dureza de sus rivales.
El Mundial de Inglaterra ya había comenzado con el boicot de los países africanos, que se negaron a jugar cuando se supo que el campeón de África tenía que ir a la repesca con el campeón de Asia/Oceanía.
El ‘amaño’ comenzó con la elección de la sede
El Mundial de Fútbol de Inglaterra 1966 será recordado por la forma en que fue pensado para que los locales se llevaran el triunfo. Con anterioridad se habían visto actuaciones arbitrales favorables a los equipos locales, pero el caso inglés fue mucho más allá. El ‘amaño’ del Mundial comenzó con la elección de la sede. El presidente de la FIFA, Sir Stanley Rous -foto-, movió todos los hilos para que su país natal fuera escogido como sede del campeonato en el congreso anual de la FIFA de 1960. La excusa esgrimida para favorecer a la candidatura inglesa frente a las presentadas por España -que posteriormente se retiraría- y Alemania Federal fue el centenario de la Football Association.
Errores en la inscripción y un reparto de plazas que no gustó a todos
Inglaterra, como organizadora, y Brasil, como vigente campeón, estaban clasificados de antemano para disputar el Mundial. De las 14 plazas restantes, 9 eran para equipos europeos, 3 para conjuntos sudamericanos, 1 correspondió a Norteamerica y la última fue para el vencedor de las eliminatorias celebradas entre África, Asia y Oceanía. 71 equipos optaron a las plazas en juego. 15 conjuntos africanos, Corea del Sur y Siria se retiraron de la fase clasificatoria como medida de protesta por entender que el reparto estaba desequilibrado. Congo, Filipinas y Guatemala incurrieron en diversos errores en su inscripción que les impidieron participar, y Sudáfrica fue excluída por su política de apartheid.
Un sorteo dirigido, un reparto de sedes y horarios favorable a los ingleses
El Royal Garden Hotel Kingston de Londres fue el escenario escogido para realizar el sorteo de los emparejamientos de la primera fase. Para ello, se dividió a los 16 participantes en cuatro bombos: Sudamérica, Europa Mediterránea, Resto de Europa y Resto de equipos. Los ingleses se vieron beneficiados al tener la posibilidad de jugar en Londres, con cuatro o cinco días de diferencia entre partido y partido. Los principales rivales del combinado británico tuvieron que desplazarse a Liverpool, Manchester, Middlesbrough, Sheffield o Birmingham. Otra polémica surgió alrededor de las designaciones arbitrales. Cada país participante debía presentar a dos árbitros. Y así lo hicieron todos, incluyendo a Inglaterra. Al final, un total de 7 colegiados ingleses, 1 irlandés y 1 escocés actuaron como colegiados o asistentes en alguno de los 32 partidos del Mundial.
El otro robo: la Copa Jules Rimet
El 20 de marzo de 1966, la Copa Jules Rimet desapareció de la vitrina en la que se custodiaba, para aparecer una semana después semienterrada junto a un seto de un jardín de la zona londinense de Upper Norwood. El perro Pickles fue el responsable del hallazgo, convirtiéndose en un héroe nacional.
Así fue la fase de grupos
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Inglaterra 5 3 2 1 0 4 0
Uruguay 4 3 1 2 0 2 1
México 2 3 0 2 1 1 3
Francia 1 3 0 1 2 2 5
Inglaterra y Uruguay hicieron buenos los pronósticos, imponiéndose a México -que salió del bombo de los equipos más modestos- y a Francia, que seguía inmersa en un proceso de reestructuración. Roger Hunt y Bobby Charlton fueron los jugadores más destacados entre los pross, que se beneficiaron del soprendente empate entre uruguayos y mexicanos para ocupar la primera plaza del grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Alemania Federal 5 3 2 1 0 7 1
Argentina 5 3 2 1 0 4 1
España 2 3 1 0 2 4 5
Suiza 0 3 0 0 3 1 9
La decepción del grupo la protagonizó España, que había depositado grandes esperanzas en el torneo tras haberse alzado con la Eurocopa de 1964. El combinado de José Villalonga cayó derrotado ante Argentina y Alemania, quedando fuera del Mundial a las primeras de cambio. El combinado nacional repitió marcador en todos sus enfrentamientos, 2-1, siendo a su favor únicamente en el partido ante Suiza. Tras este fracaso, España se sumió en una de las peores épocas de su historia, quedando fuera de los Mundiales del 70 y del 74, y de la Eurocopa del 72.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Portugal 6 3 3 0 0 9 2
Hungría 4 3 2 0 1 7 5
Brasil 2 3 1 0 2 4 6
Bulgaria 0 3 0 0 3 1 8
El grupo C fue el “grupo de la muerte” del Mundial de Inglaterra 1966. Inglaterra deseaba que la selección eliminada de entre las tres más poderosas -Portugal, Hungría y Brasil- fuera la verdeamarelha. Sus deseos se convirtieron en realidad y la por aquel entonces doble campeona quedó fuera de los cuartos de final. Portugal, liderada por Eusébio, la “pantera negra de Mozambique“, acabó como primera de grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Unión Soviética 6 3 3 0 0 6 1
Corea del Norte 3 3 1 1 1 2 4
Italia 2 3 1 0 2 2 2
Chile 1 3 0 1 2 2 5
Corea del Norte se convirtió en la gran sorpresa del grupo D, dejando fuera de los cuartos de final a la selección italiana. Pak Doo Ik fue el autor del tanto que permitió a los asiáticos imponerse por 1-0 en un partido jugado en Ayresome Park (Middlesbrough). Era el coreano un grupo de hombres disciplinado, que por problemas políticos habian estado a punto de quedarse fuera de la cita mundialista. Tan poca confianza tenían en su victoria que no habían reservado hotel para los cuartos. Lo que sí que tenían eran los pasajes de avión para volver a Pyongyang.
Hecatombe transalpina
Los diarios italianos no perdonaron a su selección la derrota ante Corea del Norte. La prensa catalogó el papel de Italia de “vergüenza nacional“. Otros fueron más allá, asegurando que “Il nostro calcio e’morto” -”Nuestro fútbol ha muerto“-. El partido anterior, ante la Unión Soviética, también había supuesto una derrota por la mínima para la selección azzurra. Entraba dentro de los límtes de la lógica, pero el país no supo comprender que su selección se volviera de Inglaterra venciendo únicamente a Chile.
El “robo del siglo” en cuartos de final
De nuevo hubo amaño arbitral en el sorteo de árbitros para los cuartos de final. Representantes de Argentina, España, Uruguay y la Unión Soviética habían sido citados para ser testigos. Pese a que todos llegaron a la hora convenida, el sorteo ya se había realizado, con el presidente de la FIFA, y los representantes alemán y africano como garantes de la limpieza del mismo. El germano Rudolf Kreitlein fue ‘escogido’ como colegiado del Inglaterra-Argentina. Los locales se impusieron por 1-0 a los argentinos, con un gol de Geoff Hurst en el minuto 78, en situación dudosa. Kreitlein se convirtió en protagonista del partido, expulsando al capitán albiceleste Antonio Rattin en el minuto 35. Rattin tardó más de diez minutos en abandonar el terreno de juego. Por aquel entonces todavía no habia tarjetas, y el argentino ‘no quiso entender’ que Kreitlein le había expulsado hasta que no saltó al campo un intérprete. Argentina, pese al inferioridad, hizo méritos para conseguir algo más. Su defensa siguió aplicando la táctica de fuera de juego que tan buenos resultados le había dado a lo largo del campeonato, hasta que el colegiado no señalo off-side en una dudosa jugada y Hurst tuvo vía libre para batir al meta Antonio Roma. Al final del partido, hubo graves incidentes, incluyendo la agresión de Pastoriza al colegiado. Los ingleses nunca entendieron el porqué de las quejas de los sudamericanos: “En lugar de jugar, pretendían dirigirle el partido al árbitro“, declaró Bobby Charlton al finalización del choque. Los otros partidos de cuartos se saldaron con los siguientes resultados: Unión Soviética 2-1 Hungria Alemania Federal 4-0 Uruguay Portugal 5-3 Corea del Norte Los norcoreanos estuvieron a punto de dar una nueva sorpresa. No en vano, se pusieron 0-3 en el minuto 25. Cuatro goles de Eusébio y uno de Augusto completaron la remontada lusa.
Semifinales con sabor europeo
Inglaterra 2-1 Portugal Dos goles de Charlton -en la foto, detalle del segundo de ellos- clasificaron a Inglaterra para la final. El tanto de Eusébio no fue suficiente para clasificar a Portugal, para muchos el mejor equipo del torneo, para el partido definitivo. Unión Soviética 1-2 Alemania Federal Haller y Beckenbauer marcaron para los alemanes. Los soviéticos redujeron diferencias con un gol de Porkujan en el minuto 88, pero para aquel entonces los germanos ya tenían pie y medio en la final.
La gran final: Alemania Federal-Inglaterra
Sin duda, uno de los partidos más polémicos de la Historia de los Mundiales. El tiempo reglamentario finalizó con empate a dos goles. Haller adelantó a los alemanes en el ‘12 de la primera, pero apenas seis minutos después Hurst empató el choque. Peters dio ventaja a los locales, que vistieron de rojo para la ocasión. Cuando parecía que el triunfo sería inglés, Weber empató cuando finalizaba el tiempo reglamentario. En la prórroga, Hurst se convirtió en protagonista, ayudado por el colegiado sueco Gottfried Dienst y por su líner, el soviético Bakhramov. El delantero inglés recibió una pelota en franca situación en el minuto 101. Llenándose de balón, golpeó con todas su fuerzas. El cuero pegó en el larguero de la meta defendida por Tilkowski, y aparentemente botó fuera antes de ser despejado por la defensa alemana. Dienst concedió el gol, a instancias de su asistente. Bakhramov declaró años después: “No vi entrar la pelota, pero Dienst descargó sobre mi espalda toda la responsabilidad. ¿Que podía hacer?“ Con Alemania volcada en busca del empate, Hurst sentenció el partido con un disparo seco en el minuto 120. Con su gol, el delantero del West Ham se convirtió en el único jugador que ha anotado tres goles en una final mundialista, dando a Inglaterra el que hasta ahora es su único triunfo en un Mundial. Una victoria que más de 40 años después sigue rodeada del halo de la polémica y del amaño.
Estaba claro. Inglaterra había de ser campeona.
El Mundial de Inglaterra ya había comenzado con el boicot de los países africanos, que se negaron a jugar cuando se supo que el campeón de África tenía que ir a la repesca con el campeón de Asia/Oceanía.
El ‘amaño’ comenzó con la elección de la sede
El Mundial de Fútbol de Inglaterra 1966 será recordado por la forma en que fue pensado para que los locales se llevaran el triunfo. Con anterioridad se habían visto actuaciones arbitrales favorables a los equipos locales, pero el caso inglés fue mucho más allá. El ‘amaño’ del Mundial comenzó con la elección de la sede. El presidente de la FIFA, Sir Stanley Rous -foto-, movió todos los hilos para que su país natal fuera escogido como sede del campeonato en el congreso anual de la FIFA de 1960. La excusa esgrimida para favorecer a la candidatura inglesa frente a las presentadas por España -que posteriormente se retiraría- y Alemania Federal fue el centenario de la Football Association.
