Cuando las cosas no van bien en una relación, ya sea personal, laboral o, como en este caso, diplomática cualquier excusa es válida para encender la mecha que haga estallar un conflicto.
En 1969, en las eliminatorias para el mundial, Honduras y El Salvador debían enfrentarse en el campo de juego. Pero la situación socio-política de ambos países no era precisamente la mejor, descontando ya que fue la época de gobiernos militares que tomaban cualquier excusa para desviar la atención, esta vez se usó el Fúbol para tal causa.
¿Es posible llegar a un conflicto armado por un partido de fútbol? decir eso sería simplificar demasiado la historia, en este caso el fútbol se usó como medio para convencer a las masas y exaltar ese falso y estúpido nacionalismo, como siempre me quejo, aquí somos Argentinos solamente cuando juega la selección, especialmente cuando gana
Bueno, para que lo sepan, todos los latinos tenemos el mismo defecto, un poco de historia...
El 6 de Junio de 1969 se jugó en Honduras el primer partido, desde el principio empezó todo mal, alentados por los medios de prensa que incitaban a la violencia y apoyados por el gobierno que pretendía machacar las culpas de todo lo malo a los casi 300.000 inmigrantes (ilegales la mayoría) salvadoreños, muchos hinchas hondureños fueron a "visitar" el hotel donde se hospedaba la selección de El Salvador.
Durante toda la noche hicieron ruido, gritaron, insultaron, tiraron comida podrida y otras cosas contra el Hotel. El partido se jugó al otro día y, como era de esperar, el seleccionado de El Salvador no había podido dormir y perdió 1 a 0.
El 15 de junio se jugó la vuelta en El Salvador con un método similar pero esta vez la violencia en aumento, hubo muertos y heridos en mayor cantidad que en el partido anterior. Ganó El Salvador 3 a 0.
El 27 de junio se juega un desempate en Ciudad de México para evitar el conflicto, pero si bien el partido terminó 3 a 2 para El Salvador la cuestión no terminó aquí.
Ambos países pasaban por un mal momento, EEUU implementaba (casi por la fuerza) el mercado común centroamericano para contrarrestar el impulso revolucionario de Cuba, esto acarreaba problemas económicos en ambos países, la mano de obra Salvadoreña en Honduras fue el chivo expiatorio de todas las culpas, comenzaron las deportaciones.
El partido de futbol fue utilizado como medio de exaltación de las masas, enójense con el vecino, es su culpa que nos vaya mal, digamos, la clásica xenofobia incitada por los estados totalitarios.
Para el 14 de Julio de 1969 el ejército Salvadoreño invadió Honduras, la guerra duró tan sólo 100 horas, el 20 de Julio se negoció un alto al fuego vía la OEA (Org. Estados Americanos), las tropas se retiraron para principios de Agosto.
¿Que trajo para ambos países esta estúpida guerra? más de 35000 muertos para comenzar, si, se mataron con la excusa del partido, pero no sólo eso fue lo malo, además estos militares que dirigían ambos países se vieron impulsados políticamente y quedaron mejor ubicados que antes. Si, la gente es guiada por la banderita sin dudas, en este caso se demostró cuan fácil era hacerlo desde un partido de fútbol para justificar la expulsión de 300.000 personas de un país a otro, matar a 2000 y dejar a ambos pueblos enemistados siendo tan cercanos en su origen.
El Salvador quería su camino al atlántico y no lo logró por la fuerza, una rápida reacción Hondureña lo impidió pero al costo tan alto, para colmo, no sólo no se logró ni un centímetro de territorio si no que se perdió muchísimo más. Es que las guerras, son estúpidas SIEMPRE.
Así pues, tuvimos una guerra "del fútbol", la próxima vez que se nos incite a odiar a un hermano o vecino por un partido de fútbol recuerden este detalle de la historia y dejen de comportarse como infrahumanos, es un puto partido de fútbol, nada más.
Resultados de los encuentros
el 6 de junio de 1969 - El Salvador-Honduras 0-1 (0-0 en el descanso)
el 15 de junio de 1969 - El Salvador-Honduras 3-0 (3-0)
Un desempate hacen juego el 27 de junio de 1969 - El Salvador-Honduras 3-2 (1-2 en el descanso, 2-2 en de jornada completa), jugado en México.
Consecuencias de la guerra
La muerte de aproximadamente 35.000 personas.
La finalización de esfuerzo de integración regional conocido como Mercado Común Centroamericano (MCE), diseñado por EEUU como una contraparte económica regional a los efectos de la Revolución Socialista en Cuba.
El refuerzo del papel político de los militares en ambos países. En El Salvador, en las elecciones legislativas que siguieron, la mayoría de candidatos del Partido de Conciliación Nacional (PCN) de El Salvador, en esa fecha ejerciendo el gobierno, fueron extraídos de las filas militares, haciendo una enorme apología de su papel en el conflicto y por consiguiente resultando victoriosos en las elecciones de diputados y alcaldes de la época.
El agravamiento de la situación social en El Salvador, producto de las deportaciones desde Honduras, ya que el gobierno tuvo que facilitar a estas personas la reinserción económica que no se logró satisfacer adecuadamente. Aumenta la presión social que marca el antecedente de la guerra civil que vivirá el país centroamericano.
Dos países, una relación con "honduras" dónde el fútbol no oficio como "el salvador", sino que fue la mejor excusa para lo peor.
jueves, 27 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
PELÈ , LA PERLA NEGRA
Edso Arantes do Nascimento (pelé) nace el 23 de octubre de 1940 en un pueblito llamado Tres Corazones, ubicado en el estado de Minas Gerais. Hijo de Celeste y Joao Ramos do Nascimento, un futbolista conocido como Dondinho que tuvo que retirarse mientras jugaba en el Fluminense debido a una lesión.
El niño fue bautizado en la Iglesia de la Sagrada Familia de Jesús, María y José con el nombre de Edson Arantes Do Nascimento. Sus padres lo llamaban cariñosamente Dico.
En 1944 la familia completa se trasladó a Sao Paulo. No fue un gran estudiante, por eso que su padre aprovechó a inculcarle desde chico el fútbol. Lo obligaba a usar las dos piernas para jugar. "Cuando alguien me elogiaba mi padre decía: Sí, juega bien, pero todavía es duro del pie izquierdo."
El primer trabajo de Pelé fue lustrar zapatos. Luego fue aprendiz en una talabartería. A los 15 años se empleó en una estación de servicio y sus compañeros de juego lo llamaban Gasolina. Mientras, jugaba al fútbol en equipos amateurs como Baquinho y Sete Setembro
Fue descubierto por Waldemar de Brito, ex futbolista y buscador de talentos. En esa época surgió su apodo definitivo, Pelé, debido a que jugaba sin zapatos, a pie pelado.
Waldemar llevó al pequeño a probarse al Santos. Su primer sueldo fue de 6 Cruzeiros, 2 de los cuales envió a su madre. Con el resto pagaba la pensión y se divertía.
El 7 de septiembre de 1956 debutó en primera división en el partido en el que el Santos le ganó a Corinthians por 7 a 1. Entró en lugar de Del Vecchio al promediar el segundo tiempo y convirtió su primer gol oficial en el minuto 79. El arquero se llamaba Zaluar.
El 7 de julio de 1957 fue convocado para jugar por la selección Brasileña contra Argentina, en el Maracaná. Entró y le convirtió un gol a Amadeo Carrizo, anotando su primer gol con esa camiseta. Al final los trasandinos ganaron por 2 a 1.
"Pelé", Edson Arantes do Nascimento
Jugó el primer mundial en Suecia 58. No estuvo en los dos primeros partidos por lesión, pero fue vital en la campaña de equipo, que derrotó en la final al local por 5 a 2. Anotó dos tantos y se convirtió en Campeón del Mundo a los 17 años. Después de la hazaña la prensa lo llamó el Rey del Fútbol, O Rey Pelé.
Tres años después ganó Copa Libertadores y la Intercontinental con el Santos. El 62 repitió los campeonatos y participó en el mundial de Chile. Sólo jugó dos partidos y se desgarró. Brasil salió campeón del mundo y Garrincha fue el ídolo del torneo.
Jugando contra Perú en Lima, ocurrió un hecho inédito. Pelé fue expulsado del campo de juego. La hinchada empezó a armar revuelo y amenazó con tirar abajo el estadio. Resultado: El juez abandonó el partido y Pelé volvió al campo de juego.
En 1966, luego de siete años de noviazgo, Pelé se casó con Rosemary Nascimento, una mujer blanca, con la que tuvo tres hijos: Kelly Cristina, Edinho y Jennifer.
El mundial de Inglaterra se hizo para coronar al equipo local. La consigna de los equipos europeos era pegarle a Pelé ante la pasividad de los árbitros ingleses. En el tercer partido contra los portugueses, el rey tuvo que dejar de jugar por las patadas que recibió. Sin embargo, los mismos ingleses que lo dejaron fuera del torneo publicaron en el diario "The Sunday Times": "¿Cómo se deletrea Pelé? D-I-O-S".
Su gol numero 1000 llegó el 19 de noviembre de 1969 en el estadio Maracaná contra el Vasco Da Gama. Fue de penal en el minuto 34 y se lo convirtió al arquero argentino Edgardo Andrada.
Pelé tuvo su revancha en el Mundial de México 1970. El técnico de Brasil, Mario Zagallo, puso en la cancha cinco números 10: Pelé, Tostao, Gerson, Jairzinho y Rivelinho. El resultado fue la obtención del tercer campeonato del mundo. Le ganaron la final a Italia por 4 a 1 con un gol de Pelé.
El 18 de julio de 1971 Brasil jugó contra Austria en el Maracaná. Pelé metió un gol y antes de terminar el partido se sacó la casaca amarilla para dar la vuelta olímpica como despedida de la selección.
Mientras su equipo, el Santos, hacía una gira por Jamaica, fue visitado por el técnico del Cosmos, Clive Toye. Pelé jugó el último partido en su club natal el 3 de octubre de 1974. Jugaban contra Ponte Preta y a los 21 minutos el volante tomó la pelota con las manos, se arrodilló en el medio de la cancha y levantó los brazos.
Los hinchas se dieron cuenta de que Pelé estaba anunciando el final de su carrera.
No fue tal, al año siguiente firmó un contrato millonario con el Cosmos, jugando en Estados Unidos por tres años.
El adiós definitivo llegó en 1977, Jugaron en contra sus dos únicos clubes, el Santos y el Cosmos.
Tras retirarse definitivamente en 1977, el Rey recibió numerosos galardones y reconocimientos, tales como el Premio Internacional de la Paz (1978) o el de Atleta del Siglo (1980). Aureolado por una fama sin fronteras, y habiéndose convertido en el deportista mejor pagado hasta el momento, Pelé inició una carrera relativamente exitosa en el cine, como actor, y en la música, como compositor de varias piezas, entre las que se incluye la banda sonora completa de la película de carácter biográfico Pelé (1977).
Pelé continuó también ejerciendo una importante influencia en el mundo del fútbol desde los despachos, y en 1995 fue nombrado ministro de Deportes en Brasil, cargo desde el cual impulsó la llamada Ley Pelé con la cual pretendía modificar la legislación en materia de contratos deportivos entre clubes y jugadores.
Acerca de ... Pelé
"Podía disparar con la izquierda, con la derecha, y tenía tal visión de juego que en cuanto se hacía con el balón ya sabía lo que iba a hacer con él. Era extraordinario".
Paulo Amaral, preparador físico de Brasil en la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Era un jugador de enorme talento, con un gran control del balón y una fantástica visión de juego, leía el partido y las posiciones. Tenía arrogancia, pero no en el sentido negativo. Era un jugador genial, ¿por qué no iba a presumir un poco?".
Bobby Charlton
"Nos sentíamos muy bien antes del torneo. Pelé decía que íbamos a ganar, y si Pelé lo dice, es que vamos a ganar el Mundial".
Carlos Alberto, capitán de la selección brasileña campeona de la Copa Mundial de la FIFA 1970
"Es absurda la pregunta sobre el mejor jugador del siglo. Sólo existe una respuesta: Pelé, que es el más grande y los demás se encuentran a mucha distancia de él".
Zico, figura legendaria de la selección brasileña
"Cuando llegó el turno de jugar el Mundial tuve que buscarme una nueva posición. ¡Pero era lógico! El puesto de número diez estaba guardado para el mejor deportista del planeta: Pelé. Y como no soy Pelé, me moví a la izquierda. Él era completo: pateaba con los dos pies, manejaba bien el balón y era frío frente al arco enemigo".
Mario Zagallo, compañero de Pelé en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Pelé ha sido el mejor jugador del planeta. Estuvo en la cima durante 20 años. Los otros están abajo: Diego Maradona, Johan Cruyff, Michel Platini. Ninguno se le compara".
Franz Beckenbauer, defensor de Alemania en México 1970
"Nunca tuve ídolos. Pero como no podía ser diferente y soy brasileño, y como buenos brasileños, Pelé es nuestro dios, al menos es el mío. En lugar de llamarse fútbol el juego debería llamarse Pelé".