Errores en la inscripción y un reparto de plazas que no gustó a todos
Inglaterra, como organizadora, y Brasil, como vigente campeón, estaban clasificados de antemano para disputar el Mundial. De las 14 plazas restantes, 9 eran para equipos europeos, 3 para conjuntos sudamericanos, 1 correspondió a Norteamerica y la última fue para el vencedor de las eliminatorias celebradas entre África, Asia y Oceanía. 71 equipos optaron a las plazas en juego. 15 conjuntos africanos, Corea del Sur y Siria se retiraron de la fase clasificatoria como medida de protesta por entender que el reparto estaba desequilibrado. Congo, Filipinas y Guatemala incurrieron en diversos errores en su inscripción que les impidieron participar, y Sudáfrica fue excluída por su política de apartheid.
Un sorteo dirigido, un reparto de sedes y horarios favorable a los ingleses
El Royal Garden Hotel Kingston de Londres fue el escenario escogido para realizar el sorteo de los emparejamientos de la primera fase. Para ello, se dividió a los 16 participantes en cuatro bombos: Sudamérica, Europa Mediterránea, Resto de Europa y Resto de equipos. Los ingleses se vieron beneficiados al tener la posibilidad de jugar en Londres, con cuatro o cinco días de diferencia entre partido y partido. Los principales rivales del combinado británico tuvieron que desplazarse a Liverpool, Manchester, Middlesbrough, Sheffield o Birmingham. Otra polémica surgió alrededor de las designaciones arbitrales. Cada país participante debía presentar a dos árbitros. Y así lo hicieron todos, incluyendo a Inglaterra. Al final, un total de 7 colegiados ingleses, 1 irlandés y 1 escocés actuaron como colegiados o asistentes en alguno de los 32 partidos del Mundial.
El otro robo: la Copa Jules Rimet
El 20 de marzo de 1966, la Copa Jules Rimet desapareció de la vitrina en la que se custodiaba, para aparecer una semana después semienterrada junto a un seto de un jardín de la zona londinense de Upper Norwood. El perro Pickles fue el responsable del hallazgo, convirtiéndose en un héroe nacional.
Así fue la fase de grupos
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Inglaterra 5 3 2 1 0 4 0
Uruguay 4 3 1 2 0 2 1
México 2 3 0 2 1 1 3
Francia 1 3 0 1 2 2 5
Inglaterra y Uruguay hicieron buenos los pronósticos, imponiéndose a México -que salió del bombo de los equipos más modestos- y a Francia, que seguía inmersa en un proceso de reestructuración. Roger Hunt y Bobby Charlton fueron los jugadores más destacados entre los pross, que se beneficiaron del soprendente empate entre uruguayos y mexicanos para ocupar la primera plaza del grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Alemania Federal 5 3 2 1 0 7 1
Argentina 5 3 2 1 0 4 1
España 2 3 1 0 2 4 5
Suiza 0 3 0 0 3 1 9
La decepción del grupo la protagonizó España, que había depositado grandes esperanzas en el torneo tras haberse alzado con la Eurocopa de 1964. El combinado de José Villalonga cayó derrotado ante Argentina y Alemania, quedando fuera del Mundial a las primeras de cambio. El combinado nacional repitió marcador en todos sus enfrentamientos, 2-1, siendo a su favor únicamente en el partido ante Suiza. Tras este fracaso, España se sumió en una de las peores épocas de su historia, quedando fuera de los Mundiales del 70 y del 74, y de la Eurocopa del 72.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Portugal 6 3 3 0 0 9 2
Hungría 4 3 2 0 1 7 5
Brasil 2 3 1 0 2 4 6
Bulgaria 0 3 0 0 3 1 8
El grupo C fue el “grupo de la muerte” del Mundial de Inglaterra 1966. Inglaterra deseaba que la selección eliminada de entre las tres más poderosas -Portugal, Hungría y Brasil- fuera la verdeamarelha. Sus deseos se convirtieron en realidad y la por aquel entonces doble campeona quedó fuera de los cuartos de final. Portugal, liderada por Eusébio, la “pantera negra de Mozambique“, acabó como primera de grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Unión Soviética 6 3 3 0 0 6 1
Corea del Norte 3 3 1 1 1 2 4
Italia 2 3 1 0 2 2 2
Chile 1 3 0 1 2 2 5
Corea del Norte se convirtió en la gran sorpresa del grupo D, dejando fuera de los cuartos de final a la selección italiana. Pak Doo Ik fue el autor del tanto que permitió a los asiáticos imponerse por 1-0 en un partido jugado en Ayresome Park (Middlesbrough). Era el coreano un grupo de hombres disciplinado, que por problemas políticos habian estado a punto de quedarse fuera de la cita mundialista. Tan poca confianza tenían en su victoria que no habían reservado hotel para los cuartos. Lo que sí que tenían eran los pasajes de avión para volver a Pyongyang.
Hecatombe transalpina
Los diarios italianos no perdonaron a su selección la derrota ante Corea del Norte. La prensa catalogó el papel de Italia de “vergüenza nacional“. Otros fueron más allá, asegurando que “Il nostro calcio e’morto” -”Nuestro fútbol ha muerto“-. El partido anterior, ante la Unión Soviética, también había supuesto una derrota por la mínima para la selección azzurra. Entraba dentro de los límtes de la lógica, pero el país no supo comprender que su selección se volviera de Inglaterra venciendo únicamente a Chile.
El “robo del siglo” en cuartos de final
De nuevo hubo amaño arbitral en el sorteo de árbitros para los cuartos de final. Representantes de Argentina, España, Uruguay y la Unión Soviética habían sido citados para ser testigos. Pese a que todos llegaron a la hora convenida, el sorteo ya se había realizado, con el presidente de la FIFA, y los representantes alemán y africano como garantes de la limpieza del mismo. El germano Rudolf Kreitlein fue ‘escogido’ como colegiado del Inglaterra-Argentina. Los locales se impusieron por 1-0 a los argentinos, con un gol de Geoff Hurst en el minuto 78, en situación dudosa. Kreitlein se convirtió en protagonista del partido, expulsando al capitán albiceleste Antonio Rattin en el minuto 35. Rattin tardó más de diez minutos en abandonar el terreno de juego. Por aquel entonces todavía no habia tarjetas, y el argentino ‘no quiso entender’ que Kreitlein le había expulsado hasta que no saltó al campo un intérprete. Argentina, pese al inferioridad, hizo méritos para conseguir algo más. Su defensa siguió aplicando la táctica de fuera de juego que tan buenos resultados le había dado a lo largo del campeonato, hasta que el colegiado no señalo off-side en una dudosa jugada y Hurst tuvo vía libre para batir al meta Antonio Roma. Al final del partido, hubo graves incidentes, incluyendo la agresión de Pastoriza al colegiado. Los ingleses nunca entendieron el porqué de las quejas de los sudamericanos: “En lugar de jugar, pretendían dirigirle el partido al árbitro“, declaró Bobby Charlton al finalización del choque. Los otros partidos de cuartos se saldaron con los siguientes resultados: Unión Soviética 2-1 Hungria Alemania Federal 4-0 Uruguay Portugal 5-3 Corea del Norte Los norcoreanos estuvieron a punto de dar una nueva sorpresa. No en vano, se pusieron 0-3 en el minuto 25. Cuatro goles de Eusébio y uno de Augusto completaron la remontada lusa.
Semifinales con sabor europeo
Inglaterra 2-1 Portugal Dos goles de Charlton -en la foto, detalle del segundo de ellos- clasificaron a Inglaterra para la final. El tanto de Eusébio no fue suficiente para clasificar a Portugal, para muchos el mejor equipo del torneo, para el partido definitivo. Unión Soviética 1-2 Alemania Federal Haller y Beckenbauer marcaron para los alemanes. Los soviéticos redujeron diferencias con un gol de Porkujan en el minuto 88, pero para aquel entonces los germanos ya tenían pie y medio en la final.
La gran final: Alemania Federal-Inglaterra
Sin duda, uno de los partidos más polémicos de la Historia de los Mundiales. El tiempo reglamentario finalizó con empate a dos goles. Haller adelantó a los alemanes en el ‘12 de la primera, pero apenas seis minutos después Hurst empató el choque. Peters dio ventaja a los locales, que vistieron de rojo para la ocasión. Cuando parecía que el triunfo sería inglés, Weber empató cuando finalizaba el tiempo reglamentario. En la prórroga, Hurst se convirtió en protagonista, ayudado por el colegiado sueco Gottfried Dienst y por su líner, el soviético Bakhramov. El delantero inglés recibió una pelota en franca situación en el minuto 101. Llenándose de balón, golpeó con todas su fuerzas. El cuero pegó en el larguero de la meta defendida por Tilkowski, y aparentemente botó fuera antes de ser despejado por la defensa alemana. Dienst concedió el gol, a instancias de su asistente. Bakhramov declaró años después: “No vi entrar la pelota, pero Dienst descargó sobre mi espalda toda la responsabilidad. ¿Que podía hacer?“ Con Alemania volcada en busca del empate, Hurst sentenció el partido con un disparo seco en el minuto 120. Con su gol, el delantero del West Ham se convirtió en el único jugador que ha anotado tres goles en una final mundialista, dando a Inglaterra el que hasta ahora es su único triunfo en un Mundial. Una victoria que más de 40 años después sigue rodeada del halo de la polémica y del amaño.
Estaba claro. Inglaterra había de ser campeona.
jueves, 30 de octubre de 2008
MASOPUST , EL CHECO DE ORO
Soy de los que defiende que muchos de los jugadores que nos deleitaron en épocas anteriores, no serían hoy más que comparsas víctimas de su físico. Hay incontables ejemplos de cómo la técnica era la virtud estelar y casi exclusiva de los mejores jugadores de épocas pasadas. La facilidad hacia la vida desenfrenada o, al menos, alejada del profesionalismo actual (donde es impensable lucir michelines y hasta criticable no entrenar a menudo) hace casi imposible la comparación entre aquellos mitos y los actuales.
Sin embargo, siempre hay quien hubiera tenido más facilidades para acoplarse en una época posterior a la que le tocó vivir y, entre todos ellos, destacaría la figura del checo de oro: Joseph Masopust. No tenía un físico especial ni mucho menos pero, consciente de ello y con una señera capacidad de sacrificio, se preparaba a conciencia cada invierno en las montañas checas. Retirado de la ciudad y con la mente liberada. El, mejor que nadie, sabía que cuidando su medio de trabajo y perfeccionando en la concentración, no le iban a faltar coronas (moneda checa) que llevarse al bolsillo en una Checoslovaquia sumida en la ausencia de la democracia liberal.
Su excelente preparación físico-mental le hacía ser omnipotente en cada partido ya que aparecía con libertad por cualquier zona, defendía la salida de balón y luchaba para recuperarla más allá de sus límites. Su fútbol, en constante estado de nerviosismo por la tensión y énfasis de cada uno de sus enérgicos movimientos, parecía tomarse un respiro cuando se pedía la frialdad del último pase, una cualidad que le hizo prodigioso. Su inteligencia y saber estar, unido a su llegada y buen disparo, le hacían lucir entre la jocosidad de quienes le disfrutaron.
Su carrera fue larga producto de su mentalidad pero nunca recibió el reconocimiento que merecía pues los comunistas checos le impidieron en varias ocasiones abandonar el fútbol nacional. Pese a formarse en el modesto Baník Most, el Teplice lo hizo debutar al máximo nivel con 19 años. Dos después, firmó por el Dukla de Praga, en el que sería santo y seña durante nada menos que dieciséis temporadas ya que, ante la imposibilidad de marcharse, tuvo que bajar su nivel para poder emigrar al Molenbeek belga. Eso sí, cuando ya tenía 37 años.
Con el Dukla vivió los mejores recuerdos del fútbol checo, donde más allá de los ocho títulos ligueros, logró alcanzar las semifinales de la Copa de Europa en el 67, cayendo ante un Celtic que terminaría como campeón. En aquella generación sin comparación y sin sustitutos aún a la vista, estaban nombres como Ladislas Novak, Pluskal, Kouba, Borovicka o Safranek, pero sobre todo, el líder intocable era Masopust.
Organizador, recuperador y maestro del dribling (arte que le hizo singular), jamás huyó de su sueño, llegar a una final mundialista. Esa meta, que empezó ante Hungría en 1954, se consumó ocho años después, en Chile 1962. A la cita ya llegaba tras haber disputado el Mundial del 58 y de obtener la medalla de bronce en la Eurocopa anterior, pero allí, en tierras chilenas, se vio al mejor centrocampista del momento. No sólo alcanzó la deseada final, sino que un derechazo suyo propició que los checos se adelantaran a Brasil en la finalísima de Santiago. Pese a perder (3-1), su caché ya era imparable y recibió meses después el Balón de Oro. El primero en la historia para el fútbol del este. El Primero de su país.
Era la luz entre las sombras, el brillo que tantas veces le había deslumbrado en las altitudes de su querida Strimic, la ciudad que le vio nacer y que, poco después, fue demolida para construir una gigantesca mina de carbón. Así, tras los cambios de nombre en el Dukla, el abandono del estadio Juliska y la desaparición de la antigua Checoslovaquia, a Masopust sólo le queda un recuerdo de aquellos enterrados años, un Balón al que aún le sobra el brillo de su dueño. El mismo que levantó por delante de otra leyenda, un tal Eusebio.
EL MUNDIAL DE CHILE , EL ORGULLO DE UNA NACION
Después de dos campeonatos en Europa, la FIFA decidió que Suramérica tenía que ser la próxima sede y los candidatos eran Chile y Argentina, pero un acontecimiento extrafutbolístico estuvo a punto de arruinar la cita andina. El terremoto de Valdivia de 1960 fue un seísmo registrado el 22-5-1960, en el que murieron miles de personas y que tuvo 9,5º en la escala Ritcher. Para que todo estuviera en orden en los plazos adecuados, por primera vez en la historia se semiprivatizó el campeonato, una empresa ayudó a que todo saliera bien. Al final, fue una cuestión de orgullo nacional. Bajo el lema Porque nada tenemos, lo tenemos todo. eso resumió el espíritu de unión y el buen trabajo llevado a cabo por todo el pueblo chileno. >e.c.
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GARRINCHA , EL ANGEL DE LAS PIERNAS TORCIDAS
"La diferencia con Pelé es que yo apenas supe driblar los problemas con los pies", dijo una vez, sobre su millonario ex compañero de la selección brasileña, Garrincha, muerto hace 25 años en un hospital de Río de Janeiro, con sus órganos devorados por el alcohol.
El 20 de enero de 1983 Garrincha murió a los 49 años de cirrosis hepática. Su tumba hoy está abandonada.
Sólo la visita el viento y la lluvia, dijo el cuidador del cementerio de Pau Grande, la ciudad del interior de Río de Janeiro donde nació el crack que brilló en Botafogo.
La imagen de Garrincha, héroe de Brasil en los Mundiales de Suecia 1958 y 1962, es la de la "Alegría del Pueblo" por sus regates inolvidables que nadie en la historia igualó. A tal punto que a sus marcadores de punta los llamaba de "Joao", a todos por igual. "Hoy me marca Joao", solía decir antes del juego.
Su biografía, llamada "Estrela Solitaria" y escrita por el periodista Ruy Castro, es el libro de cabecera del presidente Luiz Lula da Silva, quien habitualmente recuerda al futbolista con alegría y un poco de misericordia.
Muerto en la pobreza, 14 hijos (uno nacido en Estocolmo tras su paso por Suecia 58), tres matrimonios frustrados, el más famoso con la cantante Elza Soares, Garrincha fue el espejo roto de Pelé. Nunca fueron amigos y ambos, cuando se encontraban, aclaraban eso, en total armonía y sinceridad.
Un encuentro armado por una revista deportiva Placar en 1982 juntó a Pelé y a Garrincha, según la biografía de Ruy Castro. Cerca de la muerte, Garrincha le dijo en esa entrevista a Pelé: "Oye rey, no tienes algunas monedas para prestarme, sé que estás llenos de verdes (dólares)".
Alcohólico, mujeriego, salidor, irreverente, Garrincha se mezclaba con el pueblo en los carnavales, en los bailes, en partidos de fútbol sin importancia. Se alejaba de quienes lo elogiaban, pero se acercaba a los bares, que le fiaban la cerveza y la cachaça.
Nacido en Pau Grande y criado por su hermana mayor, Garrincha llegó al mundo con características físicas genéticas alteradas: sufría de distrofia física, sus piernas torcidas. La izquierda era seis centímetros más corta que la derecha.
A tal punto que en los test psicofísicos para el Mundial de Suecia 1958 sacó 38 puntos, contra los 123 necesarios para subirse al avión hacia Estocolmo.
Condenado a dejar el fútbol por ese test, Nilton Santos, lateral izquierdo de Botafogo encabezó un movimento interno dentro del plantel donde brillaban Didí y Vavá que dio sus frutos y Manoel dos Santos, Garrincha, consiguió un asiento hacia Europa.
La táctica de ese equipo es recordada aún por los periodistas deportivos: "Hay que dársela a Garrincha".
El aniversario 25 de la muerte de Garrincha -cuyo nombre lleva el estadio de Brasilia- se enmarca en una disputa entre Botafogo y los hijos del crack.
La familia reclama que la estatua en homenaje a Garrincha sea mantenida en el el estadio Maracaná, mientras que Botafogo quiere llevarla hacia su nueva cancha, el estadio Joao Havelange.
La biografía de Ruy Castro tardó en salir a la venta porque fue objetada en 1995 ante la justicia por la familia del crack, dado que el escritor escribió que todos los relatos de las amantes y amigos de él, hablaban de la extensión de su pene, de 25 centímetros, como algo inusual.
Un juez resolvió que ese dato era válido y hasta positivo para el crack en una sociedad machista.
Garrincha apenas perdió un partido con la selección brasileña, contra Hungría en Inglaterra 66. Y un dato más que llamativo: nunca Brasil cayó con Garrincha y Pelé jugando juntos con la verdeamarilla.
Comenzó en Pau Grande, en un equipo de la fábrica textil del pueblo, luego fue a Botafogo (cinco títulos), Atlético Junior de Colombia (1 partido), Corinthians, Flamengo, Olaría. Su último partido fue a los 48 años para Planaltina, en los suburbios de Brasilia, luego de años regados por alcohol, violencia familiar causada por la abstinencia, hospitales y bolsillos vacíos.
Los especialistas atribuyen a Garrincha el Mundial 1962 ganado por Brasil en Chile, dado que Pelé quedó fuera de la competición por lesión.
Si Pelé es considerado como el futbolista técnicamente perfecto por los brasileños, Garrincha será recordado de por vida como la desfachatez hecha jugador. Atrevido, alegre, divertido, este delantero derecho arrancó las sonrisas de miles de fanáticos en todas sus presentaciones.
Tras enterarse de la muerte de Garrincha (sobrenombre dado por un pájaro de las sierras de Rio de Janeiro) Carlos Drummond de Andrade, uno de los mayores poetas de la historia de Brasil, lo lloró: "Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó a un país entero a suspender las tristezas. Lo peor es que las tristezas vuelven y no hay otro Garrincha disponible. Se necesita un Garrincha nuevo que nos alimente el sueño".
Acerca de ... Garrincha
"Un día entró a casa con un pajarito en la mano y le dije: 'Mira, es igualito a ti. Vuela mucho, pero no sirve para nada: es un garrincha'. Allí le quedó ese apodo de por vida".
Rosa Dos Santos, hermana mayor de Garrincha
"Cuando se vino a probar a Botafogo, la primera pelota que tocó la hizo pasar entre mis piernas. Muchos pensaban que podía ofenderme, pero por el contrario, le dije ahí mismo a los directivos que había que ficharlo. Por suerte me hicieron caso".
Nilton Santos, compañero de Garrincha en Botafogo
"Garrincha era un jugador fenomenal. Sin él a mi lado, no habría llegado a conquistar tres Mundiales a lo largo de mi carrera".
Pelé, compañero de Garrincha en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Yo con Garrincha tenía algo de prejuicio. El psicólogo me había dicho que tenía algunos problemas, pero los incorporé y comprobé que los jugadores muchas veces ven mejor que el técnico desde adentro de la cancha".
Vincente Feola, entrenador de Brasil en la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Garrincha era demasiado imprevisible, hasta para nosotros, sus compañeros de equipo, pero sin duda una llave para la victoria. Desde luego, había un gran equipo rodeándolo, pero no podemos pasar por alto su increíble habilidad".
Mario Zagallo, compañero de Garrincha en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Garrincha, que hoy sigue siendo reconocido como el mejor delantero derecho de la historia, dijo que yo fui su mejor marcador. Nadie se imagina la alegría que tengo y tuve en esa época, sabiendo que el mejor jugador del mundo decía que yo era el que mejor lo anulaba. Es una verdadera pena que no esté más con nosotros".
Coronel, ex jugador del Vasco Da Gama en la década del 50'
"Garrincha es un personaje de la cultura popular brasileña, muy importante. Y mi obra siempre buscó personajes populares. Él era un romántico apasionado por el fútbol, por Brasil y las mujeres".
Milton Alencar, Director de la Película "Estrella Solitaria"
"Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo; la pelota, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha defendía a su mascota, la pelota, y juntos cometían diabluras que mataban de risa a la gente. Él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. En el camino, los rivales se chocaban entre sí".
Eduardo Galeano, escritor uruguayo en su obra "Fútbol a Sol y Sombra"
LA BATALLA DE SANTIAGO
El Chile – Italia del ’62 no fue un partido cualquiera. Un ambiente muy tenso, por culpa de dos periodistas italianos, dio origen a una ensalada de patadas y al combo de Leonel Sánchez.
Por José Antonio Giordano
Leonel Sánchez lleva la pelota pegada a su pie izquierdo, escondiéndola de un jugador italiano. Se da vuelta y recibe una patada que lo hace caer, a quince metros del área. Estando en el suelo, recibe dos patadas más. El guardalíneas agita su bandera, cobrando la falta. Pero eso no basta para Leonel: recuerda las lecciones de su padre, el boxeador René Sánchez, y conecta un gancho izquierdo al mentón del italiano, quien cae desplomado al césped del Estadio Nacional.
Esta escena es quizás la más recordada de la “Batalla de Santiago”, nombre que se le da al partido entre Chile e Italia, por el mundial del ‘62. Casi nadie recuerda que otro jugador de Italia ya había sido expulsado, y que incluso debió abandonar el campo de juego escoltado por tres policías, ya que se negaba a salir.