Romário, delantero brasileño campeón en la Copa Mundial de la FIFA 1994
"Si bien nunca congeniamos, como jugador fue lo máximo. Eso sí, yo no me comparo con él, siempre lo dije y lo repito".
Diego Armando Maradona
"Cuando Pelé marcó el quinto gol en aquella final, debo ser sincero y admitir que me dieron ganas de ponerme a aplaudir".
Sigvard Parling, defensor de Suecia en la final de la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Antes del partido, me decía 'Pelé es de carne y hueso, como yo'. Luego comprendí que estaba equivocado".
Tarcisio Burgnich, defensor italiano en la final de la Copa Mundial de la FIFA 1970
jueves, 13 de noviembre de 2008
MUNDIAL MEXICO 1970
Cuando un equipo realiza un juego vistoso y alegre, se ha impuesto como lugar común en el fútbol decir “Juegan como Brasil del 70”. El Mundial de México, maravilla de organización y colorido, supuso la entronización definitiva de la selección canarinha en la cumbre del balompié, tanto por número de campeonatos ganados como por la calidad de su fútbol. Tras esta copa quedó claro que cuando los brasileños juegan realmente bien, nadie puede hacerles sombra. Quizá sólo la selección de Hungría en el 54 aguantaría la comparación con la que presentó el Lobo Zagallo en el torneo azteca.
Pelé, máxima estrella del fútbol, llegó a México con 29 años, en plena madurez como futbolista. A su alrededor, Brasil reunió un ataque de ensueño, con el zurdo Rivelino y sus pases de 40 metros que le valieron el apodo de el Mago; Eduardo Gonçalves “Tostao”, un prodigio técnico con especial habilidad para aguantar el balón y jugar de espaldas, y Jairzinho, un rematador de primera clase. Gerson, un prodigio de competitividad y clase, movía al conjunto desde el medio centro, con Clodoaldo de complemento, y marcaba la línea una estupenda defensa donde destacaban Carlos Alberto, excepcional lateral derecho clásico brasileño, y el cierre Hércules Brito.
Con estos jugadores, el camino de la seleçao hasta la finalísima había sido un paseo triunfal. Tras franquear sin dificultad la primera fase, donde vencieron a Inglaterra, vigente campeón, les esperaba el equipo peruano. Los andinos, dirigidos por el fenomenal Cubillas, eran la revelación del torneo con su juego ofensivo. Venció Brasil por 4-2, dos tantos de Tostao. Y en semifinales, a recordar viejos tiempos frente a una renacida Uruguay. Los fantasmas domésticos de Brasil se hicieron realidad cuando Morales adelantó a los charrúas, pero Clodoaldo, en el gol más importante de su carrera (según propia opinión) empató al límite del descanso. En el segundo tiempo, Jairzinho y Rivelino certificaron el pase a la final. Habían ganado todos los partidos.
El rival señalado para detener a la máquina amarilla sobre el césped del Estadio Azteca era Italia, que había ido pasando rondas como suele, sin mucho juego pero con un pundonor y una capacidad para entender el fútbol extraordinarios. Valcareggi había fundamentado el equipo en una defensa estupenda, con el gato Albertosi en la portería, los duros marcadores Burgnich y Rosato, y a la izquierda Giacinto Facchetti, el único futbolista capaz de disputarle a Maldini el título de mejor lateral izquierdo de la historia de Italia. Mazzola, ya veterano, y Domenghini ponían la calidad en el medio, y arriba el gol era cosa de Boninsegna y Gigi Riva, este último en la cumbre de su carrera.
El camino de los transalpinos hasta su tercera final había sido duro. Tras pasar la primera fase como primeros de grupo marcando un solo gol, les esperaba en cuartos el anfitrión México, equipo de fútbol rápido y alegre, con gente de calidad como Padilla o Fragosa. El equipo americano salió mejor, y se adelantó pronto con gol de González; los italianos respondieron pronto por medio de Domenghini. En la segunda parte, y tras el cambio de Mazzola por Rivera (la staffietta) mejoraron los azzurri, desempatando pronto Riva. Los mexicanos se hundieron abrumados por la responsabilidad, e Italia certificó su pase con un doblete de Rivera en los últimos minutos.
La semifinal de Italia contra Alemania fue el partido más impresionante del torneo, y uno de los más grandes de la Historia de los Mundiales. Lo tuvo absolutamente todo. Dos equipos de altísimo nivel, con los teutones que venían de levantarle un 2-0 a Inglaterra en cuartos, tomándose revancha del torneo anterior. Un gol de Schnellinger en el tiempo añadido, que compensaba el inicial de Boninsegna. La prórroga más inolvidable, con cinco goles: primero Müller rematando con todo, remontada de Italia con goles de Burgnich y Riva, otra vez el Torpedo poniendo el 3-3, y a dos minutos el tanto postrero de Rivera, que significaba la final. Y a todo esto, Beckenbauer jugando gran parte del partido con un hombro dislocado y el brazo vendado. Un monumento a la grandeza del fútbol.
Estos fueron los equipos que el 21 de Junio de 1970 se presentaron en el grandioso Estadio Azteca, construido para la ocasión, dispuestos a alzarse con su tercera corona. Cuando el árbitro alemán Glöckner da el silbatazo inicial, nadie se decide a tomar la manija del partido, y las ocasiones se hacen esperar. Sin embargo, en el ecuador de la primera, Rivelino pone uno de sus centros teledirigidos en la cabeza de Pelé, quien pica un remate inapelable que se cuela a la izquierda de Albertosi. Sobre este remate Burgnich diría más tarde que él saltó con Pelé, pero que cuando bajó el brasileño todavía seguía colgado del aire.
El tanto no desanima a los italianos, maestros del tempo y también sabios en aprovechar los errores del rival. Así, llega un balón sin demasiado peligro al área de Félix, el arquero duda, y Boninsegna se va de Clodoaldo para hacer el empate, en un gol de delantero puro. El partido sigue siendo muy equilibrado, con juego subterráneo por parte del equipo europeo, que desquicia por momentos a Brasil. Burgnich ata en corto a Pelé, y Facchetti hace lo propio con Jairzinho, con lo que las opciones atacantes de Brasl disminuyen. Así se llega al descanso.
Como había ocurrido anteriormente en casi todos los partidos, el equipo brasileiro sale decidido a resolver en la segunda parte. Jairzinho se lleva a Facchetti al costado y abre huecos para las penetraciones de Gerson, cuyo buen juego en este tramo del partido será clave en la final. El fantástico mediocampista avisa al cuarto de hora con un trallazo al larguero, y desequilibra la final cinco minutos después con un gol de genio: sombrero al defensa, y en la salida un tiro que se cuela como un obús.
Italia acusa el golpe, y tira la toalla definitivamente cuando al poco rato Jairzinho clava el tercero. La final se ha acabado, y como en Suecia doce años antes, los últimos minutos son a mayor gloria del fútbol brasileño. Sale Rivera en el tramo final, pero sólo le alcanza para ver en primera fila una de las más grandes y famosas jugadas de la historia del fútbol: un balón que saca el portero Félix y que llega a Pelé, que sin mirar la pone su derecha: por ahí entra Carlos Alberto como un toro para clavar el 4-1. Entre el arquero y O’Rei mediaron veinte toques de balón y cinco futbolistas, la apoteosis del juego colectivo.
Brasil se convierte así en el primer equipo que consigue en propiedad la Copa Jules Rimet, (que, por cierto, fue robada más tarde), por haberla ganado tres veces; para el siguiente torneo hará falta nuevo trofeo. Este Mundial también nos dejó la primera ocasión en que se permitieron los cambios, y el estreno con gran éxito de las tarjetas, ambas innovaciones positivas que han llegado hasta nuestros días. Fue un campeonato tan limpio que no se vio ni una roja.
ALINEACIONES. Brasil: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo, Gerson, Clodoaldo, Rivelino, Jairzinho, Pelé y Tostao. Italia: Albertosi, Rosato, Burgnich, Cera, Facchetti, Domenghini, Bertini (Juliano m. 73), Mazzola, De Sisti, Riva y Boninsegna (Rivera m. 84).
martes, 11 de noviembre de 2008
PICKLES : EL PERRO QUE GANO LA COPA DEL MUNDO
Fue el célebre perro inglés que estaba paseando con su dueño, y que encontró envuelto en papel de períodico, en un matorral de un jardín al sur de Londres, el trofeo de la Copa Mundial de Fútbol de 1966 (Copa Jules Rimet), que había sido misteriosamente robada cuando era exhibida en una sala de Londres antes de la inauguración. Como recompensa, se le permitió lamer los platos después del banquete inaugural. Murió tiempo después, estrangulado con su propio collar, mientras perseguía a un gato. En 2006 se hizo una versión televisiva de la historia por la cadena inglesa ITV y titulada "Pickles, el perro que ganó la Copa del Mundo".
Tan felices estaban los ingleses por tener la oportunidad de organizar el mundial, que quisieron exhibir en un museo la Copa Jules Rimet. Pero ello terminó siendo un gran problema ya que se la robaron. Hasta Scotland Yard estuvo preocupado de encontrar el trofeo, aunque sin fortuna. Y fue un perro llamado Pickles el héroe que logró lo que parecía imposible. Entre unos arbustos el canino descubrió la copa y la tranquilidad volvió a Inglaterra. Pickles salió en la televisión, en los diarios y hasta sus ladridos se escuchaban por radio. La primera figura del mundial.
Tan felices estaban los ingleses por tener la oportunidad de organizar el mundial, que quisieron exhibir en un museo la Copa Jules Rimet. Pero ello terminó siendo un gran problema ya que se la robaron. Hasta Scotland Yard estuvo preocupado de encontrar el trofeo, aunque sin fortuna. Y fue un perro llamado Pickles el héroe que logró lo que parecía imposible. Entre unos arbustos el canino descubrió la copa y la tranquilidad volvió a Inglaterra. Pickles salió en la televisión, en los diarios y hasta sus ladridos se escuchaban por radio. La primera figura del mundial.
lunes, 10 de noviembre de 2008
LA EXPULSION DE RATTIN
Rattin, ese caudillo xeneize, miraba desafiante, clavaba sus ojos en muchos más ojos que le devolvían broncas. En los cuartos de final de la Copa del mundo de Inglaterra en 1966, en Wembley, ese 23 de julio, el árbitro alemán Rudolf Kreitlein fue el protagonista al dejar al equipo argentino con diez hombres. El recuerdo es del protagonista, de Rattin:
"Inglaterra nos tenía mal, apretados contra el arco de Roma. Había que enfriarlos. Me acerqué al árbitro y le pedí un intérprete. Pero Kreintlein no quería saber nada con la demora. Tanto insistí que terminó por echarme. Nos ganaron 1 a 0. Después de la expulsión la FIFA estudió el problema de la falta de entendimiento por el idioma y en México 70 se incorporaron las tarjetas."
Pero el episodio no termino con esa expulsión:
"Me senté en la alfombra roja que le pusieron a la reina. Iba los vestuarios y me empezaron a tira chocolatines.Cuando estaba por llegar al banderín del corner agarré una bandera inglesa que flameaba en el palito. La retorcí toda y la mostré. Entonces, en vez de chocolatines me tiraron latas de cerveza."
Caminó despacio, como se le antojó en ese instante. Rompió con las reglas del protocolo que impone la realeza. Y se fue. De fondo, un grito unánime, feroz lo acompañaba:"Animals/ Animals…" El, los argentinos y los ingleses jamás olvidaran esa tarde.
Ganar el Mundial de 1966 fue para Inglaterra mucho más que una cuestión de honor. POr primera vez en la cuna del fútbol y luego de sufrir a Brasil en 1958 y 1962, el fútbol europeo se dispuso a impedir la victoria sudamericana.
Los métodos importaron poco: persecución feroz al habilidoso Pelé y arbitrajes sospechosos en partidos definitorios.
La Selección argentina fue tal vez la víctima más recordada. Dirigida por Lorenzo, llego a Inglaterra luego de una gira donde los rivales fueron improvisados y los resultados prometían poco. Y debutó el 13 de julio, en Birmingham, con una victoria ante España por 2 a1, con goles de Luis Artime. Tres días después empató 0 a 0 con Alemania Federal y se aseguró la clasificación para los cuartos de final al derrotar 2 a 0 a Suiza, con otro gol de Artime y uno de Ermindo Anega.
Llegaba el turno de enfrentar al local.
La elección de un árbitro inglés para dirigir Alemania-Uruguay y la de un alemán para Inglaterra-Argentina daban la sensación de un "arreglo" para eliminar a los sudamericanos. Fueron suficiente 38 minutos para confirmarlo. Las decisiones de los árbitros hicieron inevitablemente la sospecha. "El de Kreitlein fue un arbitraje mal intencionado, parcial de toda parcialidad. Y la expulsión de Rattin el broche de oro. Sin su caudillo en la cancha, Argentina intentó aguantar el partido, pero un cabezazo de Geoffrey Hurst en el segundo tiempo clasifico a los ingleses para las semifinales.
Los mismos jugadores argentinos que habían sido despedidos por el presidente constitucional Arturo Illia fueron recibidos con el título de "campeones morales" ya con el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.