Pero el golpe de Sánchez no fue gratis. Carlos, un Capitán del Ejército, no vio las imágenes del golpe. Pero igual cree que estuvo justificado. “A nadie le pegan porque sí”, dice. Y en eso no se equivoca.
Antes del mundial, dos periodistas italianos viajaron a Chile para saber cómo era la situación del país, en particular de Santiago. Y lo que enviaron de vuelta no fue nada bueno. El diario Il resto del Carlino se refirió a Chile como primitivo, y a Santiago como una ciudad llena de basura, un asco.
Según Sergio Livingstone, eso no gustó nada en Chile. “Hubo una malquerencia con Italia tremenda, pero los jugadores no tenían la culpa. Además, los italianos tienen su genio. Todo eso produjo un partido así de caliente”.
No sólo los futbolistas recibieron el enojo de los chilenos, a los italianos de a píe también les tocó su cuota de recriminación. Giuseppe, italiano viviendo en Chile y dueño de un Café, sufrió con el trato que recibió la gente de Chile por parte de sus compatriotas, y que luego sufriría en cancha su selección.
Compró el abono para todos los partidos del mundial. Pero la “Batalla de Santiago” fue el último que vio. “Por la pelea que hubo por culpa del periodista ese, de porquería, no fui más al estadio. Fue por rabia, Italia no merecía que la sacaran para afuera (sic)”, se lamenta.
Llegaba todas las mañanas a su Café, y ahí sus clientes los fustigaban por las palabras de su compatriotas. Pero también había quienes lo defendían.“¿Qué culpa tenía yo?”, se pregunta, mientras muestra las palmas de su mano.
El público chileno ayudó a generar la violencia. Al salir Italia a la cancha, la silbatina fue generalizada. El jugador chileno lo entendió. Y sumándole el fútbol a la italiana, un fútbol de mucho corte y mucha fuerza, el resultado fue la ensalada de patadas que se vivió ese día.
Pero el partido no fue denominado una batalla sólo por el combo de Leonel. A la expulsión con policías hay que agregarle otra por parte de la azzura. La víctima de Sánchez, el defensa Mario David, fue testigo de cómo el guardalíneas negaba el combo, por lo que fue en busca de la venganza. Un par de minutos después, se encuentra de nuevo con el delantero chileno, quien debió ser expulsado, y lo levanta de una patada que lo hace merecedor a él de la expulsión.
En total, el partido fue suspendido cuatro veces por las agresiones entre futbolistas. “Fue un partido muy muy violento, casi animal total”, dice Felipe Bianchi.
Para Sánchez, ese será un mundial difícil de olvidar: fue tercero del mundo y goleador del torneo, junto a otros jugadores, con cuatro goles cada uno. Pero Chile ’62 también hizo que el diario Inglés The Times lo situara en el sexto lugar de los futbolistas más rudos del mundo.
Chile volvió a jugar contra Italia por un mundial. Fue en Francia 1998, 36 años después de la “Batalla de Santiago”. También fue polémico, por un dudoso penal que se transformó en el empate para los italianos.
Pero no fue un partido duro. Ninguna expulsión, ningún combo. Ningún policía en la cancha. No había un ambiente previo tan caliente como el ’62. Quizás faltó alguien que pusiera las cosas en orden, alguien que dejara en claro que a Chile no se le pasa a llevar. Faltó un hijo de boxeador.
El periodista inglés David Coleman presentó el partido para sus paisanos con la siguiente afirmación: “Buenas tardes. El juego que están por presenciar es la exhibición de fútbol más estúpida, espantosa, desagradable y vergonzosa, posiblemente, en la historia de este deporte”. Para el recuerdo quedará esta pequeña “guerra”, en la que el fútbol sacó su lado más terrible y antideportivo. Demos las gracias de que en aquel mismo mundial, también pudimos disfrutar de la magia de un genio como el patizambo Garrincha, que compensó la vergüenza de aquel fatídico partido tristemente conocido como “La batalla de Santiago”…
Por José Antonio Giordano
Leonel Sánchez lleva la pelota pegada a su pie izquierdo, escondiéndola de un jugador italiano. Se da vuelta y recibe una patada que lo hace caer, a quince metros del área. Estando en el suelo, recibe dos patadas más. El guardalíneas agita su bandera, cobrando la falta. Pero eso no basta para Leonel: recuerda las lecciones de su padre, el boxeador René Sánchez, y conecta un gancho izquierdo al mentón del italiano, quien cae desplomado al césped del Estadio Nacional.
Esta escena es quizás la más recordada de la “Batalla de Santiago”, nombre que se le da al partido entre Chile e Italia, por el mundial del ‘62. Casi nadie recuerda que otro jugador de Italia ya había sido expulsado, y que incluso debió abandonar el campo de juego escoltado por tres policías, ya que se negaba a salir.
Pero el golpe de Sánchez no fue gratis. Carlos, un Capitán del Ejército, no vio las imágenes del golpe. Pero igual cree que estuvo justificado. “A nadie le pegan porque sí”, dice. Y en eso no se equivoca.
Antes del mundial, dos periodistas italianos viajaron a Chile para saber cómo era la situación del país, en particular de Santiago. Y lo que enviaron de vuelta no fue nada bueno. El diario Il resto del Carlino se refirió a Chile como primitivo, y a Santiago como una ciudad llena de basura, un asco.
Según Sergio Livingstone, eso no gustó nada en Chile. “Hubo una malquerencia con Italia tremenda, pero los jugadores no tenían la culpa. Además, los italianos tienen su genio. Todo eso produjo un partido así de caliente”.
No sólo los futbolistas recibieron el enojo de los chilenos, a los italianos de a píe también les tocó su cuota de recriminación. Giuseppe, italiano viviendo en Chile y dueño de un Café, sufrió con el trato que recibió la gente de Chile por parte de sus compatriotas, y que luego sufriría en cancha su selección.
Compró el abono para todos los partidos del mundial. Pero la “Batalla de Santiago” fue el último que vio. “Por la pelea que hubo por culpa del periodista ese, de porquería, no fui más al estadio. Fue por rabia, Italia no merecía que la sacaran para afuera (sic)”, se lamenta.
Llegaba todas las mañanas a su Café, y ahí sus clientes los fustigaban por las palabras de su compatriotas. Pero también había quienes lo defendían.“¿Qué culpa tenía yo?”, se pregunta, mientras muestra las palmas de su mano.
El público chileno ayudó a generar la violencia. Al salir Italia a la cancha, la silbatina fue generalizada. El jugador chileno lo entendió. Y sumándole el fútbol a la italiana, un fútbol de mucho corte y mucha fuerza, el resultado fue la ensalada de patadas que se vivió ese día.
Pero el partido no fue denominado una batalla sólo por el combo de Leonel. A la expulsión con policías hay que agregarle otra por parte de la azzura. La víctima de Sánchez, el defensa Mario David, fue testigo de cómo el guardalíneas negaba el combo, por lo que fue en busca de la venganza. Un par de minutos después, se encuentra de nuevo con el delantero chileno, quien debió ser expulsado, y lo levanta de una patada que lo hace merecedor a él de la expulsión.
En total, el partido fue suspendido cuatro veces por las agresiones entre futbolistas. “Fue un partido muy muy violento, casi animal total”, dice Felipe Bianchi.
Para Sánchez, ese será un mundial difícil de olvidar: fue tercero del mundo y goleador del torneo, junto a otros jugadores, con cuatro goles cada uno. Pero Chile ’62 también hizo que el diario Inglés The Times lo situara en el sexto lugar de los futbolistas más rudos del mundo.
Chile volvió a jugar contra Italia por un mundial. Fue en Francia 1998, 36 años después de la “Batalla de Santiago”. También fue polémico, por un dudoso penal que se transformó en el empate para los italianos.
Pero no fue un partido duro. Ninguna expulsión, ningún combo. Ningún policía en la cancha. No había un ambiente previo tan caliente como el ’62. Quizás faltó alguien que pusiera las cosas en orden, alguien que dejara en claro que a Chile no se le pasa a llevar. Faltó un hijo de boxeador.
El periodista inglés David Coleman presentó el partido para sus paisanos con la siguiente afirmación: “Buenas tardes. El juego que están por presenciar es la exhibición de fútbol más estúpida, espantosa, desagradable y vergonzosa, posiblemente, en la historia de este deporte”. Para el recuerdo quedará esta pequeña “guerra”, en la que el fútbol sacó su lado más terrible y antideportivo. Demos las gracias de que en aquel mismo mundial, también pudimos disfrutar de la magia de un genio como el patizambo Garrincha, que compensó la vergüenza de aquel fatídico partido tristemente conocido como “La batalla de Santiago”…
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MUNDIAL CHILE 1962 2'PARTE
Ficha técnica del Mundial de Chile 1962
* Campeón: Brasil
* Subcampeón: Checoslovaquia
* Tercero: Chile
* Cuarto: Yugoslavia
* Máximos goleadores: Albert (Hungría), Garrincha y Vavá (Brasil), Jarkovic (Yugoslavia), Sánchez (Chile) e Ivanov (URSS), todos con 4 goles.
* Países participantes: 16 (56 en eliminatorias)
* Partidos Jugados: 32
* Goles: 89
Resultados del Mundial de Chile 62
* 1ª Fase
o Grupo 1: URSS 5 puntos; Yugoslavia 4; Uruguay 2; Colombia 1
o Grupo 2: Alemania Federal 5 puntos; Chile 4; Italia 3; Suiza 0
o Grupo 3: Brasil 5 puntos; Checoslovaquia 3; España 2; México 2
o Grupo 4: Hungría 5 puntos; Inglaterra 3; Argentina 3; Bulgaria 1
* Cuartos de Final
o Brasil 3 Inglaterra 1
o Yugoslavia 1 Alemania Federal 0
o Chile 2 URSS 1
o Checoslovaquia 1 Hungría 0
* Semifinales
o Checoslovaquia 3 Yugoslavia 1
o Brasil 4 Chile 2
* Tercer puesto
o Chile 1 Yugoslavia 0
* FINAL
o BRASIL 3 CHECOSLOVAQUIA 1
Curiosidades del Mundial de Chile 1962
* Fue el Mundial más duro de todos: hasta 50 jugadores se llegaron a lesionar en los primeros 4 días de campeonato.
* URSS ganaba a Colombia 4-1. En pocos minutos, una débil Colombia logró remontar el partido y empatar a 4. El árbitro del partido, checo, se jactó días después e que él había empatado el encuentro, pues odiaba a los rusos por la invasión de su país.
* En Alemania se llegaron a suspender las elecciones generales del país para que no coincidieran con el Mundial y que los alemanes dejaran de votar.
* La administración chilena olvidó poner traductores; un día un jóven pobre se presentó pidiendo trabajo. Cuando le preguntaron qué sabía hacer, Segundo Sánchez, que así se llamaba, dijo modestamente que sabía 18 idiomas. Cuandol o examinaron demostró que no sabía 18 idiomas… sino 28, sin contar dialectos como el malayo o el indonesio, pero su modestia le hizo decir menos de los que realmente eran. Todos los había aprendido por su cuenta.
* Fue el primer mundial en que el trofeo de máximo goleador hubo de ser repartido entre varios jugadores.
* Fue el primer mundial en que un jugador participó por segunda vez en una fase final defendiendo a una selección diferente. Puskas había jugado para Hungría y en esta ocasión lo hizo para España. Al igual que Santamaría, que había jugado con Uruguay y ahora lo hacía con la elástica española, y que Mazzola, que había jugado con Brasil y ahora lo hacía con Italia.