Y la FIFA-presidida en aquel momento por el Inglés Stanley Rousno- dejó dudas sobre su postura: multó con mil francos suizos a la AFA, suspendió a Rattin por cuatro partidos y a Roberto Ferreiro por tres. También sanciono a Ermindo Anega, según se justificó mas tarde, "por escupir en la cara a un funcionario", y hasta evaluó la posibilidad de impedirle a la Argentina jugar las eliminatorias para el Mundial de 1970.
"Inglaterra nos tenía mal, apretados contra el arco de Roma. Había que enfriarlos. Me acerqué al árbitro y le pedí un intérprete. Pero Kreintlein no quería saber nada con la demora. Tanto insistí que terminó por echarme. Nos ganaron 1 a 0. Después de la expulsión la FIFA estudió el problema de la falta de entendimiento por el idioma y en México 70 se incorporaron las tarjetas."
Pero el episodio no termino con esa expulsión:
"Me senté en la alfombra roja que le pusieron a la reina. Iba los vestuarios y me empezaron a tira chocolatines.Cuando estaba por llegar al banderín del corner agarré una bandera inglesa que flameaba en el palito. La retorcí toda y la mostré. Entonces, en vez de chocolatines me tiraron latas de cerveza."
Caminó despacio, como se le antojó en ese instante. Rompió con las reglas del protocolo que impone la realeza. Y se fue. De fondo, un grito unánime, feroz lo acompañaba:"Animals/ Animals…" El, los argentinos y los ingleses jamás olvidaran esa tarde.
Ganar el Mundial de 1966 fue para Inglaterra mucho más que una cuestión de honor. POr primera vez en la cuna del fútbol y luego de sufrir a Brasil en 1958 y 1962, el fútbol europeo se dispuso a impedir la victoria sudamericana.
Los métodos importaron poco: persecución feroz al habilidoso Pelé y arbitrajes sospechosos en partidos definitorios.
La Selección argentina fue tal vez la víctima más recordada. Dirigida por Lorenzo, llego a Inglaterra luego de una gira donde los rivales fueron improvisados y los resultados prometían poco. Y debutó el 13 de julio, en Birmingham, con una victoria ante España por 2 a1, con goles de Luis Artime. Tres días después empató 0 a 0 con Alemania Federal y se aseguró la clasificación para los cuartos de final al derrotar 2 a 0 a Suiza, con otro gol de Artime y uno de Ermindo Anega.
Llegaba el turno de enfrentar al local.
La elección de un árbitro inglés para dirigir Alemania-Uruguay y la de un alemán para Inglaterra-Argentina daban la sensación de un "arreglo" para eliminar a los sudamericanos. Fueron suficiente 38 minutos para confirmarlo. Las decisiones de los árbitros hicieron inevitablemente la sospecha. "El de Kreitlein fue un arbitraje mal intencionado, parcial de toda parcialidad. Y la expulsión de Rattin el broche de oro. Sin su caudillo en la cancha, Argentina intentó aguantar el partido, pero un cabezazo de Geoffrey Hurst en el segundo tiempo clasifico a los ingleses para las semifinales.
Los mismos jugadores argentinos que habían sido despedidos por el presidente constitucional Arturo Illia fueron recibidos con el título de "campeones morales" ya con el gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.
Y la FIFA-presidida en aquel momento por el Inglés Stanley Rousno- dejó dudas sobre su postura: multó con mil francos suizos a la AFA, suspendió a Rattin por cuatro partidos y a Roberto Ferreiro por tres. También sanciono a Ermindo Anega, según se justificó mas tarde, "por escupir en la cara a un funcionario", y hasta evaluó la posibilidad de impedirle a la Argentina jugar las eliminatorias para el Mundial de 1970.
viernes, 31 de octubre de 2008
LA TRAGEDIA QUE EDIFICO EL MITO DEL MANCHESTER
Se cumplen 50 años del accidente de avión en Múnich que costó la vida a ocho jugadores del Manchester United y rompió aquel mítico equipo de los Busby Boys, los chicos de Matt Busby, el técnico que sobrevivió y construyó otro United que conquistó la Copa de Europa en 1968. El Manchester honra a sus héroes.
Fugaces como son los grandes equipos, aquél murió casi antes de haber nacido. En realidad, fue un sueño de Matt Busby y sus muchachos, The Busby Boys, que, sobre un campo bombardeado por los alemanes, conquistaron primero el fútbol inglés y después prometieron disputarle la supremacía europea al Real Madrid. Compartían espíritu, juventud y talento. Repartían cartas y risas en el avión que los traía de vuelta a casa tras eliminar al Estrella Roja, en Belgrado, clasificados para las semifinales de la Copa de Europa, cuando pararon a repostar en Múnich. Al tercer intento de despegue, aquel vuelo 609 de la British European Airways se estrelló contra una casa a las 15.04 del 6 de febrero de 1958.se cumplen 50 años.
El Manchester United rinde tributo esta semana a los 23 fallecidos, ocho de ellos futbolistas. Tommy Taylor, el delantero centro, de 26 años; Robert Byrne, lateral izquierdo y capitán, de 28; Geoff Bent, callado suplente, de 26; Mark Jones, mediocentro fumador de pipa, de 24; David Pegg, extremo, de 22, hijo de un minero de Yorkshire y que disfrutaba escuchando a Frank Sinatra junto a Liam Whelan, el interior de Dublín, de 22; Eddie Coleman, travieso interior derecho, de 21, y Duncan Edwards, el niño prodigio de 21, medio izquierdo, que murió desangrado 15 días después.
Les arrancaron el corazón a los Busby Boys, aunque los supervivientes mantuvieron viva la memoria hasta hoy. El más célebre, Bobby Charlton, que era apenas una promesa de 20 años, ha pasado estos días por los colegios de Manchester contando a los niños lo que significó aquella época. Los 50 fueron años de luz en Inglaterra en contraste con los oscuros 40 de la posguerra. La vida comenzaba a avanzar y a distanciarse de la cartilla de racionamiento y del mercado negro. Los más afortunados se compraban unas botas del extremo Stanley Matthews, la estrella del momento. Era el apogeo de James Dean en el cine y la música de Bill Haley con Rock around the clock. En Gran Bretaña triunfaban Tommy Steele y Frankie Lymon and The Teenagers. ¿El fútbol? Pesado y autocomplaciente, con los estadios llenos, si bien otra gran tragedia ya le había sacudido: el accidente aéreo de 1949 en el que murió todo el Torino. Ferenc Puskas dio una lección a los inventores del juego. Hasta entonces, un delantero centro era un tipo poderoso que trataba de arrasar a los defensas.
Los húngaros tuvieron una idea. Su 9, Nandor Hidegkuti, jugaba como un enlace con la media, abriendo espacios para sus compañeros de ataque, Puskas y Kocsis, e incorporándose por sorpresa al gol. Hungría ganó a Inglaterra por 3-6 en Wembley y después por 7-1 en Budapest, lo que obligó a replantearse las cosas en las islas. El Manchester United adoptó el estilo húngaro. Y el entrenador, Matt Busby (1904-1994), capitán de Escocia en su etapa de jugador, iba a impulsar lo mejor de la cantera nacional. Entre él y Stan Cullis, técnico del Wolverhampton, transformaron el fútbol inglés y lo acercaron al del resto de Europa. Su lema hizo fortuna: un jugador es lo bastante mayor siempre y cuando sea lo suficientemente bueno. En 1955-56, el Manchester ganó la Liga con un juego entusiasta, poderoso y alegre, reconocido rápidamente en todo el país. E inspiró dos apodos legendarios: The Busby Boys y The Red Devils. Cuando Busby llegó al cargo, en 1945, se encontró con excelentes futbolistas y un campo maltrecho por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Busby era un hombre obsesionado con la necesidad de construir. Un purista. Le gustaba que los futbolistas se expresaran en el terreno. Tenía una mirada amplia y abierta. Quería abrir el Manchester al mundo.
De las cenizas de Múnich, Busby levantó el United a partir de tres supervivientes: Bobby Charlton, Harry Gregg y Bill Foulkes. Fichó, entre otros, a David Herd, Albert Quixhall y Dennis Law antes de descubrir, en 1964, al mayor artista norirlandés: George Best. Con ellos conquistó la Copa de Europa de 1968 al Benfica, en Wembley, el primer club inglés en lograrlo. Claro que no todo el mérito fue de Busby. Su fiel asistente, James Murphy (1910-1989), asumió los mandos mientras el primer entrenador se recuperaba de graves heridas en las piernas en un hospital de Múnich. "Estaba completamente solo y tuve que rehacer un equipo", recordó Murphy; "fue importante coger futbolistas de fuera de Old Trafford, fuera del ambiente de muerte de Manchester y de toda la emoción". Trece días después de la tragedia, el Manchester disputó la Copa inglesa contra el Sheffield en su mítico estadio. Sesenta mil espectadores crearon un ambiente electrizante. Las alineaciones contenían once espacios en blanco en vez de los nombres de los jugadores. Los hinchas corearon los de los fallecidos. El United venció por 3-0. "Me dieron pena los chicos del Sheffield", dijo Charlton; "para los aficionados sólo había un equipo, el nuestro".
Tres meses después, Busby presenció con muletas la final de la Copa perdida ante el Bolton (2-0). Todos cantaron ese día en Wembley Abide with me (Resiste junto a mí) cuando los jugadores salían del vestuario. Los chicos del United lucían un blasón en el pecho de sus camisetas, el emblema del ave Fénix renaciendo de sus cenizas. "Tras perder ante el Bolton, fue peor que nunca", evocó el defensa Foulkes; "al volver a Manchester, nos esperaban millones de personas". De los tres equipos que levantó en 25 años en el United, Busby le explicó al periodista John Roberts, autor del libro The team that wouldn't die, cuál fue su preferido: "A los más viejos les puede gustar mi primer equipo, el que ganó la Copa de 1948. Otros prefieren el que precedió a la tragedia, los Babes. Y otros, por la magia de Charlton, Best y Law, dirán que el que conquistó la Copa de Europa de 1968, aun sin el lesionado Law. El de antes de Múnich fue potencialmente el mejor que he visto. Estaba a punto de arrebatarle la corona al Madrid".
"¿Eres tú, Jimmy? ¿El partido ante los Wolves es a las tres?", susurró Duncan Edwards, echado en la cama del hospital de Múnich, al recibir la visita de James Murphy. A pesar de las heridas mortales, Edwards pensaba en jugar ante el Wolverhampton. El volante izquierdo sólo jugó en Primera cuatro años, nueve meses y seis días, convirtiéndose en el James Dean del fútbol inglés. "Era tan bueno con la derecha como con la izquierda", lo describió Bobby Charlton; "podía meter un balón a 30 metros y era sólido en la defensa y bueno en el juego aéreo. Recuerdo una anécdota: en una semifinal ante el Chelsea, Murphy nos dijo que evitáramos la dependencia de Duncan. Que éramos un equipo sobrado de talento. Al llegar 0-0 al descanso, nos gritó: 'Pasadle a Duncan'. Ganamos el partido". Edwards fue también la debilidad de Busby, que lo comparaba con Best por la tranquilidad con que se tomaban los partidos. "Nada podía pararlo ni ponerle nervioso. Y tenía una frase talismán: 'Eh, chicos, no hemos venido aquí para nada".
A los 11 años, Duncan ya jugaba con chicos de 15 en el Dudley, el conjunto de su ciudad. A esa edad se lo llevó el Manchester United y lo hizo debutar en Primera a los 16 años y 184 días frente al Cardiff City. Ganó dos Ligas consecutivas y en 1957 llegó a las semifinales de la Copa de Europa, en las que cayó ante el Madrid de Di Stéfano. Por el camino logró resultados espectaculares: un 12-0 al Anderlecht o un 5-6 en el cómputo global ante el Athletic. Se estrenó con la selección a los 18 años y 183 días, registro sólo superado por Michael Owen en el Mundial de Francia 98. Debutó en la aplastante victoria ante Escocia (7-2) y causó sensación ante la Alemania que venía de proclamarse campeona del mundo en Suiza 54. Marcó cinco goles en 18 partidos internacionales. El espíritu de Busby ha perdurado a lo largo del tiempo.
El Manchester ganaría dos Ligas, 1965 y 1967, antes de iniciar un declive que acabó con el descenso en 1974. Resurgió ya con Alex Ferguson, otro escocés, en el banquillo desde 1986. Él también apostó por la juventud y consiguió casi un milagro: dar prioridad al fútbol en un club convertido en un negocio multimillonario. Sus diablos rojos se vestirán el domingo como hace 50 años. Los números del 1 al 11, la camisa clásica roja, los pantalones blancos y las medias negras, con el cuello en forma de v en vez de la camiseta abotonada de la primera mitad de aquella década. Les espera el Manchester City en Old Trafford. Ese equipaje, que no será comercializado, es el que llevaban en Belgrado un día antes de la tragedia.
El mejor recuerdo para los inmortales Busby Boys.