* Vavá fue el primer jugador en marcar goles en dos finales distintas de Mundiales, en Suecia 1958 y en Chile 1962. Años más tarde lo haría Pelé y luego Breitner.
MUNDIAL CHILE 1962 1'PARTE
El Mundial de Chile de 1962 se presentaba bastante “caliente”, pues los países europeos se habían quejado largamente de que la organización hubiera recaído en el país andino, del que consideraban que no reunía los requisitos mínimos necesarios para cumplir con el evento. Los estadios eran malos, el ambiente era deprimente (tal y como lo calificó un reputado periodista deportivo italiano), las comunicaciones nulas y la recepción nada amistosa.
Chile, anfitriones de 1962
“Porque nada tenemos, todo lo haremos“, fue la frase que, pronunciada por Carlos Dittborn, el principal impulsor de que el Mundial acabara en Chile, hizo que el evento futbolístico saliera adelante. Todo el país se unió bajo esa simple frase con el afán de demostrar a Europa la capacidad de lucha que tenían. Y, efectivamente, lo hicieron, pero eso no consiguió que las relaciones entre chilenos y europeos se aliviaran. Fue lo que hizo que el Mundial de Chile se convirtiera en el más duro de todos los mundiales que se ha disputado, hasta el punto de que algunos seleccionadores pidieron la vuelta a la responsabilidad deportiva, abogando por un Fair Play que parecía haberse perdido.
56 fueron los países que se inscribieron, nuevo récord, pero como en los últimos mundiales, sólo 16 pasaron a la fase final: 6 americanos y 10 europeos. De América participaron Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, México y por primera vez, Colombia. De Europa acudieron España, Italia, Alemania Occidental, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suiza, Inglaterra, la Unión Soviética y Yugoslavia.
Del primer grupo, formado por URSS, Yugoslavia, Uruguay y Colombia, sólo cabría destacar el emocionante partido que se jugó entre la URSS y los novatos de Colombia. Llegaron a ir perdiendo los colombianos por 4-1, y sin embargo, en pocos minutos, Colombia fue capaz de remontar el partido para acabar con 4-4. Lo curioso es que en la portería de la URSS jugaba el que muchos consideran mejor portero de la historia, Lev Yashin, la Araña Negra, que no tuvo aquel día su mejor partido. De aquel partido se recuerdan las palabras posteriores del árbitro del encuentro, húngaro de nacionalidad, que llegó a decir que odiaba profundamente a los rusos por la invasión de su país unos años antes. Las decisiones que tomó en aquel partido estuvieron claramente a favor de los colombianos.
En el partido URSS-Yugoslavia de aquel primer grupo ya se dio el primer enfrentamiento violento, cuando Mujic, sin valor por medio, le rompió la tibia y el peroné al defensa ruso Dubinski. aquel zaguero tuvo que retirarse del fútbol e incluso acabaron amputándole la pierna. Unos años después falleció por culpa de la complicación de las muchas operaciones que tuvieron que hacerle en la pierna. El resultado de aquel encuentro fue la de tres rusos gravemente heridos, uno de ellos se marchó con doce puntos de sutura, y dos yugoslavos lesionados, uno con el tabique nasal roto.
La segunda batalla campal se produjo en el grupo 2 en el que jugaban Chile, Italia, Suiza y Alemania Federal. Precisamente fueron Chile e Italia quienes organizaron toda una guerrilla sobre el césped producto de las críticas italianas hacia el país chileno. También aquí acabaron varios jugadores lesionados y expulsados. Entre ellos, otro con la nariz rota. aquel partido acabó con la victoria de Chile por 2-0.
En el grupo 3 se veían las caras Brasil, España, Checoslovaquia y México. Los españoles, a los que llamaban la ONU porque iban jugadores nacionalizados de varios países, fueron de sobrados, y tras ganar a México, el último partido lo jugaban contra Brasil, quien según el seleccionador español, Helenio Herrera, eran Pelé y 10 más. Pelé se había lesionado en el partido contra México y ya no volvió a jugar ni un sólo partido más en el Mundial, así que Helenio Herrera pensó que les ganarían sin problemas, con di Stéfano y Puskas en sus filas. HH reservó a varios de los titulares españoles, sin tener en cuenta que enfrente debutaba otro joven canarinho al que HH despreció: Amarildo. Él fue el autor de los dos goles que derrotaron a España y la dejaron fuera del Mundial.
En el grupo 4, con Argentina, Inglaterra, Hungría y Bulgaria sólo cabe destacar la nula actuación del seleccionado argentino en la que para muchos fue la más mala actuación de la albiceleste en todos los mundiales.
Brasil, campeona del Mundo
Chile seguía su camino hacia la final cuando tras derrotar a la URSS por 2-1 se plantó en la semifinal que luego perdería contra Brasil por 4-2. De aquel partido se recuerda los comentariso postpartidos de la prensa chilena, quien irónicamente publicó el resultado como Subdesarrollados 2 Europeos 1 en clara alusión a las críticas recibidas desde el Viejo Continente. Yugoslavia, que era la gran favorita para jugar la final contra Brasil, cayó sorprendentemente ante Checoslovaquia en semifinales, después de haber eliminado nada más y nada menos que a Uruguay y a Alemania. El cuarto contendiente, Brasil, se plantó en semifinales gracias a Garrincha, un portento futbolístico que solito, y a pesar de la gran calidad de sus compañeros como Vavá, Didí, Amarildo o Djalma Santos, se hizo con el timón de la selección. Nadie pudo frenarlo y así Brasil dejó en la cuneta a Inglaterra y Chile hasta llegar a la final.
Minetras por el tercer y cuarto puesto Chile derrotó a Yugoslavia por 1-0, en la final se enfrentaban Brasil y Checoslovaquia. Era el 17 de junio de 1962, y la selección canarinha demostró su superioridad ganando la final por 3-1 con goles de Amarildo, Zito y Vavá, que se convertía en el primer jugador en marcar en dos finales de un Mundial.
Chile, anfitriones de 1962
“Porque nada tenemos, todo lo haremos“, fue la frase que, pronunciada por Carlos Dittborn, el principal impulsor de que el Mundial acabara en Chile, hizo que el evento futbolístico saliera adelante. Todo el país se unió bajo esa simple frase con el afán de demostrar a Europa la capacidad de lucha que tenían. Y, efectivamente, lo hicieron, pero eso no consiguió que las relaciones entre chilenos y europeos se aliviaran. Fue lo que hizo que el Mundial de Chile se convirtiera en el más duro de todos los mundiales que se ha disputado, hasta el punto de que algunos seleccionadores pidieron la vuelta a la responsabilidad deportiva, abogando por un Fair Play que parecía haberse perdido.
56 fueron los países que se inscribieron, nuevo récord, pero como en los últimos mundiales, sólo 16 pasaron a la fase final: 6 americanos y 10 europeos. De América participaron Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, México y por primera vez, Colombia. De Europa acudieron España, Italia, Alemania Occidental, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suiza, Inglaterra, la Unión Soviética y Yugoslavia.
Del primer grupo, formado por URSS, Yugoslavia, Uruguay y Colombia, sólo cabría destacar el emocionante partido que se jugó entre la URSS y los novatos de Colombia. Llegaron a ir perdiendo los colombianos por 4-1, y sin embargo, en pocos minutos, Colombia fue capaz de remontar el partido para acabar con 4-4. Lo curioso es que en la portería de la URSS jugaba el que muchos consideran mejor portero de la historia, Lev Yashin, la Araña Negra, que no tuvo aquel día su mejor partido. De aquel partido se recuerdan las palabras posteriores del árbitro del encuentro, húngaro de nacionalidad, que llegó a decir que odiaba profundamente a los rusos por la invasión de su país unos años antes. Las decisiones que tomó en aquel partido estuvieron claramente a favor de los colombianos.
En el partido URSS-Yugoslavia de aquel primer grupo ya se dio el primer enfrentamiento violento, cuando Mujic, sin valor por medio, le rompió la tibia y el peroné al defensa ruso Dubinski. aquel zaguero tuvo que retirarse del fútbol e incluso acabaron amputándole la pierna. Unos años después falleció por culpa de la complicación de las muchas operaciones que tuvieron que hacerle en la pierna. El resultado de aquel encuentro fue la de tres rusos gravemente heridos, uno de ellos se marchó con doce puntos de sutura, y dos yugoslavos lesionados, uno con el tabique nasal roto.
La segunda batalla campal se produjo en el grupo 2 en el que jugaban Chile, Italia, Suiza y Alemania Federal. Precisamente fueron Chile e Italia quienes organizaron toda una guerrilla sobre el césped producto de las críticas italianas hacia el país chileno. También aquí acabaron varios jugadores lesionados y expulsados. Entre ellos, otro con la nariz rota. aquel partido acabó con la victoria de Chile por 2-0.
En el grupo 3 se veían las caras Brasil, España, Checoslovaquia y México. Los españoles, a los que llamaban la ONU porque iban jugadores nacionalizados de varios países, fueron de sobrados, y tras ganar a México, el último partido lo jugaban contra Brasil, quien según el seleccionador español, Helenio Herrera, eran Pelé y 10 más. Pelé se había lesionado en el partido contra México y ya no volvió a jugar ni un sólo partido más en el Mundial, así que Helenio Herrera pensó que les ganarían sin problemas, con di Stéfano y Puskas en sus filas. HH reservó a varios de los titulares españoles, sin tener en cuenta que enfrente debutaba otro joven canarinho al que HH despreció: Amarildo. Él fue el autor de los dos goles que derrotaron a España y la dejaron fuera del Mundial.
En el grupo 4, con Argentina, Inglaterra, Hungría y Bulgaria sólo cabe destacar la nula actuación del seleccionado argentino en la que para muchos fue la más mala actuación de la albiceleste en todos los mundiales.
Brasil, campeona del Mundo
Chile seguía su camino hacia la final cuando tras derrotar a la URSS por 2-1 se plantó en la semifinal que luego perdería contra Brasil por 4-2. De aquel partido se recuerda los comentariso postpartidos de la prensa chilena, quien irónicamente publicó el resultado como Subdesarrollados 2 Europeos 1 en clara alusión a las críticas recibidas desde el Viejo Continente. Yugoslavia, que era la gran favorita para jugar la final contra Brasil, cayó sorprendentemente ante Checoslovaquia en semifinales, después de haber eliminado nada más y nada menos que a Uruguay y a Alemania. El cuarto contendiente, Brasil, se plantó en semifinales gracias a Garrincha, un portento futbolístico que solito, y a pesar de la gran calidad de sus compañeros como Vavá, Didí, Amarildo o Djalma Santos, se hizo con el timón de la selección. Nadie pudo frenarlo y así Brasil dejó en la cuneta a Inglaterra y Chile hasta llegar a la final.
Minetras por el tercer y cuarto puesto Chile derrotó a Yugoslavia por 1-0, en la final se enfrentaban Brasil y Checoslovaquia. Era el 17 de junio de 1962, y la selección canarinha demostró su superioridad ganando la final por 3-1 con goles de Amarildo, Zito y Vavá, que se convertía en el primer jugador en marcar en dos finales de un Mundial.