Fugaces como son los grandes equipos, aquél murió casi antes de haber nacido. En realidad, fue un sueño de Matt Busby y sus muchachos, The Busby Boys, que, sobre un campo bombardeado por los alemanes, conquistaron primero el fútbol inglés y después prometieron disputarle la supremacía europea al Real Madrid. Compartían espíritu, juventud y talento. Repartían cartas y risas en el avión que los traía de vuelta a casa tras eliminar al Estrella Roja, en Belgrado, clasificados para las semifinales de la Copa de Europa, cuando pararon a repostar en Múnich. Al tercer intento de despegue, aquel vuelo 609 de la British European Airways se estrelló contra una casa a las 15.04 del 6 de febrero de 1958.se cumplen 50 años.
El Manchester United rinde tributo esta semana a los 23 fallecidos, ocho de ellos futbolistas. Tommy Taylor, el delantero centro, de 26 años; Robert Byrne, lateral izquierdo y capitán, de 28; Geoff Bent, callado suplente, de 26; Mark Jones, mediocentro fumador de pipa, de 24; David Pegg, extremo, de 22, hijo de un minero de Yorkshire y que disfrutaba escuchando a Frank Sinatra junto a Liam Whelan, el interior de Dublín, de 22; Eddie Coleman, travieso interior derecho, de 21, y Duncan Edwards, el niño prodigio de 21, medio izquierdo, que murió desangrado 15 días después.
Les arrancaron el corazón a los Busby Boys, aunque los supervivientes mantuvieron viva la memoria hasta hoy. El más célebre, Bobby Charlton, que era apenas una promesa de 20 años, ha pasado estos días por los colegios de Manchester contando a los niños lo que significó aquella época. Los 50 fueron años de luz en Inglaterra en contraste con los oscuros 40 de la posguerra. La vida comenzaba a avanzar y a distanciarse de la cartilla de racionamiento y del mercado negro. Los más afortunados se compraban unas botas del extremo Stanley Matthews, la estrella del momento. Era el apogeo de James Dean en el cine y la música de Bill Haley con Rock around the clock. En Gran Bretaña triunfaban Tommy Steele y Frankie Lymon and The Teenagers. ¿El fútbol? Pesado y autocomplaciente, con los estadios llenos, si bien otra gran tragedia ya le había sacudido: el accidente aéreo de 1949 en el que murió todo el Torino. Ferenc Puskas dio una lección a los inventores del juego. Hasta entonces, un delantero centro era un tipo poderoso que trataba de arrasar a los defensas.
Los húngaros tuvieron una idea. Su 9, Nandor Hidegkuti, jugaba como un enlace con la media, abriendo espacios para sus compañeros de ataque, Puskas y Kocsis, e incorporándose por sorpresa al gol. Hungría ganó a Inglaterra por 3-6 en Wembley y después por 7-1 en Budapest, lo que obligó a replantearse las cosas en las islas. El Manchester United adoptó el estilo húngaro. Y el entrenador, Matt Busby (1904-1994), capitán de Escocia en su etapa de jugador, iba a impulsar lo mejor de la cantera nacional. Entre él y Stan Cullis, técnico del Wolverhampton, transformaron el fútbol inglés y lo acercaron al del resto de Europa. Su lema hizo fortuna: un jugador es lo bastante mayor siempre y cuando sea lo suficientemente bueno. En 1955-56, el Manchester ganó la Liga con un juego entusiasta, poderoso y alegre, reconocido rápidamente en todo el país. E inspiró dos apodos legendarios: The Busby Boys y The Red Devils. Cuando Busby llegó al cargo, en 1945, se encontró con excelentes futbolistas y un campo maltrecho por las secuelas de la Segunda Guerra Mundial. Busby era un hombre obsesionado con la necesidad de construir. Un purista. Le gustaba que los futbolistas se expresaran en el terreno. Tenía una mirada amplia y abierta. Quería abrir el Manchester al mundo.
De las cenizas de Múnich, Busby levantó el United a partir de tres supervivientes: Bobby Charlton, Harry Gregg y Bill Foulkes. Fichó, entre otros, a David Herd, Albert Quixhall y Dennis Law antes de descubrir, en 1964, al mayor artista norirlandés: George Best. Con ellos conquistó la Copa de Europa de 1968 al Benfica, en Wembley, el primer club inglés en lograrlo. Claro que no todo el mérito fue de Busby. Su fiel asistente, James Murphy (1910-1989), asumió los mandos mientras el primer entrenador se recuperaba de graves heridas en las piernas en un hospital de Múnich. "Estaba completamente solo y tuve que rehacer un equipo", recordó Murphy; "fue importante coger futbolistas de fuera de Old Trafford, fuera del ambiente de muerte de Manchester y de toda la emoción". Trece días después de la tragedia, el Manchester disputó la Copa inglesa contra el Sheffield en su mítico estadio. Sesenta mil espectadores crearon un ambiente electrizante. Las alineaciones contenían once espacios en blanco en vez de los nombres de los jugadores. Los hinchas corearon los de los fallecidos. El United venció por 3-0. "Me dieron pena los chicos del Sheffield", dijo Charlton; "para los aficionados sólo había un equipo, el nuestro".
Tres meses después, Busby presenció con muletas la final de la Copa perdida ante el Bolton (2-0). Todos cantaron ese día en Wembley Abide with me (Resiste junto a mí) cuando los jugadores salían del vestuario. Los chicos del United lucían un blasón en el pecho de sus camisetas, el emblema del ave Fénix renaciendo de sus cenizas. "Tras perder ante el Bolton, fue peor que nunca", evocó el defensa Foulkes; "al volver a Manchester, nos esperaban millones de personas". De los tres equipos que levantó en 25 años en el United, Busby le explicó al periodista John Roberts, autor del libro The team that wouldn't die, cuál fue su preferido: "A los más viejos les puede gustar mi primer equipo, el que ganó la Copa de 1948. Otros prefieren el que precedió a la tragedia, los Babes. Y otros, por la magia de Charlton, Best y Law, dirán que el que conquistó la Copa de Europa de 1968, aun sin el lesionado Law. El de antes de Múnich fue potencialmente el mejor que he visto. Estaba a punto de arrebatarle la corona al Madrid".
"¿Eres tú, Jimmy? ¿El partido ante los Wolves es a las tres?", susurró Duncan Edwards, echado en la cama del hospital de Múnich, al recibir la visita de James Murphy. A pesar de las heridas mortales, Edwards pensaba en jugar ante el Wolverhampton. El volante izquierdo sólo jugó en Primera cuatro años, nueve meses y seis días, convirtiéndose en el James Dean del fútbol inglés. "Era tan bueno con la derecha como con la izquierda", lo describió Bobby Charlton; "podía meter un balón a 30 metros y era sólido en la defensa y bueno en el juego aéreo. Recuerdo una anécdota: en una semifinal ante el Chelsea, Murphy nos dijo que evitáramos la dependencia de Duncan. Que éramos un equipo sobrado de talento. Al llegar 0-0 al descanso, nos gritó: 'Pasadle a Duncan'. Ganamos el partido". Edwards fue también la debilidad de Busby, que lo comparaba con Best por la tranquilidad con que se tomaban los partidos. "Nada podía pararlo ni ponerle nervioso. Y tenía una frase talismán: 'Eh, chicos, no hemos venido aquí para nada".
A los 11 años, Duncan ya jugaba con chicos de 15 en el Dudley, el conjunto de su ciudad. A esa edad se lo llevó el Manchester United y lo hizo debutar en Primera a los 16 años y 184 días frente al Cardiff City. Ganó dos Ligas consecutivas y en 1957 llegó a las semifinales de la Copa de Europa, en las que cayó ante el Madrid de Di Stéfano. Por el camino logró resultados espectaculares: un 12-0 al Anderlecht o un 5-6 en el cómputo global ante el Athletic. Se estrenó con la selección a los 18 años y 183 días, registro sólo superado por Michael Owen en el Mundial de Francia 98. Debutó en la aplastante victoria ante Escocia (7-2) y causó sensación ante la Alemania que venía de proclamarse campeona del mundo en Suiza 54. Marcó cinco goles en 18 partidos internacionales. El espíritu de Busby ha perdurado a lo largo del tiempo.
El Manchester ganaría dos Ligas, 1965 y 1967, antes de iniciar un declive que acabó con el descenso en 1974. Resurgió ya con Alex Ferguson, otro escocés, en el banquillo desde 1986. Él también apostó por la juventud y consiguió casi un milagro: dar prioridad al fútbol en un club convertido en un negocio multimillonario. Sus diablos rojos se vestirán el domingo como hace 50 años. Los números del 1 al 11, la camisa clásica roja, los pantalones blancos y las medias negras, con el cuello en forma de v en vez de la camiseta abotonada de la primera mitad de aquella década. Les espera el Manchester City en Old Trafford. Ese equipaje, que no será comercializado, es el que llevaban en Belgrado un día antes de la tragedia.
El mejor recuerdo para los inmortales Busby Boys.
BOBBY CHARLTON , EL GRAN CABALLERO DEL IMPERIO BRITANICO
Sir Robert Charlton, como se le conoce de forma oficial, es uno de los tres componentes de la selección inglesa que ha logrado superar la barrera de los cien partidos internacionales, además de ganarse un gran prestigio por su corrección. Billy Wright, que llevó el brazalete de capitán en 90 ocasiones, fue el primero en ingresar en el club de los cien en la década de 1950, y Charlton y Bobby Moore, que alzaron la copa Jules Rimet en su propio país en 1966, fueron los siguientes. Mientras Wright y Moore ocuparon posiciones similares en la retaguardia inglesa, Charlton fue un jugador más ofensivo, que brilló primero por la banda y terminó de media punta por el centro. Sin embargo, los tres lograron ganarse el respeto de todo el mundo por su determinación y contundencia, pero sin juego duro.
Las principales virtudes del joven Charlton eran su velocidad y sus fintas. Conforme creció como futbolista, su posición se fue desplazando hacia el interior del campo y se convirtió en el pivote ofensivo de su equipo. Su depurada técnica en la organización del juego y la facilidad pasmosa con que adivinaba la posición de cada uno de sus compañeros le permitían repartir pases milimétricos por todo el terreno de juego. Además, tenía una potencia de disparo poco habitual para su baja estatura (1,73 m), gracias a la cual llegó a marcar prácticamente un gol por cada dos partidos con la camiseta de Inglaterra, una gesta nada despreciable en el curso de 105 encuentros con el combinado nacional. Sus 49 dianas, una más que los que anotó Gary Lineker, un delantero puro, lo convierten en el máximo goleador de la selección inglesa, y sólo el guardameta Peter Shilton lo supera en cantidad de convocatorias.
Triunfo y tragedia
Cuando Charlton jugaba en el equipo de su colegio, en Northumberland, su asombroso talento atrajo la atención del jefe de ojeadores del Manchester United, Joe Armstrong. Muchos se disputaron al joven prodigio, pero al final fue Matt Busby, el entrenador de este club, quien se hizo con la codiciada firma. En julio de 1953, Charlton abandonó Northumberland y se mudó a la ciudad de Manchester. Tras pasar un tiempo trabajando como aprendiz de ingeniero, por cierto muy cerca de Old Trafford, firmó su primer contrato profesional a los 17 años de edad. En octubre de 1956, el mes en que cumplió 19 años, debutó en el primer equipo del Manchester United en un partido contra el Charlton Athletic y celebró la ocasión marcando dos goles.
El Manchester United logró el título de liga esa temporada, al que Charlton contribuyó como extremo zurdo con diez goles en 14 partidos. Una final de la Copa de Inglaterra y una semifinal de Copa de Europa parecían ser el preludio de logros más importantes, pero la fatalidad se cebó en el equipo. El equipo de Busby sufrió un accidente aéreo en Múnich, el 6 de febrero de 1958, en el que perdieron la vida ocho jugadores. Charlton, a la sazón con 20 años de edad, salió disparado del avión todavía sujeto a su asiento. Aunque resultó ileso, las secuelas mentales que le quedaron por la pérdida de tantos compañeros en circunstancias tan dramáticas muy pronto se hicieron patentes.
Busby reconstruyó el grupo lo mejor que pudo, e hizo de Charlton la piedra angular de su nuevo equipo. El éxito retornó a Old Trafford en 1963 con una victoria en la Copa de Inglaterra, seguida por títulos de liga en 1965 y 1967. La gloria llegó para Charlton en su país la temporada siguiente cuando, diez años después del desastre aéreo de Múnich, el Manchester United derrotó al Benfica por 4-1 en Wembley en la final de la Copa de Europa y se convirtió en el primer equipo inglés que alzaba el codiciado trofeo. Para Charlton (autor del primer y el cuarto de los goles de su equipo), Busby y el guardameta Billy Foulkes, el otro jugador superviviente del accidente que seguía en el equipo, fue un momento especialmente emotivo.
Primeros pasos en la selección
El debut internacional de Charlton se produjo el 19 de abril de 1958. A pesar de que habitualmente ocupaba la banda izquierda, aquel día ocupó el flanco derecho como mediocampista defensivo pero, como ya ocurriera en su primer partido con el Manchester United, anotó un gol en la aplastante victoria por 4-0 sobre Escocia, en Hampden Park. "Todavía puedo oír el sonido del balón al introducirse en la red", rememora Charlton. "Después, sólo quedó el silencio".
Su rendimiento le permitió ser convocado para Suecia 1958, pero el combinado fue eliminado a las primeras de cambio por la URSS. Charlton no logró saltar al terreno de juego, y el entrenador Walter Winterbottom se arrepintió de haberlo convocado, ya que creía que el jugador todavía sufría las secuelas del accidente aéreo de Múnich.
Cuando se celebró la siguiente Copa Mundial de la FIFA, Chile 1962, Charlton ya se había afianzado en el equipo. Su primer gol en una Copa Mundial, contra Argentina, contribuyó a poner a Inglaterra en cuartos de final, antes de que la eliminara Brasil, a la postre campeona de aquella edición.
El brillo máximo de Inglaterra
El año 1966 quedó marcado en la memoria de los ingleses y fue uno de los mejores de Charlton, que contaba por aquel entonces 28 años de edad. Junto a su hermano Jackie, que se había convertido en un bastión de la defensa inglesa, Bobby fue el motor del equipo que triunfó en su propio país y recibió la copa Jules Rimet de manos de Su Majestad la Reina Isabel II el 30 de julio de 1966.
El torneo no comenzó nada bien, con un poco brillante empate a 0-0 frente a Uruguay. El combinado inglés necesitaba un revulsivo, y Charlton era el hombre. En el minuto 37 del partido contra México, el siguiente del grupo, Bobby recogió un balón suelto en la línea de medio campo. "Me interné y no tenía intención de disparar a puerta", comentó posteriormente en una entrevista. "No pensé que me dejarían seguir avanzando... y disparé". El balón se coló por la escuadra y, de este modo, Inglaterra encauzaba su camino hacia la final de Wembley.
Fue en la semifinal contra Portugal cuando se vio al mejor Charlton, que posteriormente sería elegido Jugador Europeo de aquel año. Su velocidad mantuvo en jaque a la zaga portuguesa, sus pases abrían espacios que sus compañeros no desaprovechaban y cuando se encontró ante la portería, explotó. Dos goles de Charlton, uno en cada mitad, fueron suficientes para que Inglaterra derrotara por la mínima (2-1) a Portugal. Especialmente el segundo llevaba su sello característico: un cañonazo al primer toque que se coló por la escuadra. Incluso uno de los jugadores portugueses lo felicitó con un apretón de manos.
En la final, el entrenador de Alemania Occidental, Helmut Schön, que sabía exactamente de dónde llegaba el peligro de la selección inglesa, puso a un joven pero brillante Franz Beckenbauer como su marcador. Cuando Bobby se incorporaba al ataque, Franz defendía, y cuando Franz atacaba, se encontraba a Bobby frente a él. Fue una batalla épica entre dos jugadores míticos. El definitivo 4-2 que lucía en el marcador al final de la prórroga indicaba claramente que Charlton había ganado el combate. El propio Beckenbauer ha admitido posteriormente: "Inglaterra nos derrotó en 1966 porque Bobby Charlton fue un poco mejor que yo".
Un final espectacular
Cuando Inglaterra viajó a México cuatro años más tarde para defender su título, Charlton, con 32 años de edad, seguía en plena forma. Como interior derecho en un equipo que había evolucionado de un 2-3-5 a un 4-2-4 y, posteriormente, a un 4-3-3, sus funciones eran más defensivas, pero no menos importantes. Tras superar la fase de grupos, Inglaterra se enfrentó a Alemania Occidental en cuartos de final, en una épica repetición de la final de 1966. Con su equipo venciendo por 2-1 y con 20 minutos por delante, el seleccionador inglés, Alf (posteriormente Sir Alf) Ramsey, retiró del terreno de juego a Charlton para preservarlo para la semifinal. Un gol de Uwe Seeler llevó el partido a la prórroga, durante la cual, Gerd Müller marcó el gol que dio la victoria a los alemanes y que consumó su venganza.
Éste fue el canto del cisne de Charlton con los colores de Inglaterra. Anunció su retirada tras el pitido final del choque disputado en León, su partido número 105 con la selección, con el que logró batir el récord de apariciones con la camiseta de Inglaterra que ostentaba Billy Wright.
Jugó otras dos temporadas con el Manchester United y participó por última vez con el equipo en abril de 1973. Su breve estancia como jugador-entrenador de otro equipo del noroeste, el Preston North End, le demostró que el mundo de los banquillos no era para él. Posteriormente, Charlton se dedicó a los negocios con notable éxito y fundó diferentes escuelas para jóvenes futbolistas.
En 1984, accedió a la Junta Directiva del Manchester United y fue invitado a formar parte de la Comisión del Fútbol de la FIFA. Desde entonces, ha trabajado para el Manchester y para Inglaterra, y ha sido reconocido como un brillante embajador del fútbol por su integridad como persona. Como dijo de él quien fuera su amigo y entrenador, Matt Busby: "Nunca ha existido un futbolista tan popular. Nadie se ha acercado tanto a la perfección como persona y como jugador".
Acerca de ... Bobby Charlton
"Cuando pienso en los grandes deportistas que han mantenido un proceder correcto a lo largo de toda su carrera, el primer y mejor ejemplo que me viene a la cabeza es Bobby Charlton".
"Bobby Charlton encarna, a mi entender, lo que significa ser grande: la humildad, tener los pies en el suelo y seguir siempre así, sin cambiar nunca. Es sorprendente que se pueda recorrer toda una carrera y mantener imperturbables esas cualidades".
Alex Ferguson, entrenador del Manchester United
"Bobby Charlton posee virtudes envidiables. Sobre todo, es un hombre callado que habla a través de la magia de sus botas. Allá donde íbamos, los aficionados al fútbol extranjeros, de todo el mundo sin excepción, sabían todo lo que hay que saber sobre Bobby Charlton. Era nuestro Pelé particular".
Alan Ball, compañero de equipo en la selección inglesa
"Lo que Bobby sabía hacer mejor que nadie era marcar goles. Puede que otros anotaran más, pero pocos marcaron goles tan espectaculares como los suyos. Sin embargo, Bob era mucho más que un goleador: se encontraba cómodo como extremo, en la delantera y en el medio campo".
Geoff Hurst, compañero de equipo en la selección inglesa
MUNDIAL INGLATERRA 1966
Al fin Inglaterra consiguió su Mundial. Los considerados “padres del fútbol” estaban dispuestos a ganarlo… fuera como fuera. y así fue desde el primer minuto de aquel Mundial. El gran rival, Brasil, fue el gran perjudicado pues se vio perseguida no sólo por los arbitrajes, sino también por la gran dureza de sus rivales.
El Mundial de Inglaterra ya había comenzado con el boicot de los países africanos, que se negaron a jugar cuando se supo que el campeón de África tenía que ir a la repesca con el campeón de Asia/Oceanía.
El ‘amaño’ comenzó con la elección de la sede
El Mundial de Fútbol de Inglaterra 1966 será recordado por la forma en que fue pensado para que los locales se llevaran el triunfo. Con anterioridad se habían visto actuaciones arbitrales favorables a los equipos locales, pero el caso inglés fue mucho más allá. El ‘amaño’ del Mundial comenzó con la elección de la sede. El presidente de la FIFA, Sir Stanley Rous -foto-, movió todos los hilos para que su país natal fuera escogido como sede del campeonato en el congreso anual de la FIFA de 1960. La excusa esgrimida para favorecer a la candidatura inglesa frente a las presentadas por España -que posteriormente se retiraría- y Alemania Federal fue el centenario de la Football Association.
Errores en la inscripción y un reparto de plazas que no gustó a todos
Inglaterra, como organizadora, y Brasil, como vigente campeón, estaban clasificados de antemano para disputar el Mundial. De las 14 plazas restantes, 9 eran para equipos europeos, 3 para conjuntos sudamericanos, 1 correspondió a Norteamerica y la última fue para el vencedor de las eliminatorias celebradas entre África, Asia y Oceanía. 71 equipos optaron a las plazas en juego. 15 conjuntos africanos, Corea del Sur y Siria se retiraron de la fase clasificatoria como medida de protesta por entender que el reparto estaba desequilibrado. Congo, Filipinas y Guatemala incurrieron en diversos errores en su inscripción que les impidieron participar, y Sudáfrica fue excluída por su política de apartheid.
Un sorteo dirigido, un reparto de sedes y horarios favorable a los ingleses
El Royal Garden Hotel Kingston de Londres fue el escenario escogido para realizar el sorteo de los emparejamientos de la primera fase. Para ello, se dividió a los 16 participantes en cuatro bombos: Sudamérica, Europa Mediterránea, Resto de Europa y Resto de equipos. Los ingleses se vieron beneficiados al tener la posibilidad de jugar en Londres, con cuatro o cinco días de diferencia entre partido y partido. Los principales rivales del combinado británico tuvieron que desplazarse a Liverpool, Manchester, Middlesbrough, Sheffield o Birmingham. Otra polémica surgió alrededor de las designaciones arbitrales. Cada país participante debía presentar a dos árbitros. Y así lo hicieron todos, incluyendo a Inglaterra. Al final, un total de 7 colegiados ingleses, 1 irlandés y 1 escocés actuaron como colegiados o asistentes en alguno de los 32 partidos del Mundial.
El otro robo: la Copa Jules Rimet
El 20 de marzo de 1966, la Copa Jules Rimet desapareció de la vitrina en la que se custodiaba, para aparecer una semana después semienterrada junto a un seto de un jardín de la zona londinense de Upper Norwood. El perro Pickles fue el responsable del hallazgo, convirtiéndose en un héroe nacional.
Así fue la fase de grupos
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Inglaterra 5 3 2 1 0 4 0
Uruguay 4 3 1 2 0 2 1
México 2 3 0 2 1 1 3
Francia 1 3 0 1 2 2 5
Inglaterra y Uruguay hicieron buenos los pronósticos, imponiéndose a México -que salió del bombo de los equipos más modestos- y a Francia, que seguía inmersa en un proceso de reestructuración. Roger Hunt y Bobby Charlton fueron los jugadores más destacados entre los pross, que se beneficiaron del soprendente empate entre uruguayos y mexicanos para ocupar la primera plaza del grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Alemania Federal 5 3 2 1 0 7 1
Argentina 5 3 2 1 0 4 1
España 2 3 1 0 2 4 5
Suiza 0 3 0 0 3 1 9
La decepción del grupo la protagonizó España, que había depositado grandes esperanzas en el torneo tras haberse alzado con la Eurocopa de 1964. El combinado de José Villalonga cayó derrotado ante Argentina y Alemania, quedando fuera del Mundial a las primeras de cambio. El combinado nacional repitió marcador en todos sus enfrentamientos, 2-1, siendo a su favor únicamente en el partido ante Suiza. Tras este fracaso, España se sumió en una de las peores épocas de su historia, quedando fuera de los Mundiales del 70 y del 74, y de la Eurocopa del 72.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Portugal 6 3 3 0 0 9 2
Hungría 4 3 2 0 1 7 5
Brasil 2 3 1 0 2 4 6
Bulgaria 0 3 0 0 3 1 8
El grupo C fue el “grupo de la muerte” del Mundial de Inglaterra 1966. Inglaterra deseaba que la selección eliminada de entre las tres más poderosas -Portugal, Hungría y Brasil- fuera la verdeamarelha. Sus deseos se convirtieron en realidad y la por aquel entonces doble campeona quedó fuera de los cuartos de final. Portugal, liderada por Eusébio, la “pantera negra de Mozambique“, acabó como primera de grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Unión Soviética 6 3 3 0 0 6 1
Corea del Norte 3 3 1 1 1 2 4
Italia 2 3 1 0 2 2 2
Chile 1 3 0 1 2 2 5
Corea del Norte se convirtió en la gran sorpresa del grupo D, dejando fuera de los cuartos de final a la selección italiana. Pak Doo Ik fue el autor del tanto que permitió a los asiáticos imponerse por 1-0 en un partido jugado en Ayresome Park (Middlesbrough). Era el coreano un grupo de hombres disciplinado, que por problemas políticos habian estado a punto de quedarse fuera de la cita mundialista. Tan poca confianza tenían en su victoria que no habían reservado hotel para los cuartos. Lo que sí que tenían eran los pasajes de avión para volver a Pyongyang.
Hecatombe transalpina
Los diarios italianos no perdonaron a su selección la derrota ante Corea del Norte. La prensa catalogó el papel de Italia de “vergüenza nacional“. Otros fueron más allá, asegurando que “Il nostro calcio e’morto” -”Nuestro fútbol ha muerto“-. El partido anterior, ante la Unión Soviética, también había supuesto una derrota por la mínima para la selección azzurra. Entraba dentro de los límtes de la lógica, pero el país no supo comprender que su selección se volviera de Inglaterra venciendo únicamente a Chile.