MUNDIAL CHILE 1962 PREVIA
Sudamérica pedía a gritos la organización de un nuevo mundial pues los últimos se habían celebrado en Europa: Suiza 54 y Suecia 58. y de nuevo Argentina, siempre enfrentada a la Fifa volvió a solicitarlo. Sin embargo, quedó claro que aquellas pequeñas rencillas que venían de años antes seguían aún patentes. Finalmente, la organización del siguiente mundial se le encargó a Chile.
Desde el primer momento surgieron las dudas, sobre todo, en los países europeos quienes pensaban que Chile no tenía ni los medios económicos ni los deportivos suficientes para afrontar ese evento. Efectivamente, Chile tuvo que invertir una gran cantidad de dinero en modernizar las líneas de comunicación y transportes, además de hacer y remodelar nuevos estadios. Además, Chile sufrió un gravísimo terremoto en mayo de 1960 que dejó un cómputo de más de 5.000 muertos y que devastó una buena parte del país. Ciudades que habían sido anunciadas como subsedes tuvieron que renunciar a organizar sus encuentros y muchos edificios y estadios quedaron literalmente arrasados.
“Porque nada tenemos, todo lo haremos“, fueron las palabras de Carlos Dittborn uno de los máximos mandatarios chilenos encargados de la organización, además de ser quien más defendió el proyecto. Poco sabían los europeos de la fuerza y el coraje del país andino. Y todos a una hicieron de Chile 62 SU Mundial. Desgraciadamente, Carlos Dittborn, quien tanto luchó por su Mundial, murió un mes antes de la inauguración con tan sólo 38 años víctima de un infarto.
Los problemas llegaron incluso hasta la mesa de traducciones, pues sólo se contrataron traductores de inglés, francés y alemán, olvidando otros idiomas menores. Como curiosidad, hubo un pequeño chaval llamado Segundo Sánchez, evidentemente pobre por sus ropas, que se presentó pidiendo trabajo. Cuando le preguntaron qué sabía hacer, dijo que sabía 18 idiomas. Sorprendidos, y con la urgente necesidad que tenían de traductores, lo examinaron. Aquel jovencito demostró que no sabía 18 idiomas, sino 25, pero su modestia le hizo decir menos. Según contó, los había aprendido sólo a base de leer revistas y libros de otros países. Tras acabar el Mundial, Segundo Sánchez pasó a trabajar para el Ministerio de Exteriores de Chile.
A pesar de las dudas y problemas, aquello no fue óbice para que cada vez se apuntaran más países. En esta ocasión fueron 57, la más alta participación hasta la fecha. En la fase final, 11 países europeos y 5 americanos serían los participantes. Pero tal fue el interés que despertó por todo el mundo, que hasta las elecciones generales que se iban a celebrar en Alemania y que coincidían con la celebración del Mundial de Chile de 1962 hubieron de suspenderse y aplazarlas.
En el aspecto deportivo, nuevamente Brasil sonaba como la gran favorita, con Garrincha, Vavá y Pelé. Sin embargo, en un segundo plano, empezaron a sonar nombres como los de España, con di Stéfano y Puskas, nacionalizados, en sus filas, o el de Inglaterra con Bobby Charlton.
Desgraciadamente, aquel Mundial se caracterizó por las bajas importantes y por la extrema dureza del juego. Di Stéfano se lesionó antes del Mundial, los ingleses venían con las bajas de los jugadores del Manchester accidentados, y Pelé se lesionó en el primer partido del Mundial contra México.
Desde el primer momento surgieron las dudas, sobre todo, en los países europeos quienes pensaban que Chile no tenía ni los medios económicos ni los deportivos suficientes para afrontar ese evento. Efectivamente, Chile tuvo que invertir una gran cantidad de dinero en modernizar las líneas de comunicación y transportes, además de hacer y remodelar nuevos estadios. Además, Chile sufrió un gravísimo terremoto en mayo de 1960 que dejó un cómputo de más de 5.000 muertos y que devastó una buena parte del país. Ciudades que habían sido anunciadas como subsedes tuvieron que renunciar a organizar sus encuentros y muchos edificios y estadios quedaron literalmente arrasados.
“Porque nada tenemos, todo lo haremos“, fueron las palabras de Carlos Dittborn uno de los máximos mandatarios chilenos encargados de la organización, además de ser quien más defendió el proyecto. Poco sabían los europeos de la fuerza y el coraje del país andino. Y todos a una hicieron de Chile 62 SU Mundial. Desgraciadamente, Carlos Dittborn, quien tanto luchó por su Mundial, murió un mes antes de la inauguración con tan sólo 38 años víctima de un infarto.
Los problemas llegaron incluso hasta la mesa de traducciones, pues sólo se contrataron traductores de inglés, francés y alemán, olvidando otros idiomas menores. Como curiosidad, hubo un pequeño chaval llamado Segundo Sánchez, evidentemente pobre por sus ropas, que se presentó pidiendo trabajo. Cuando le preguntaron qué sabía hacer, dijo que sabía 18 idiomas. Sorprendidos, y con la urgente necesidad que tenían de traductores, lo examinaron. Aquel jovencito demostró que no sabía 18 idiomas, sino 25, pero su modestia le hizo decir menos. Según contó, los había aprendido sólo a base de leer revistas y libros de otros países. Tras acabar el Mundial, Segundo Sánchez pasó a trabajar para el Ministerio de Exteriores de Chile.
A pesar de las dudas y problemas, aquello no fue óbice para que cada vez se apuntaran más países. En esta ocasión fueron 57, la más alta participación hasta la fecha. En la fase final, 11 países europeos y 5 americanos serían los participantes. Pero tal fue el interés que despertó por todo el mundo, que hasta las elecciones generales que se iban a celebrar en Alemania y que coincidían con la celebración del Mundial de Chile de 1962 hubieron de suspenderse y aplazarlas.
En el aspecto deportivo, nuevamente Brasil sonaba como la gran favorita, con Garrincha, Vavá y Pelé. Sin embargo, en un segundo plano, empezaron a sonar nombres como los de España, con di Stéfano y Puskas, nacionalizados, en sus filas, o el de Inglaterra con Bobby Charlton.
Desgraciadamente, aquel Mundial se caracterizó por las bajas importantes y por la extrema dureza del juego. Di Stéfano se lesionó antes del Mundial, los ingleses venían con las bajas de los jugadores del Manchester accidentados, y Pelé se lesionó en el primer partido del Mundial contra México.
domingo, 26 de octubre de 2008
DIDI , EL PADRE DE "LA FOLHA SECA"
Nadie como el para conducir los hilos de un equipo. Nadie como el para tratar a la pelota con cariño. Nadie como el para cobrar los tiros libres. Nadie como el para hacer grande al más grande de todos los tiempos.
Nacido en la ciudad de Campos, en el Estado de Río de Janeiro el 8 de octubre de 1928, Waldir Pereira "Didí" llevó desde siempre el futbol en la sangre, ya que su padre Artur Oscar Pereira había sido jugador en su juventud y se desempeñaba como lateral izquierdo en el club Goitacaz. El fue quién empezó a influenciar a Waldir para que practicara el futbol.
Fueron precisamente unos zapatos del señor Artur, el elemento idoneo para resaltar en el pequeño Didí y sus hermanos (Salvador, Artur, José y Gerardo) la pasión por el balompié.
A la edad de 15 años, en 1943, cuando en Brasil el futbol ya era practicado por negros y blancos (antes sólo era un deporte practicado por los descendientes de europeos), Didí comenzó su carrera en las divisiones infantiles del club Sao Cristovao. Pasó después por equipos como el Río Branco, el Goitacaz y el Americano.
Su calidad empezó a ser vista por muchos buscadores de talento que veían a Waldir como gran armador de la media cancha de los equipos en donde jugaba. En 1946 llegó por primera vez a un club de renombre en Brasil: el Madureira
Con este club tuvo grandes años y mientras su juego se iba perfeccionando, y en donde los trazos de 30 o 40 metros para dejar al compañero en opoción franca de gol se hacían más comunes, la llamada de uno de los conjuntos cariocas más tradicionales era inminente.
Por fin, en 1949 su pase fue adquirido por el Fluminense. Brasil había sido designada como sede para albergar la cuarta copa del mundo a realizarse en 1950 y una de las condiciones era la construcción de un nuevo estadio en Río de Janeiro en el cual se jugaran varios partidos además de la Gran Final.
Entonces surgió el Maracaná, imponente inmueble capaz de reunir a más de 200 mil "torcedores" que sin duda era el estadio más grande del mundo de aquella época. El partido inaugural del Maracaná se llevó al cabo el 17 de junio de 1950, una semana antes del arranque del mundial, con un partido entre las selecciones de Río y Sao Paulo.
Dídi formaba parte de la selección carioca (zona de Río de Janeiro) y fue él, quien tuvo el honor de marcar el primer gol del coloso. Un disparo a media altura, entrando al área grande que tomó deprevenido al guardameta Oswaldo, quedó en la historia dorada del estadio al igual que el nombre de Didí.
La selección amazónica organizó el mundial en su casa para ganarlo, empezó arrollando a todos sus rivales pero el gran día, el 16 de julio de 1950, cuando más se necesitaban los goles de Ademir, Zizinho, Jair y compañía, el cielo de Río, el Maracaná y la nación entera lloraron con el triunfo de Uruguay, que se conoció mundialmente como "La Tragedia del Maracaná".
Aquella selección de Brasil que practicaba un futbol hermoso, pero que es más recordada por la derrota se deintegró casi por completo y nuevos nombres empezaron a aparecer.
En 1951, Waldir Pereira obtuvo como jugador su primer gran título. Fue campeón del torneo de Río con el Fluminense y meses después, cuando ya era toda una realidad del futbol brasileño conquistó la Copa Río con su mismo equipo. Ser parte influencial de estos éxitos le valió ser llamado para vestir la verdeamarelha por primera vez en su carrera en 1952.
Su primera gran competencia con Brasil la vivió en la Copa América de 1953 y a partir de ahí, su figura delgada con el número 8 en la playera, el cual heredó de Zizinho, se convirtió en un mito.
Didí fue parte de la selección que ganó su boleto en las eliminatorias para el mundial de Suiza 54; en aquel torneo de nuevo Brasil se volvió a quedar en la orilla ya que en cuartos de final se topó con Hungría en la famosa Batalla de Berna que le dió el pase a semifinales a los magyares.
El certamen en sí fue bueno para Didí ya que anotó dos goles, uno en la victoria de 5-0 ante México y el otro en el empate a un gol contra Yugoslavia. Brasil y Didí tendrían su revancha soñada cuatro años después.
Antes, en 1956 pasó a formar parte del Botafogo, uno de los equipos brasileños más tradicionales, por una suma récord de aquellos tiempos (1 millón 850 mil cruzeiros). Jústamente con el Botafogo, fue en donde inventó la folha seca, el estilo de pegarle al balón por lo que se hizo más famoso y que provocó varios de los goles más bellos en la historia.
En el Maracaná, en un juego entre Americano y Botafogo un defensor del equipo rival fauleó a Didí en la media cancha. Al intentar golpear el balón el dolor en su pié era muy intenso por lo que decidió cambiar su técnica de chuteo. Empezó a pegarle a la pelota enmedio y sintió que el dolor desaparecía.
Poco a poco fue perfeccionando la técnica y se dio cuenta que el esférico hacia una curva impresionante que superaba la barrera con facilidad y luego caía como una hoja seca para colarse en el ángulo superior del portero.