El “robo del siglo” en cuartos de final
De nuevo hubo amaño arbitral en el sorteo de árbitros para los cuartos de final. Representantes de Argentina, España, Uruguay y la Unión Soviética habían sido citados para ser testigos. Pese a que todos llegaron a la hora convenida, el sorteo ya se había realizado, con el presidente de la FIFA, y los representantes alemán y africano como garantes de la limpieza del mismo. El germano Rudolf Kreitlein fue ‘escogido’ como colegiado del Inglaterra-Argentina. Los locales se impusieron por 1-0 a los argentinos, con un gol de Geoff Hurst en el minuto 78, en situación dudosa. Kreitlein se convirtió en protagonista del partido, expulsando al capitán albiceleste Antonio Rattin en el minuto 35. Rattin tardó más de diez minutos en abandonar el terreno de juego. Por aquel entonces todavía no habia tarjetas, y el argentino ‘no quiso entender’ que Kreitlein le había expulsado hasta que no saltó al campo un intérprete. Argentina, pese al inferioridad, hizo méritos para conseguir algo más. Su defensa siguió aplicando la táctica de fuera de juego que tan buenos resultados le había dado a lo largo del campeonato, hasta que el colegiado no señalo off-side en una dudosa jugada y Hurst tuvo vía libre para batir al meta Antonio Roma. Al final del partido, hubo graves incidentes, incluyendo la agresión de Pastoriza al colegiado. Los ingleses nunca entendieron el porqué de las quejas de los sudamericanos: “En lugar de jugar, pretendían dirigirle el partido al árbitro“, declaró Bobby Charlton al finalización del choque. Los otros partidos de cuartos se saldaron con los siguientes resultados: Unión Soviética 2-1 Hungria Alemania Federal 4-0 Uruguay Portugal 5-3 Corea del Norte Los norcoreanos estuvieron a punto de dar una nueva sorpresa. No en vano, se pusieron 0-3 en el minuto 25. Cuatro goles de Eusébio y uno de Augusto completaron la remontada lusa.
Semifinales con sabor europeo
Inglaterra 2-1 Portugal Dos goles de Charlton -en la foto, detalle del segundo de ellos- clasificaron a Inglaterra para la final. El tanto de Eusébio no fue suficiente para clasificar a Portugal, para muchos el mejor equipo del torneo, para el partido definitivo. Unión Soviética 1-2 Alemania Federal Haller y Beckenbauer marcaron para los alemanes. Los soviéticos redujeron diferencias con un gol de Porkujan en el minuto 88, pero para aquel entonces los germanos ya tenían pie y medio en la final.
La gran final: Alemania Federal-Inglaterra
Sin duda, uno de los partidos más polémicos de la Historia de los Mundiales. El tiempo reglamentario finalizó con empate a dos goles. Haller adelantó a los alemanes en el ‘12 de la primera, pero apenas seis minutos después Hurst empató el choque. Peters dio ventaja a los locales, que vistieron de rojo para la ocasión. Cuando parecía que el triunfo sería inglés, Weber empató cuando finalizaba el tiempo reglamentario. En la prórroga, Hurst se convirtió en protagonista, ayudado por el colegiado sueco Gottfried Dienst y por su líner, el soviético Bakhramov. El delantero inglés recibió una pelota en franca situación en el minuto 101. Llenándose de balón, golpeó con todas su fuerzas. El cuero pegó en el larguero de la meta defendida por Tilkowski, y aparentemente botó fuera antes de ser despejado por la defensa alemana. Dienst concedió el gol, a instancias de su asistente. Bakhramov declaró años después: “No vi entrar la pelota, pero Dienst descargó sobre mi espalda toda la responsabilidad. ¿Que podía hacer?“ Con Alemania volcada en busca del empate, Hurst sentenció el partido con un disparo seco en el minuto 120. Con su gol, el delantero del West Ham se convirtió en el único jugador que ha anotado tres goles en una final mundialista, dando a Inglaterra el que hasta ahora es su único triunfo en un Mundial. Una victoria que más de 40 años después sigue rodeada del halo de la polémica y del amaño.
Estaba claro. Inglaterra había de ser campeona.
El Mundial de Inglaterra ya había comenzado con el boicot de los países africanos, que se negaron a jugar cuando se supo que el campeón de África tenía que ir a la repesca con el campeón de Asia/Oceanía.
El ‘amaño’ comenzó con la elección de la sede
El Mundial de Fútbol de Inglaterra 1966 será recordado por la forma en que fue pensado para que los locales se llevaran el triunfo. Con anterioridad se habían visto actuaciones arbitrales favorables a los equipos locales, pero el caso inglés fue mucho más allá. El ‘amaño’ del Mundial comenzó con la elección de la sede. El presidente de la FIFA, Sir Stanley Rous -foto-, movió todos los hilos para que su país natal fuera escogido como sede del campeonato en el congreso anual de la FIFA de 1960. La excusa esgrimida para favorecer a la candidatura inglesa frente a las presentadas por España -que posteriormente se retiraría- y Alemania Federal fue el centenario de la Football Association.
Errores en la inscripción y un reparto de plazas que no gustó a todos
Inglaterra, como organizadora, y Brasil, como vigente campeón, estaban clasificados de antemano para disputar el Mundial. De las 14 plazas restantes, 9 eran para equipos europeos, 3 para conjuntos sudamericanos, 1 correspondió a Norteamerica y la última fue para el vencedor de las eliminatorias celebradas entre África, Asia y Oceanía. 71 equipos optaron a las plazas en juego. 15 conjuntos africanos, Corea del Sur y Siria se retiraron de la fase clasificatoria como medida de protesta por entender que el reparto estaba desequilibrado. Congo, Filipinas y Guatemala incurrieron en diversos errores en su inscripción que les impidieron participar, y Sudáfrica fue excluída por su política de apartheid.
Un sorteo dirigido, un reparto de sedes y horarios favorable a los ingleses
El Royal Garden Hotel Kingston de Londres fue el escenario escogido para realizar el sorteo de los emparejamientos de la primera fase. Para ello, se dividió a los 16 participantes en cuatro bombos: Sudamérica, Europa Mediterránea, Resto de Europa y Resto de equipos. Los ingleses se vieron beneficiados al tener la posibilidad de jugar en Londres, con cuatro o cinco días de diferencia entre partido y partido. Los principales rivales del combinado británico tuvieron que desplazarse a Liverpool, Manchester, Middlesbrough, Sheffield o Birmingham. Otra polémica surgió alrededor de las designaciones arbitrales. Cada país participante debía presentar a dos árbitros. Y así lo hicieron todos, incluyendo a Inglaterra. Al final, un total de 7 colegiados ingleses, 1 irlandés y 1 escocés actuaron como colegiados o asistentes en alguno de los 32 partidos del Mundial.
El otro robo: la Copa Jules Rimet
El 20 de marzo de 1966, la Copa Jules Rimet desapareció de la vitrina en la que se custodiaba, para aparecer una semana después semienterrada junto a un seto de un jardín de la zona londinense de Upper Norwood. El perro Pickles fue el responsable del hallazgo, convirtiéndose en un héroe nacional.
Así fue la fase de grupos
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Inglaterra 5 3 2 1 0 4 0
Uruguay 4 3 1 2 0 2 1
México 2 3 0 2 1 1 3
Francia 1 3 0 1 2 2 5
Inglaterra y Uruguay hicieron buenos los pronósticos, imponiéndose a México -que salió del bombo de los equipos más modestos- y a Francia, que seguía inmersa en un proceso de reestructuración. Roger Hunt y Bobby Charlton fueron los jugadores más destacados entre los pross, que se beneficiaron del soprendente empate entre uruguayos y mexicanos para ocupar la primera plaza del grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Alemania Federal 5 3 2 1 0 7 1
Argentina 5 3 2 1 0 4 1
España 2 3 1 0 2 4 5
Suiza 0 3 0 0 3 1 9
La decepción del grupo la protagonizó España, que había depositado grandes esperanzas en el torneo tras haberse alzado con la Eurocopa de 1964. El combinado de José Villalonga cayó derrotado ante Argentina y Alemania, quedando fuera del Mundial a las primeras de cambio. El combinado nacional repitió marcador en todos sus enfrentamientos, 2-1, siendo a su favor únicamente en el partido ante Suiza. Tras este fracaso, España se sumió en una de las peores épocas de su historia, quedando fuera de los Mundiales del 70 y del 74, y de la Eurocopa del 72.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Portugal 6 3 3 0 0 9 2
Hungría 4 3 2 0 1 7 5
Brasil 2 3 1 0 2 4 6
Bulgaria 0 3 0 0 3 1 8
El grupo C fue el “grupo de la muerte” del Mundial de Inglaterra 1966. Inglaterra deseaba que la selección eliminada de entre las tres más poderosas -Portugal, Hungría y Brasil- fuera la verdeamarelha. Sus deseos se convirtieron en realidad y la por aquel entonces doble campeona quedó fuera de los cuartos de final. Portugal, liderada por Eusébio, la “pantera negra de Mozambique“, acabó como primera de grupo.
Equipo Pts PJ PG PE PP GF GC
Unión Soviética 6 3 3 0 0 6 1
Corea del Norte 3 3 1 1 1 2 4
Italia 2 3 1 0 2 2 2
Chile 1 3 0 1 2 2 5
Corea del Norte se convirtió en la gran sorpresa del grupo D, dejando fuera de los cuartos de final a la selección italiana. Pak Doo Ik fue el autor del tanto que permitió a los asiáticos imponerse por 1-0 en un partido jugado en Ayresome Park (Middlesbrough). Era el coreano un grupo de hombres disciplinado, que por problemas políticos habian estado a punto de quedarse fuera de la cita mundialista. Tan poca confianza tenían en su victoria que no habían reservado hotel para los cuartos. Lo que sí que tenían eran los pasajes de avión para volver a Pyongyang.
Hecatombe transalpina
Los diarios italianos no perdonaron a su selección la derrota ante Corea del Norte. La prensa catalogó el papel de Italia de “vergüenza nacional“. Otros fueron más allá, asegurando que “Il nostro calcio e’morto” -”Nuestro fútbol ha muerto“-. El partido anterior, ante la Unión Soviética, también había supuesto una derrota por la mínima para la selección azzurra. Entraba dentro de los límtes de la lógica, pero el país no supo comprender que su selección se volviera de Inglaterra venciendo únicamente a Chile.
El “robo del siglo” en cuartos de final
De nuevo hubo amaño arbitral en el sorteo de árbitros para los cuartos de final. Representantes de Argentina, España, Uruguay y la Unión Soviética habían sido citados para ser testigos. Pese a que todos llegaron a la hora convenida, el sorteo ya se había realizado, con el presidente de la FIFA, y los representantes alemán y africano como garantes de la limpieza del mismo. El germano Rudolf Kreitlein fue ‘escogido’ como colegiado del Inglaterra-Argentina. Los locales se impusieron por 1-0 a los argentinos, con un gol de Geoff Hurst en el minuto 78, en situación dudosa. Kreitlein se convirtió en protagonista del partido, expulsando al capitán albiceleste Antonio Rattin en el minuto 35. Rattin tardó más de diez minutos en abandonar el terreno de juego. Por aquel entonces todavía no habia tarjetas, y el argentino ‘no quiso entender’ que Kreitlein le había expulsado hasta que no saltó al campo un intérprete. Argentina, pese al inferioridad, hizo méritos para conseguir algo más. Su defensa siguió aplicando la táctica de fuera de juego que tan buenos resultados le había dado a lo largo del campeonato, hasta que el colegiado no señalo off-side en una dudosa jugada y Hurst tuvo vía libre para batir al meta Antonio Roma. Al final del partido, hubo graves incidentes, incluyendo la agresión de Pastoriza al colegiado. Los ingleses nunca entendieron el porqué de las quejas de los sudamericanos: “En lugar de jugar, pretendían dirigirle el partido al árbitro“, declaró Bobby Charlton al finalización del choque. Los otros partidos de cuartos se saldaron con los siguientes resultados: Unión Soviética 2-1 Hungria Alemania Federal 4-0 Uruguay Portugal 5-3 Corea del Norte Los norcoreanos estuvieron a punto de dar una nueva sorpresa. No en vano, se pusieron 0-3 en el minuto 25. Cuatro goles de Eusébio y uno de Augusto completaron la remontada lusa.
Semifinales con sabor europeo
Inglaterra 2-1 Portugal Dos goles de Charlton -en la foto, detalle del segundo de ellos- clasificaron a Inglaterra para la final. El tanto de Eusébio no fue suficiente para clasificar a Portugal, para muchos el mejor equipo del torneo, para el partido definitivo. Unión Soviética 1-2 Alemania Federal Haller y Beckenbauer marcaron para los alemanes. Los soviéticos redujeron diferencias con un gol de Porkujan en el minuto 88, pero para aquel entonces los germanos ya tenían pie y medio en la final.
La gran final: Alemania Federal-Inglaterra
Sin duda, uno de los partidos más polémicos de la Historia de los Mundiales. El tiempo reglamentario finalizó con empate a dos goles. Haller adelantó a los alemanes en el ‘12 de la primera, pero apenas seis minutos después Hurst empató el choque. Peters dio ventaja a los locales, que vistieron de rojo para la ocasión. Cuando parecía que el triunfo sería inglés, Weber empató cuando finalizaba el tiempo reglamentario. En la prórroga, Hurst se convirtió en protagonista, ayudado por el colegiado sueco Gottfried Dienst y por su líner, el soviético Bakhramov. El delantero inglés recibió una pelota en franca situación en el minuto 101. Llenándose de balón, golpeó con todas su fuerzas. El cuero pegó en el larguero de la meta defendida por Tilkowski, y aparentemente botó fuera antes de ser despejado por la defensa alemana. Dienst concedió el gol, a instancias de su asistente. Bakhramov declaró años después: “No vi entrar la pelota, pero Dienst descargó sobre mi espalda toda la responsabilidad. ¿Que podía hacer?“ Con Alemania volcada en busca del empate, Hurst sentenció el partido con un disparo seco en el minuto 120. Con su gol, el delantero del West Ham se convirtió en el único jugador que ha anotado tres goles en una final mundialista, dando a Inglaterra el que hasta ahora es su único triunfo en un Mundial. Una victoria que más de 40 años después sigue rodeada del halo de la polémica y del amaño.
Estaba claro. Inglaterra había de ser campeona.
jueves, 30 de octubre de 2008
MASOPUST , EL CHECO DE ORO
Soy de los que defiende que muchos de los jugadores que nos deleitaron en épocas anteriores, no serían hoy más que comparsas víctimas de su físico. Hay incontables ejemplos de cómo la técnica era la virtud estelar y casi exclusiva de los mejores jugadores de épocas pasadas. La facilidad hacia la vida desenfrenada o, al menos, alejada del profesionalismo actual (donde es impensable lucir michelines y hasta criticable no entrenar a menudo) hace casi imposible la comparación entre aquellos mitos y los actuales.
Sin embargo, siempre hay quien hubiera tenido más facilidades para acoplarse en una época posterior a la que le tocó vivir y, entre todos ellos, destacaría la figura del checo de oro: Joseph Masopust. No tenía un físico especial ni mucho menos pero, consciente de ello y con una señera capacidad de sacrificio, se preparaba a conciencia cada invierno en las montañas checas. Retirado de la ciudad y con la mente liberada. El, mejor que nadie, sabía que cuidando su medio de trabajo y perfeccionando en la concentración, no le iban a faltar coronas (moneda checa) que llevarse al bolsillo en una Checoslovaquia sumida en la ausencia de la democracia liberal.
Su excelente preparación físico-mental le hacía ser omnipotente en cada partido ya que aparecía con libertad por cualquier zona, defendía la salida de balón y luchaba para recuperarla más allá de sus límites. Su fútbol, en constante estado de nerviosismo por la tensión y énfasis de cada uno de sus enérgicos movimientos, parecía tomarse un respiro cuando se pedía la frialdad del último pase, una cualidad que le hizo prodigioso. Su inteligencia y saber estar, unido a su llegada y buen disparo, le hacían lucir entre la jocosidad de quienes le disfrutaron.
Su carrera fue larga producto de su mentalidad pero nunca recibió el reconocimiento que merecía pues los comunistas checos le impidieron en varias ocasiones abandonar el fútbol nacional. Pese a formarse en el modesto Baník Most, el Teplice lo hizo debutar al máximo nivel con 19 años. Dos después, firmó por el Dukla de Praga, en el que sería santo y seña durante nada menos que dieciséis temporadas ya que, ante la imposibilidad de marcharse, tuvo que bajar su nivel para poder emigrar al Molenbeek belga. Eso sí, cuando ya tenía 37 años.
Con el Dukla vivió los mejores recuerdos del fútbol checo, donde más allá de los ocho títulos ligueros, logró alcanzar las semifinales de la Copa de Europa en el 67, cayendo ante un Celtic que terminaría como campeón. En aquella generación sin comparación y sin sustitutos aún a la vista, estaban nombres como Ladislas Novak, Pluskal, Kouba, Borovicka o Safranek, pero sobre todo, el líder intocable era Masopust.
Organizador, recuperador y maestro del dribling (arte que le hizo singular), jamás huyó de su sueño, llegar a una final mundialista. Esa meta, que empezó ante Hungría en 1954, se consumó ocho años después, en Chile 1962. A la cita ya llegaba tras haber disputado el Mundial del 58 y de obtener la medalla de bronce en la Eurocopa anterior, pero allí, en tierras chilenas, se vio al mejor centrocampista del momento. No sólo alcanzó la deseada final, sino que un derechazo suyo propició que los checos se adelantaran a Brasil en la finalísima de Santiago. Pese a perder (3-1), su caché ya era imparable y recibió meses después el Balón de Oro. El primero en la historia para el fútbol del este. El Primero de su país.
Era la luz entre las sombras, el brillo que tantas veces le había deslumbrado en las altitudes de su querida Strimic, la ciudad que le vio nacer y que, poco después, fue demolida para construir una gigantesca mina de carbón. Así, tras los cambios de nombre en el Dukla, el abandono del estadio Juliska y la desaparición de la antigua Checoslovaquia, a Masopust sólo le queda un recuerdo de aquellos enterrados años, un Balón al que aún le sobra el brillo de su dueño. El mismo que levantó por delante de otra leyenda, un tal Eusebio.
EL MUNDIAL DE CHILE , EL ORGULLO DE UNA NACION
Después de dos campeonatos en Europa, la FIFA decidió que Suramérica tenía que ser la próxima sede y los candidatos eran Chile y Argentina, pero un acontecimiento extrafutbolístico estuvo a punto de arruinar la cita andina. El terremoto de Valdivia de 1960 fue un seísmo registrado el 22-5-1960, en el que murieron miles de personas y que tuvo 9,5º en la escala Ritcher. Para que todo estuviera en orden en los plazos adecuados, por primera vez en la historia se semiprivatizó el campeonato, una empresa ayudó a que todo saliera bien. Al final, fue una cuestión de orgullo nacional. Bajo el lema Porque nada tenemos, lo tenemos todo. eso resumió el espíritu de unión y el buen trabajo llevado a cabo por todo el pueblo chileno. >e.c.
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GARRINCHA , EL ANGEL DE LAS PIERNAS TORCIDAS
"La diferencia con Pelé es que yo apenas supe driblar los problemas con los pies", dijo una vez, sobre su millonario ex compañero de la selección brasileña, Garrincha, muerto hace 25 años en un hospital de Río de Janeiro, con sus órganos devorados por el alcohol.
El 20 de enero de 1983 Garrincha murió a los 49 años de cirrosis hepática. Su tumba hoy está abandonada.
Sólo la visita el viento y la lluvia, dijo el cuidador del cementerio de Pau Grande, la ciudad del interior de Río de Janeiro donde nació el crack que brilló en Botafogo.
La imagen de Garrincha, héroe de Brasil en los Mundiales de Suecia 1958 y 1962, es la de la "Alegría del Pueblo" por sus regates inolvidables que nadie en la historia igualó. A tal punto que a sus marcadores de punta los llamaba de "Joao", a todos por igual. "Hoy me marca Joao", solía decir antes del juego.
Su biografía, llamada "Estrela Solitaria" y escrita por el periodista Ruy Castro, es el libro de cabecera del presidente Luiz Lula da Silva, quien habitualmente recuerda al futbolista con alegría y un poco de misericordia.
Muerto en la pobreza, 14 hijos (uno nacido en Estocolmo tras su paso por Suecia 58), tres matrimonios frustrados, el más famoso con la cantante Elza Soares, Garrincha fue el espejo roto de Pelé. Nunca fueron amigos y ambos, cuando se encontraban, aclaraban eso, en total armonía y sinceridad.
Un encuentro armado por una revista deportiva Placar en 1982 juntó a Pelé y a Garrincha, según la biografía de Ruy Castro. Cerca de la muerte, Garrincha le dijo en esa entrevista a Pelé: "Oye rey, no tienes algunas monedas para prestarme, sé que estás llenos de verdes (dólares)".
Alcohólico, mujeriego, salidor, irreverente, Garrincha se mezclaba con el pueblo en los carnavales, en los bailes, en partidos de fútbol sin importancia. Se alejaba de quienes lo elogiaban, pero se acercaba a los bares, que le fiaban la cerveza y la cachaça.
Nacido en Pau Grande y criado por su hermana mayor, Garrincha llegó al mundo con características físicas genéticas alteradas: sufría de distrofia física, sus piernas torcidas. La izquierda era seis centímetros más corta que la derecha.
A tal punto que en los test psicofísicos para el Mundial de Suecia 1958 sacó 38 puntos, contra los 123 necesarios para subirse al avión hacia Estocolmo.
Condenado a dejar el fútbol por ese test, Nilton Santos, lateral izquierdo de Botafogo encabezó un movimento interno dentro del plantel donde brillaban Didí y Vavá que dio sus frutos y Manoel dos Santos, Garrincha, consiguió un asiento hacia Europa.
La táctica de ese equipo es recordada aún por los periodistas deportivos: "Hay que dársela a Garrincha".
El aniversario 25 de la muerte de Garrincha -cuyo nombre lleva el estadio de Brasilia- se enmarca en una disputa entre Botafogo y los hijos del crack.
La familia reclama que la estatua en homenaje a Garrincha sea mantenida en el el estadio Maracaná, mientras que Botafogo quiere llevarla hacia su nueva cancha, el estadio Joao Havelange.
La biografía de Ruy Castro tardó en salir a la venta porque fue objetada en 1995 ante la justicia por la familia del crack, dado que el escritor escribió que todos los relatos de las amantes y amigos de él, hablaban de la extensión de su pene, de 25 centímetros, como algo inusual.
Un juez resolvió que ese dato era válido y hasta positivo para el crack en una sociedad machista.
Garrincha apenas perdió un partido con la selección brasileña, contra Hungría en Inglaterra 66. Y un dato más que llamativo: nunca Brasil cayó con Garrincha y Pelé jugando juntos con la verdeamarilla.
Comenzó en Pau Grande, en un equipo de la fábrica textil del pueblo, luego fue a Botafogo (cinco títulos), Atlético Junior de Colombia (1 partido), Corinthians, Flamengo, Olaría. Su último partido fue a los 48 años para Planaltina, en los suburbios de Brasilia, luego de años regados por alcohol, violencia familiar causada por la abstinencia, hospitales y bolsillos vacíos.
Los especialistas atribuyen a Garrincha el Mundial 1962 ganado por Brasil en Chile, dado que Pelé quedó fuera de la competición por lesión.
Si Pelé es considerado como el futbolista técnicamente perfecto por los brasileños, Garrincha será recordado de por vida como la desfachatez hecha jugador. Atrevido, alegre, divertido, este delantero derecho arrancó las sonrisas de miles de fanáticos en todas sus presentaciones.
Tras enterarse de la muerte de Garrincha (sobrenombre dado por un pájaro de las sierras de Rio de Janeiro) Carlos Drummond de Andrade, uno de los mayores poetas de la historia de Brasil, lo lloró: "Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó a un país entero a suspender las tristezas. Lo peor es que las tristezas vuelven y no hay otro Garrincha disponible. Se necesita un Garrincha nuevo que nos alimente el sueño".
Acerca de ... Garrincha
"Un día entró a casa con un pajarito en la mano y le dije: 'Mira, es igualito a ti. Vuela mucho, pero no sirve para nada: es un garrincha'. Allí le quedó ese apodo de por vida".
Rosa Dos Santos, hermana mayor de Garrincha
"Cuando se vino a probar a Botafogo, la primera pelota que tocó la hizo pasar entre mis piernas. Muchos pensaban que podía ofenderme, pero por el contrario, le dije ahí mismo a los directivos que había que ficharlo. Por suerte me hicieron caso".
Nilton Santos, compañero de Garrincha en Botafogo
"Garrincha era un jugador fenomenal. Sin él a mi lado, no habría llegado a conquistar tres Mundiales a lo largo de mi carrera".
Pelé, compañero de Garrincha en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Yo con Garrincha tenía algo de prejuicio. El psicólogo me había dicho que tenía algunos problemas, pero los incorporé y comprobé que los jugadores muchas veces ven mejor que el técnico desde adentro de la cancha".
Vincente Feola, entrenador de Brasil en la Copa Mundial de la FIFA 1958
"Garrincha era demasiado imprevisible, hasta para nosotros, sus compañeros de equipo, pero sin duda una llave para la victoria. Desde luego, había un gran equipo rodeándolo, pero no podemos pasar por alto su increíble habilidad".
Mario Zagallo, compañero de Garrincha en las Copas Mundiales de la FIFA 1958 y 1962
"Garrincha, que hoy sigue siendo reconocido como el mejor delantero derecho de la historia, dijo que yo fui su mejor marcador. Nadie se imagina la alegría que tengo y tuve en esa época, sabiendo que el mejor jugador del mundo decía que yo era el que mejor lo anulaba. Es una verdadera pena que no esté más con nosotros".
Coronel, ex jugador del Vasco Da Gama en la década del 50'
"Garrincha es un personaje de la cultura popular brasileña, muy importante. Y mi obra siempre buscó personajes populares. Él era un romántico apasionado por el fútbol, por Brasil y las mujeres".