A partir de aqui, Brasil tenía una nueva arma para hacerle daño a los contrarios: los tiros libres cobrados por Didí.
Un gol de Waldir Pereira, de tiro libre por supuesto le dio al Scratch du Oro su clasificación al mundial de 1958, en un partido jugado en el Maracaná ante Perú.
Suecia fue el país en donde Brasil conoció la gloria mundialista por primera vez, pero el torneo empezó para los amazónicos de muy mala forma. Tras el empate a cero goles contra Inglaterra en la segunda jornada de la primera fase (antes había derrotado a Austria 3-0) una rebelión se dio en el vesturaio. Los jugadores de más peso, Didí, Nilton Santos, Djalma Santos y Bellini le exigieron al técnico Vicente Feola la inclusión de Pelé y Garrincha, hasta ese momento suplentes. La presión surtió efecto, los dos jóvenes entraron contra la Unión Soviética en lugar de Joel y Altafini, la magia apareció y Brasil ganó dos a cero.
Brasil no volvió a ceder ningún punto en el mundial, ganó en cuartos de final, aplastó a Francia en semifinales y con un 5-2 contundente se proclamó por primera vez Campeón del Mundo. Para Didí fue un torneo inolvidable ya que jugó en los seis partidos de su equipo, fue pieza fundamental en la media cancha y al final fue considerado el mejor jugador del mundial.
Con el Botafogo sigió teniendo mucho éxito ya que en 1961 y 1962 salió campeón nacional. En estos campeonatos recuperó su forma que había perdido durante su estancia de año y medio con el Real Madrid en 1959, en donde pudo saborear las mieles de la victoria en la Copa de Campeones de Liga, junto a Puskas, DiStefano, Gento, Kopa y compañía.
De nueva cuenta en su máximo potencial, Waldir Pereira integró la selección brasileña que asistió a la Copa del Mundo de 1962 celebrada en Chile para defender el título obtenido cuatro años antes. Tal y como sucedió en Suecia, Didí volvió a ser parte importante del esquema amazónico.
Formó una media cancha de ensueño al lado de Zito, Zagalo y Garrincha, que en este mundial actuó más como armador que como extremo. Brasil jugó seis juegos, Pereira estuvo en todos y el 17 de junio de 1962, en el Estadio Nacional de Santiago se proclamaron bicampeones mundiales al derrotar a Checoslovaquia 3-1.
A sus 34 años había conseguido todo lo que un jugador pudiera desear. 1962 fue su último año vistiendo la verdeamarelha y atrás quedaron diez años, 68 partidos internacionales y 20 goles.
Su carrera como futbolista activo terminó en la cumbre y la profesión como técnico inició en Perú, con el Sporting de Cristal. La carrera de Didí como futbolista siempre estuvo llena de éxitos y como entrenador no se quedó atrás. Apenas un año como entrenador y supo lo que era salir campeón en su nueva faceta. En 1963 ganó la liga en Perú, pero el gusanito de regresar a las canchas lo llevó nuevamente a ponerse los botines en 1964 con su querido Botafogo.
En una excursión que realizó su equipo a México para jugar un torneo fue convencido para fichar con el Veracruz, y con los Tiburones jugó la campaña 65-66, donde conquistó cinco goles y regó su clase por las canchas del territorio azteca.
De regreso a su patria se enfundó en los colores del Sao Paulo con el cual decidió retirarse definitivamente. 1967, lo vio una vez más con el Sporting de Cristal como técnico que fue consagrado campeón al año siguiente.
Su momento de gloria en el banquillo lo consigió en 1969 cuando fue contratado por la Federación Peruana de Futbol para hacerse cargo del conjunto nacional que buscaba la calificación al mundial de 1970. Con una generación de jóvenes encabezados por Héctor Chumpitaz, Hugo Sotil y Teófilo Cubillas, entre otros, el estilo brasileño que tanto admiró al mundo entero en 1958 y 1962 fue aplicado por Didí a su equipo. La técnica y el manejo exquisito del balón fueron sus teorías principales y los jugadores lo aplicaron a la perfección.
Perú sorprendió al mundo entero cuando eliminó a Argentina gracias a un empate a dos goles conseguido en territorio argentino. Didí estaba de vuelta en un mundial pero ahora con una nueva responsabilidad.
El conjunto inca fue la revelación del evento mundialista gracias a su futbol alegre y ofensivo que cautivo a cientos de aficionados. En su reaparición en Copas del Mundo en donde no estaba desde 1930, los peruanos llegaron a los cuartos de final y enfrentaron a Brasil, donde estaban muchos amigos de Didí. Los cariocas se impusieron 4-2 pero sin duda el partido fue uno de los mejores del mundial que vio enfrentarse a dos escuelas con vocación ofensiva.
Argentina que había quedado asombrada con la exhibición de Perú en la campaña eliminatoria que los dejó fuera del mundial reclutó a Didí para que éste enseñara su técnica de golpeo y manejo del balón a las nuevas generaciones. Fue contratado por el River Plate con el que tuvo buenos resultados. Su nombre llegó hasta Turquía y en 1972 fue a dirigir al Fenerbahce con el que consiguió cinco títulos.
Después de su paso con los turcos Waldir Pereira se convirtió en un trotamundos del balompié y dejó su escuela en países como Arabia Saudita y Kuwait, que se apoyaron en la técnica brasileña y por años fueron dominadores de los torneos de Asia.
En la década de los ochenta alternó su profesión en Brasil y Perú, en donde dirigió a cuadros como el Alianza de Lima, el Cruzeiro de Belo Horizonte y el Bangú de Río.
Un problema en la columna lo hizo retirarse de las canchas para siempre y en la última década se dedicó a recibir homenajes por todo el mundo. En el año 2000, fue reconocido por la FIFA como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos en una ceremonia especial celebrada en Bruselas y donde su nombre ingresó en la Galería del Futbol Mundial.
Su salud se fue deteriorando poco a poco por problemas intestinales y de la vejiga y en mayo del 2001, el gran Didí dejó de existir a los 72 años.
Cerebral siempre, un típico pensador de la cancha durante los 90 minutos que tenía un repertorio incalculable de estilos para pegarle a la pelota, el número 8 de la playera de la selección de Brasil fue uno de los jugadores más influenciales en la dorada historia futbolística de este país. Considerado dentro de muchos "equipos del siglo" donde militó, Waldir Pereira tenía la capacidad de dar un pase preciso de más de cuarenta metros siempre con ventaja para el delantero.
Se entendió a las mil maravillas con Pelé de quien muchos de sus goles fueron asistencia del gran maestro Didí. Artista completo que nació con un don de golpeo de balón, el famoso efecto de la "hoja seca" es hasta ahora uno de los inventos del futbol más reconocidos en todo el orbe.
Siempre fue querido y respetado por compañeros y rivales y el nombre de Waldir Pereira "Didí" es y será tema obligado cuando se hable del futbol arte y exquisito en cualquier parte del mundo.
JUST FONTAINE , EL VIEJO FUSIL
Cincuenta años después de marcar trece goles en la Copa Mundial de la FIFA Suecia 1958, el francés Just Fontaine ha entrado definitivamente en la leyenda al poseer el récord más antiguo de la historia no sólo del fútbol, sino de todo el deporte. Quien fuera ariete del Stade de Reims, que pronto cumplirá los 75 años, el 18 de agosto, no se ha perdido ninguna Copa Mundial de la FIFA desde entonces, y confiesa que este récord de trece dianas le hace pensar "en una broma grandiosa".
Oriundo de Marrakech, en Marruecos, hijo de padre normando y de madre española, Fontaine se estrenó como profesional en el US Marocaine de Casablanca, donde jugó entre 1950 y 1953, antes de fichar por el OGC Niza, con el que logró 44 tantos en tres temporadas. En 1956 se incorporó al Stade de Reims, el club más potente del fútbol francés en aquellos tiempos, para cubrir la marcha de Raymond Kopa al Real Madrid. Perforó la meta contraria 121 veces en seis campañas, de las cuales pasó una prácticamente en blanco debido a una grave lesión en una pierna.
En total, su olfato goleador le sirvió para sumar 165 realizaciones en 200 partidos de la primera división (una media de 0,825 por encuentro), y fue el mejor artillero de la liga en dos ocasiones, en 1958 y 1960 (y dos veces segundo, en 1957 y 1959). Fontaine era capaz de marcar desde cualquier posición, con ambos pies y de cabeza. "Salto tanto para rematar de cabeza que cuando bajo tengo nieve en el pelo", dice riéndose.
Este goleador inigualable entró en la historia de la mano de la selección francesa. Desde 1958, cada vez que se disputa una Copa Mundial de la FIFA, el nombre de Just Fontaine vuelve a situarse en un primer plano. No obstante, todo comenzó sin grandes ambiciones: los Bleus fueron los primeros en llegar a Suecia porque, según los medios de comunicación nacionales, iban a ser también los primeros en irse.
Me divierte pensar que algunos de mis goles fueron inspirados por la adición de dos espíritus en el interior de un mismo zapato
Fontaine y los botines prestados por Stéphane Bruey
Absorto por las celebraciones de su doblete de liga y copa con el Stade de Reims, Just Fontaine no se había dado cuenta de que una de sus botas de fútbol acababa de pasar a mejor vida. "En aquella época sólo teníamos dos pares de botas, y no había patrocinador. Me encontré sin nada. Por fortuna, Stéphane Bruey, uno de mis compañeros suplentes, calzaba el mismo número que yo, y me prestó las suyas. Seis partidos y trece goles más tarde, se las devolví. Me divierte pensar que algunos de mis goles fueron inspirados por la adición de dos espíritus en el interior de un mismo zapato".
"Justo era el delantero que se adaptaba perfectamente a mi juego. Él percibía perfectamente lo que yo hacía, y yo estaba seguro de encontrarlo al otro lado de mis regates", explica Raymond Kopa, elegido mejor jugador de Suecia 1958, una edición que también representó el debut de otro "genio", Pelé, quien iba sin prisa pero sin pausa.
Y según fueron transcurriendo los partidos, crecieron los goles de Fontaine: tres contra Paraguay (7-3), dos contra Yugoslavia (2-3), uno frente a Escocia (2-1), dos contra Irlanda del Norte (4-0), uno contra Brasil (2-5) y cuatro ante la RFA (6-3) en la final de consolación.
Pero Justo no pensaba entonces demasiado en el récord. La derrota en semifinales a manos de Brasil supuso una decepción. "Perdimos aquel partido 2-5, pero jugando con diez hombres durante toda la segunda parte. Cuando yo acababa de empatar a unos, Robert Jonquet se lesionó, y en aquella época no se podía sustituir a un jugador lesionado... Aquel partido fue un gran disgusto".
Ni siquiera sus trece goles (siete con la pierna derecha, cinco con la izquierda y uno de cabeza) borran este fracaso. "Ser el máximo goleador, sabe, en aquella época a nadie le importaba mucho. Yo marqué goles porque mi entendimiento con Kopa de repente fue bueno, porque nos alegrábamos de estar todos juntos y porque el equipo practicaba un fútbol ofensivo. En seis partidos, llegamos a marcar veintitrés tantos".