Milton Alencar, Director de la Película "Estrella Solitaria"
"Cuando él estaba allí, el campo de juego era un picadero de circo; la pelota, un bicho amaestrado; el partido, una invitación a la fiesta. Garrincha defendía a su mascota, la pelota, y juntos cometían diabluras que mataban de risa a la gente. Él saltaba sobre ella, ella brincaba sobre él, ella se escondía, él se escapaba, ella lo corría. En el camino, los rivales se chocaban entre sí".
Eduardo Galeano, escritor uruguayo en su obra "Fútbol a Sol y Sombra"
LA BATALLA DE SANTIAGO
El Chile – Italia del ’62 no fue un partido cualquiera. Un ambiente muy tenso, por culpa de dos periodistas italianos, dio origen a una ensalada de patadas y al combo de Leonel Sánchez.
Por José Antonio Giordano
Leonel Sánchez lleva la pelota pegada a su pie izquierdo, escondiéndola de un jugador italiano. Se da vuelta y recibe una patada que lo hace caer, a quince metros del área. Estando en el suelo, recibe dos patadas más. El guardalíneas agita su bandera, cobrando la falta. Pero eso no basta para Leonel: recuerda las lecciones de su padre, el boxeador René Sánchez, y conecta un gancho izquierdo al mentón del italiano, quien cae desplomado al césped del Estadio Nacional.
Esta escena es quizás la más recordada de la “Batalla de Santiago”, nombre que se le da al partido entre Chile e Italia, por el mundial del ‘62. Casi nadie recuerda que otro jugador de Italia ya había sido expulsado, y que incluso debió abandonar el campo de juego escoltado por tres policías, ya que se negaba a salir.
Pero el golpe de Sánchez no fue gratis. Carlos, un Capitán del Ejército, no vio las imágenes del golpe. Pero igual cree que estuvo justificado. “A nadie le pegan porque sí”, dice. Y en eso no se equivoca.
Antes del mundial, dos periodistas italianos viajaron a Chile para saber cómo era la situación del país, en particular de Santiago. Y lo que enviaron de vuelta no fue nada bueno. El diario Il resto del Carlino se refirió a Chile como primitivo, y a Santiago como una ciudad llena de basura, un asco.
Según Sergio Livingstone, eso no gustó nada en Chile. “Hubo una malquerencia con Italia tremenda, pero los jugadores no tenían la culpa. Además, los italianos tienen su genio. Todo eso produjo un partido así de caliente”.
No sólo los futbolistas recibieron el enojo de los chilenos, a los italianos de a píe también les tocó su cuota de recriminación. Giuseppe, italiano viviendo en Chile y dueño de un Café, sufrió con el trato que recibió la gente de Chile por parte de sus compatriotas, y que luego sufriría en cancha su selección.
Compró el abono para todos los partidos del mundial. Pero la “Batalla de Santiago” fue el último que vio. “Por la pelea que hubo por culpa del periodista ese, de porquería, no fui más al estadio. Fue por rabia, Italia no merecía que la sacaran para afuera (sic)”, se lamenta.
Llegaba todas las mañanas a su Café, y ahí sus clientes los fustigaban por las palabras de su compatriotas. Pero también había quienes lo defendían.“¿Qué culpa tenía yo?”, se pregunta, mientras muestra las palmas de su mano.
El público chileno ayudó a generar la violencia. Al salir Italia a la cancha, la silbatina fue generalizada. El jugador chileno lo entendió. Y sumándole el fútbol a la italiana, un fútbol de mucho corte y mucha fuerza, el resultado fue la ensalada de patadas que se vivió ese día.
Pero el partido no fue denominado una batalla sólo por el combo de Leonel. A la expulsión con policías hay que agregarle otra por parte de la azzura. La víctima de Sánchez, el defensa Mario David, fue testigo de cómo el guardalíneas negaba el combo, por lo que fue en busca de la venganza. Un par de minutos después, se encuentra de nuevo con el delantero chileno, quien debió ser expulsado, y lo levanta de una patada que lo hace merecedor a él de la expulsión.
En total, el partido fue suspendido cuatro veces por las agresiones entre futbolistas. “Fue un partido muy muy violento, casi animal total”, dice Felipe Bianchi.
Para Sánchez, ese será un mundial difícil de olvidar: fue tercero del mundo y goleador del torneo, junto a otros jugadores, con cuatro goles cada uno. Pero Chile ’62 también hizo que el diario Inglés The Times lo situara en el sexto lugar de los futbolistas más rudos del mundo.
Chile volvió a jugar contra Italia por un mundial. Fue en Francia 1998, 36 años después de la “Batalla de Santiago”. También fue polémico, por un dudoso penal que se transformó en el empate para los italianos.
Pero no fue un partido duro. Ninguna expulsión, ningún combo. Ningún policía en la cancha. No había un ambiente previo tan caliente como el ’62. Quizás faltó alguien que pusiera las cosas en orden, alguien que dejara en claro que a Chile no se le pasa a llevar. Faltó un hijo de boxeador.
El periodista inglés David Coleman presentó el partido para sus paisanos con la siguiente afirmación: “Buenas tardes. El juego que están por presenciar es la exhibición de fútbol más estúpida, espantosa, desagradable y vergonzosa, posiblemente, en la historia de este deporte”. Para el recuerdo quedará esta pequeña “guerra”, en la que el fútbol sacó su lado más terrible y antideportivo. Demos las gracias de que en aquel mismo mundial, también pudimos disfrutar de la magia de un genio como el patizambo Garrincha, que compensó la vergüenza de aquel fatídico partido tristemente conocido como “La batalla de Santiago”…
Por José Antonio Giordano
Leonel Sánchez lleva la pelota pegada a su pie izquierdo, escondiéndola de un jugador italiano. Se da vuelta y recibe una patada que lo hace caer, a quince metros del área. Estando en el suelo, recibe dos patadas más. El guardalíneas agita su bandera, cobrando la falta. Pero eso no basta para Leonel: recuerda las lecciones de su padre, el boxeador René Sánchez, y conecta un gancho izquierdo al mentón del italiano, quien cae desplomado al césped del Estadio Nacional.
Esta escena es quizás la más recordada de la “Batalla de Santiago”, nombre que se le da al partido entre Chile e Italia, por el mundial del ‘62. Casi nadie recuerda que otro jugador de Italia ya había sido expulsado, y que incluso debió abandonar el campo de juego escoltado por tres policías, ya que se negaba a salir.
Pero el golpe de Sánchez no fue gratis. Carlos, un Capitán del Ejército, no vio las imágenes del golpe. Pero igual cree que estuvo justificado. “A nadie le pegan porque sí”, dice. Y en eso no se equivoca.
Antes del mundial, dos periodistas italianos viajaron a Chile para saber cómo era la situación del país, en particular de Santiago. Y lo que enviaron de vuelta no fue nada bueno. El diario Il resto del Carlino se refirió a Chile como primitivo, y a Santiago como una ciudad llena de basura, un asco.
Según Sergio Livingstone, eso no gustó nada en Chile. “Hubo una malquerencia con Italia tremenda, pero los jugadores no tenían la culpa. Además, los italianos tienen su genio. Todo eso produjo un partido así de caliente”.
No sólo los futbolistas recibieron el enojo de los chilenos, a los italianos de a píe también les tocó su cuota de recriminación. Giuseppe, italiano viviendo en Chile y dueño de un Café, sufrió con el trato que recibió la gente de Chile por parte de sus compatriotas, y que luego sufriría en cancha su selección.
Compró el abono para todos los partidos del mundial. Pero la “Batalla de Santiago” fue el último que vio. “Por la pelea que hubo por culpa del periodista ese, de porquería, no fui más al estadio. Fue por rabia, Italia no merecía que la sacaran para afuera (sic)”, se lamenta.
Llegaba todas las mañanas a su Café, y ahí sus clientes los fustigaban por las palabras de su compatriotas. Pero también había quienes lo defendían.“¿Qué culpa tenía yo?”, se pregunta, mientras muestra las palmas de su mano.
El público chileno ayudó a generar la violencia. Al salir Italia a la cancha, la silbatina fue generalizada. El jugador chileno lo entendió. Y sumándole el fútbol a la italiana, un fútbol de mucho corte y mucha fuerza, el resultado fue la ensalada de patadas que se vivió ese día.
Pero el partido no fue denominado una batalla sólo por el combo de Leonel. A la expulsión con policías hay que agregarle otra por parte de la azzura. La víctima de Sánchez, el defensa Mario David, fue testigo de cómo el guardalíneas negaba el combo, por lo que fue en busca de la venganza. Un par de minutos después, se encuentra de nuevo con el delantero chileno, quien debió ser expulsado, y lo levanta de una patada que lo hace merecedor a él de la expulsión.
En total, el partido fue suspendido cuatro veces por las agresiones entre futbolistas. “Fue un partido muy muy violento, casi animal total”, dice Felipe Bianchi.
Para Sánchez, ese será un mundial difícil de olvidar: fue tercero del mundo y goleador del torneo, junto a otros jugadores, con cuatro goles cada uno. Pero Chile ’62 también hizo que el diario Inglés The Times lo situara en el sexto lugar de los futbolistas más rudos del mundo.
Chile volvió a jugar contra Italia por un mundial. Fue en Francia 1998, 36 años después de la “Batalla de Santiago”. También fue polémico, por un dudoso penal que se transformó en el empate para los italianos.
Pero no fue un partido duro. Ninguna expulsión, ningún combo. Ningún policía en la cancha. No había un ambiente previo tan caliente como el ’62. Quizás faltó alguien que pusiera las cosas en orden, alguien que dejara en claro que a Chile no se le pasa a llevar. Faltó un hijo de boxeador.
El periodista inglés David Coleman presentó el partido para sus paisanos con la siguiente afirmación: “Buenas tardes. El juego que están por presenciar es la exhibición de fútbol más estúpida, espantosa, desagradable y vergonzosa, posiblemente, en la historia de este deporte”. Para el recuerdo quedará esta pequeña “guerra”, en la que el fútbol sacó su lado más terrible y antideportivo. Demos las gracias de que en aquel mismo mundial, también pudimos disfrutar de la magia de un genio como el patizambo Garrincha, que compensó la vergüenza de aquel fatídico partido tristemente conocido como “La batalla de Santiago”…
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MUNDIAL CHILE 1962 2'PARTE
Ficha técnica del Mundial de Chile 1962
* Campeón: Brasil
* Subcampeón: Checoslovaquia
* Tercero: Chile
* Cuarto: Yugoslavia
* Máximos goleadores: Albert (Hungría), Garrincha y Vavá (Brasil), Jarkovic (Yugoslavia), Sánchez (Chile) e Ivanov (URSS), todos con 4 goles.
* Países participantes: 16 (56 en eliminatorias)
* Partidos Jugados: 32
* Goles: 89
Resultados del Mundial de Chile 62
* 1ª Fase
o Grupo 1: URSS 5 puntos; Yugoslavia 4; Uruguay 2; Colombia 1
o Grupo 2: Alemania Federal 5 puntos; Chile 4; Italia 3; Suiza 0
o Grupo 3: Brasil 5 puntos; Checoslovaquia 3; España 2; México 2
o Grupo 4: Hungría 5 puntos; Inglaterra 3; Argentina 3; Bulgaria 1
* Cuartos de Final
o Brasil 3 Inglaterra 1
o Yugoslavia 1 Alemania Federal 0
o Chile 2 URSS 1
o Checoslovaquia 1 Hungría 0
* Semifinales
o Checoslovaquia 3 Yugoslavia 1
o Brasil 4 Chile 2
* Tercer puesto
o Chile 1 Yugoslavia 0
* FINAL
o BRASIL 3 CHECOSLOVAQUIA 1
Curiosidades del Mundial de Chile 1962
* Fue el Mundial más duro de todos: hasta 50 jugadores se llegaron a lesionar en los primeros 4 días de campeonato.
* URSS ganaba a Colombia 4-1. En pocos minutos, una débil Colombia logró remontar el partido y empatar a 4. El árbitro del partido, checo, se jactó días después e que él había empatado el encuentro, pues odiaba a los rusos por la invasión de su país.
* En Alemania se llegaron a suspender las elecciones generales del país para que no coincidieran con el Mundial y que los alemanes dejaran de votar.
* La administración chilena olvidó poner traductores; un día un jóven pobre se presentó pidiendo trabajo. Cuando le preguntaron qué sabía hacer, Segundo Sánchez, que así se llamaba, dijo modestamente que sabía 18 idiomas. Cuandol o examinaron demostró que no sabía 18 idiomas… sino 28, sin contar dialectos como el malayo o el indonesio, pero su modestia le hizo decir menos de los que realmente eran. Todos los había aprendido por su cuenta.
* Fue el primer mundial en que el trofeo de máximo goleador hubo de ser repartido entre varios jugadores.
* Fue el primer mundial en que un jugador participó por segunda vez en una fase final defendiendo a una selección diferente. Puskas había jugado para Hungría y en esta ocasión lo hizo para España. Al igual que Santamaría, que había jugado con Uruguay y ahora lo hacía con la elástica española, y que Mazzola, que había jugado con Brasil y ahora lo hacía con Italia.
* Vavá fue el primer jugador en marcar goles en dos finales distintas de Mundiales, en Suecia 1958 y en Chile 1962. Años más tarde lo haría Pelé y luego Breitner.
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