Kopa había sido designado antes del partido para los penales. No se me hubiera ocurrido pedirle que me dejase tirar a mí
Fontaine y el no haber pedido patear ese último penal
De este modo, Just Fontaine vio puerta al menos una vez en cada contienda, un desempeño que comparte con Jairzinho. Y este registro podría haber sido más amplio todavía si hubiese lanzado un penal contra la RFA en el último choque. "Kopa había sido designado antes del partido para los penales. No se me hubiera ocurrido pedirle que me dejase tirar a mí", recuerda.
Fontaine explica con modestia este éxito argumentando que los futbolistas no se conocían de un continente a otro, mientras que ahora "todo queda registrado y analizado, y se sabe todo sobre el adversario".
Como recompensa a su gesta, un periódico sueco le regaló un fusil que simbolizaba el título de máximo goleador. Hay una bota de oro en el salón de su casa -situada en el número... trece de una calle de Toulouse-, aunque se trata de un regalo del inglés Gary Lineker, principal anotador de la Copa Mundial de la FIFA 1986.
Dos años más tarde, Just Fontaine conseguía en París, frente a Chile, sus tantos 29 y 30 con el combinado nacional, que serían los últimos. Entre su estreno, el 17 de diciembre de 1953 (un triplete contra Luxemburgo), y su despedida, el 11 de diciembre de 1960, ante Bulgaria, hizo 30 goles en sólo 21 convocatorias, un increíble promedio de 1,43 por partido.
Es una pena, aún no había vivido mis mejores años
Fontaine sobre su prematuro retiro
Entretanto, fue víctima de una entrada mal calculada frente al Sochaux, en la liga, y sufrió una doble fractura de tibia y peroné. Con ánimo y trabajo, pudo regresar a los terrenos de juego, pero el 1 de enero de 1961, en el partido de su reaparición, ante el Limoges, su pierna cedió de nuevo por el mismo sitio. Just Fontaine no había cumplido los veintisiete años y su carrera terminó oficialmente el 5 de julio de 1962. "Es una pena, aún no había vivido mis mejores años", se lamenta amargamente.
Pese a todo, no perdió el contacto con el mundo del fútbol, y fundó en Francia la Unión Nacional de Futbolistas Profesionales (UNFP), el sindicato de jugadores. Luego fue el primero de su promoción de entrenadores, y en 1967 se convertiría en "el técnico más meteórico de la selección francesa": dirigió dos partidos amistosos, ambos saldados con derrota, lo que provocó su destitución. Otro récord en su haber, aunque sin duda este preferiría no tenerlo.
PELÈ , LA ESTRELLA BRASILEÑA QUE VOLÒ MAS ALTO
Pelé, el Dios del fútbol," O Rei". El hombre de todos los apodos, de todas las hazañas, de todos los récords. El brasileño es un ícono, un jugador que inventó constantemente el fútbol, porque, más allá de las tres Copas Mundiales de la FIFA que consiguió (algo que jamás se ha vuelto a lograr), lo que caracterizaba a Pelé es su capacidad de crear, de sorprender, de inventar en cada segundo en el que tocaba el balón.
Goleador increíble, pasador genial, regateador nato, Pelé hizo soñar a generaciones enteras. Gracias a su legendario número 10, la Seleção simboliza para todos los amantes del fútbol el juego vistoso por excelencia.
Una estrella desde el comienzo
El internacional brasileño Waldemar de Brito se fijó en él cuando tenía 11 años y, a los 15, fichó por el Santos. Disputó su primer partido amistoso en septiembre de 1956, contra el Corinthians de Santo André, y marcó un gol. Aún no había cumplido los 16 años. Comenzaba la leyenda.
En 1958, a la edad de 17 años, participó en su primera Copa Mundial de la FIFA. El mundo descubrió a un adolescente algo pequeño que, a pesar de salir de una lesión, iluminaría el torneo. No jugó hasta el tercer encuentro, frente a la URSS. Se hizo con la titularidad a petición del resto del equipo, que quería una sociedad Garrincha-Vava-Pelé en ataque.
Marcó su primer tanto contra Gales, en cuartos de final, y luego una tripleta contra Francia en semifinales. Nadie supo ya cómo detener a este jugador que poseía todas las virtudes: técnica, rapidez, oportunismo, inteligencia... Su clase maravilló. Contra Suecia, en la final, se lució con dos goles fantásticos. En uno se permitió elevar la pelota de un taconazo por encima del último defensa y engancharla de volea. En el otro, cabeceó un balón que se metió en el arco de un estupefacto portero sueco. Sigge Parling, defensa escandinavo, declaró más tarde: "Después del quinto gol, tenía ganas de aplaudir".
Al final del partido, Pelé salió en hombros de sus compañeros. El niño que aún no había dejado de ser se deshizo en lágrimas. Gilmar, el portero de la "Seleção", fue el encargado de consolarlo. De vuelta a su club, el halo de Pelé deslumbró a todos, para desánimo de todas las defensas del país. Muy pronto se convirtió en un ídolo. 127 goles en 1959, 110 en 1961, dos Copas Libertadores (1962, 1963), dos Copas Intercontinentales (1962, 1963), nueve Campeonatos de São Paulo... Pelé lo ganó todo.
Dolor y frustración
En 1962, la Copa Mundial de la FIFA celebrada en Chile pareció ser la suya. Sin embargo, a pesar de encontrarse en plena curva ascendente, debió dejar que sus compañeros revaliden el título sin él, ya que se fue lesionado en el segundo partido ante Checoslovaquia, luego de agravar su lesión muscular en los aductores. En 1966, sufriría el mismo castigo. Recibió una entrada en el tercer partido, ante Portugal. Abandonó en camilla el terreno de juego y presenció desde la grada cómo su equipo caía eliminado. Pelé estaba a esa altura en el punto de mira de todas las zagas.
Qué más da: la "Perla negra" hizo gala de todo su talento durante la siguiente edición. En México, en 1970, flanqueado por Jairzinho, Tostão, Rivelino y Carlos Alberto, Pelé brilló. En el transcurso de esta Copa Mundial de la FIFA, retransmitida en color por las televisiones de todo el mundo, el Rey Sol deslumbró. Su intento de vaselina desde el círculo central frente a Checoslovaquia, el cabezazo al que responde el inglés Gordon Banks con una parada milagrosa e, incluso, su autopase sin tocar el balón ante el portero uruguayo son gestos inéditos que dejan boquiabierto al mundo del fútbol.
Como un símbolo, Pelé marcó en la final, en Ciudad de México, el gol número cien de Brasil en la Copa Mundial de la FIFA ante Italia. Un remate de cabeza hacia abajo desde una altura increíble. "Sentí algo especial tras este gol, porque marqué de cabeza. Mi padre, que también era futbolista, marcó una vez cinco goles de cabeza en el mismo partido. Es un récord que nunca pude batir", explicaría más tarde.
Tarcisio Burgnich, el defensa italiano encargado de marcar a Pelé, dirá al final del encuentro: "Antes del partido, me decía: es de carne y hueso, como yo. Luego comprendí que estaba equivocado". Una final de antología, al término de la cual Pelé y los suyos volvieron a casa con el trofeo Jules Rimet, ya que era su tercer título. El jugador ya era un mito. El Sunday Times escribe en titulares: "¿Cómo se deletrea Pelé? D-I-O-S".
Cuando el héroe se convirtió en leyenda
Un mito que acumula récords apenas imaginables. En 1969, Pelé marcó su gol número mil en medio de un delirio indescriptible, en el Maracaná. Marcó seis veces cinco goles en un solo partido, 30 veces cuatro goles y 92 veces tres goles. Contra el Botafogo, en 1964, llegó a anotar ocho tantos. En total, 1281 goles en 1363 partidos y 92 participaciones con su selección.
En 1974, Pelé desaparece de la escena futbolística. Volvería un año más tarde, en Estados Unidos. Un contrato con el Cosmos de Nueva York para "hacer el fútbol verdaderamente popular en Estados Unidos". En 1977, se retiró definitivamente. J. B. Pinheiro, embajador de Brasil en la ONU, declaraba entonces que "Pelé ha jugado al fútbol durante 22 años, y durante este período ha hecho más por la amistad y la fraternidad que ningún otro embajador". ¿Cómo contradecirlo?
En Nigeria, se decretó un alto el fuego con motivo de la visita de Pelé a Lagos en 1969. El presidente de Brasil le otorgó el título de "tesoro nacional" para evitar un eventual traspaso a Europa. En la ciudad de Santos, el 19 de noviembre se celebra el "Día de Pelé". Es el aniversario de su gol número mil, marcado en el Maracaná.
Tras finalizar su carrera, Pelé dará el mejor de los usos a su condición de embajador, en beneficio de su país, de la ONU o de la UNICEF, según se tercie. "Todos los niños del mundo que juegan al fútbol quieren ser Pelé. Por lo tanto, tengo la gran responsabilidad de mostrarles no sólo cómo ser un futbolista, sino también un hombre". ¿No es ésa la función de un Dios?
ACERCA DE PELE....
"Podía disparar con la izquierda, con la derecha, y tenía tal visión de juego que en cuanto se hacía con el balón ya sabía lo que iba a hacer con él. Era extraordinario".
Paulo Amaral, preparador físico de Brasil en la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Era un jugador de enorme talento, con un gran control del balón y una fantástica visión de juego, leía el partido y las posiciones. Tenía arrogancia, pero no en el sentido negativo. Era un jugador genial, ¿por qué no iba a presumir un poco?".
Bobby Charlton
"Nos sentíamos muy bien antes del torneo. Pelé decía que íbamos a ganar, y si Pelé lo dice, es que vamos a ganar el Mundial".
Carlos Alberto, capitán de la selección brasileña campeona de la Copa Mundial de la FIFA 1970
"Es absurda la pregunta sobre el mejor jugador del siglo. Sólo existe una respuesta: Pelé, que es el más grande y los demás se encuentran a mucha distancia de él".
Zico, figura legendaria de la selección brasileña
"Cuando llegó el turno de jugar el Mundial tuve que buscarme una nueva posición. ¡Pero era lógico! El puesto de número diez estaba guardado para el mejor deportista del planeta: Pelé. Y como no soy Pelé, me moví a la izquierda. Él era completo: pateaba con los dos pies, manejaba bien el balón y era frío frente al arco enemigo".
Mario Zagallo, compañero de Pelé en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Pelé ha sido el mejor jugador del planeta. Estuvo en la cima durante 20 años. Los otros están abajo: Diego Maradona, Johan Cruyff, Michel Platini. Ninguno se le compara".
Franz Beckenbauer, defensor de Alemania en México 1970
"Nunca tuve ídolos. Pero como no podía ser diferente y soy brasileño, y como buenos brasileños, Pelé es nuestro dios, al menos es el mío. En lugar de llamarse fútbol el juego debería llamarse Pelé".
Romário, delantero brasileño campeón en la Copa Mundial de la FIFA 1994
"Si bien nunca congeniamos, como jugador fue lo máximo. Eso sí, yo no me comparo con él, siempre lo dije y lo repito".
Diego Armando Maradona
"Cuando Pelé marcó el quinto gol en aquella final, debo ser sincero y admitir que me dieron ganas de ponerme a aplaudir".
Sigvard Parling, defensor de Suecia en la final de la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Antes del partido, me decía 'Pelé es de carne y hueso, como yo'. Luego comprendí que estaba equivocado".
Tarcisio Burgnich, defensor italiano en la final de la Copa Mundial de la FIFA 1970
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